La Compañía Argentina de la Indumentaria (CIA) ubicada en Sanabria y Av. Álvarez Jonte en la Capital Federal, tiene en su planta a 150 empleados. Ayer despidió a los tres delegados que reclamaron por las condiciones laborales casi esclavas. El sindicato brilla por su ausencia.
El jueves pasado los tres representantes elegidos en asamblea para llevar los reclamos por las condiciones laborales y de contratación de más de 100 trabajadores, fueron despedidos “virtualmente” al negarles el ingreso a la empresa. Por ese motivo, ayer se concentraron en la puerta de la fábrica para exigir la reincorporación de los despedidos y un canal de diálogo para resolver los reclamos laborales ya planteados.
La jornada de denuncia de más de 40 trabajadores y de solidaridad con los delegados, se extendió hasta la puerta del Sindicato Obrero de la Industria del Vestido y Afines (SOIVA), y por último hasta el Ministerio de Trabajo, donde se logró una audiencia para hoy a las 15 hs en las dependencias que la cartera tiene sobre la Av. Callao.
“Pedimos que nos traten como personas, no como perros. Acá hay maltrato, suspensiones sin motivo, intolerancia, abuso de poder y hasta la comida está en malas condiciones. Nos exigen un nivel de producción imposible de cumplir y si no lo logramos nos pagan menos o nos suspenden”, afirmó Ana Cáceres, representante de sus compañeros de trabajo.
Ana es una de las trabajadoras despedidas. Sus compañeros la eligieron, junto a 2 trabajadores más, para llevar los reclamos laborales ante los directivos de la empresa. “La gente se cansó de esperar que aparezca el sindicato y entonces hicimos un petitorio para reclamar cuestiones básicas para nuestro trabajo. Ahí nomás nos echaron, sin ningún otro motivo más que no querer escuchar el pedido de los trabajadores. Nos echaron por reclamar nuestros derechos”, explica.
Quién es CIA
La fábrica de Sergio Lostz abastece a grandes firmas de indumentaria, como Kevingston y La Martina, entre otras. La empresa factura más de 10 millones de pesos por mes, mientras que el salario mensual del tallerista que confecciona las prendas no llega al pautado por el Convenio Colectivo. En el rubro textil son conocidas las precarias condiciones laborales de los obreros. En este caso, se suma la problemática de tener uno de los salarios más bajos en el rubro que, generalmente, se promete complementar con premios, asistencia, y productividad, entre otros ítems, aunque luego eso no sucede.
Leopoldo es otro de los representantes elegidos por sus compañeros para llevar las demandas a CIA. “La empresa no cumple con los requisitos básicos de trabajo. Se piensa que porque muchos compañeros son de otros países y no conocen las leyes laborales van a bajar la cabeza. Nosotros ya nos cansamos. Pedimos lo básico: que nos paguen en tiempo y forma, que no clausuren los baños, en fin, condiciones para poder trabajar dignamente”, afirmó.
Una historia que se repite y un negocio millonario
La historia de CIA es de vieja data. En abril de 2012, hubo despidos y suspensiones masivas, hostigamiento, persecución y maltrato, motivos que llevaron a los trabajadores a la calle. En esa ocasión, más de 40 trabajadores entre los que se encontraban delegados fueron despedidos y suspendidos. Previamente las denuncias que se habían presentado frente a la patronal residían en mejoras en las condiciones de salubridad de los baños, y los espacios tales como el comedor y los vestuarios donde sólo había 20 casilleros para más de 300 personas. Además de haber denunciado los maltratos discriminatorios hacia el personal de nacionalidad extranjera –que casualmente contratan en condiciones de explotación por sus condiciones inmigratorias-.
Anteriormente, en mayo de 2011 más de 85 trabajadores que habían sido despedidos, en su gran mayoría de origen extranjero, lograron la reincorporación de casi todos luego de una fuerte movilización del sector textil. Sin embargo, las prácticas abusivas, de explotación, de incriminación y persecución gremial se hicieron sentir al poco tiempo. Hasta el día de hoy, estas acciones discriminatorias y los despidos se dieron en consonancia con la complicidad del secretario gremial del Sindicato Obrero de la Industria del Vestido y Afines (SOIVA), Jorge Rojas.
Los trabajadores de CIA cuentan hoy que las amenazas son moneda corriente. En la empresa ya hubo despidos masivos cuando los empleados intentaron organizarse y ni el gremio textil ni el Ministerio de Trabajo han manifestado voluntad de revertir la situación.
“La patronal no quiere conflicto, por eso nos echó. Lo que no entienden es que así generan más conflicto. Nosotros pedimos que se haga presente el sindicato y que el Ministerio de Trabajo dicte la conciliación obligatoria para que podamos volver a nuestros puestos laborales”, anunció Leopoldo.
Los trabajadores tienen una jornada que va de las 7.30 hasta las 16.30 por un sueldo menor a los tres mil pesos. La promesa de cobrar un “premio” por la sobre producción se esfumó en el aire y generalmente hay suspensiones para reducir el dinero que cobran como salario (que lo perciben en cuotas y en distintos momentos del mes).
A partir de las movilizaciones de ayer y del respaldo del conjunto de trabajadores, se espera la reincorporación y el ingreso con normalidad de los delegados despedidos. Así como también, se programó un cese de actividades a partir del mediodía de hoy para lograr una audiencia entre los trabajadores despedidos, el ministerio de Trabajo y el sindicato.
Ana ensaya un panorama desolador cuando piensan en la participación del gremio SOIVA frente al conflicto: “Cuando vamos a la puerta del gremio, nos reciben con patovicas y nos dicen que se trata de una empresa jodida, que mejor vayamos al Ministerio de Trabajo a reclamar. Nosotros solo pedimos que escuchen los problemas que tenemos y que traten de cambiar algo”, aseguró.