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    Todo el poder a Lady Di

    26 noviembre, 20126 Mins Read
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    Todo el poder a Lady Di

    Por Mabel Bellucci*. Un reconocido homenaje a Néstor Perlongher, a veinte años de su fallecimiento.

    A partir de los años sesenta, los colectivos homosexuales de las principales urbes de Occidente acordaron plenamente sobre la trascendencia del feminismo acerca de su impulso de dar batalla en cuanto a la liberación sexual, tanto en la teoría como en la práctica. Hubiera sido imposible alcanzar los propósitos y aspiraciones de tantos otros movimientos sin el aporte crucial de la propia experiencia feminista, cuyos postulados descorrieron el manto de las políticas sexuales y aportaron herramientas de análisis cada vez más sofisticadas para ejercer una mirada crítica sobre la cultura sexista. Desde los orígenes del feminismo de la Segunda Ola, a lo largo de tal década, en los grupos de autoconciencia se planteó lo siguiente: “Partimos de la experiencia, hacemos elaboraciones teóricas que luego volcamos a las prácticas”.

    En esa misma dirección, Néstor Perlongher percibió que las revueltas de las minorías sexuales eran parte de esa gran masa crítica que a modo de diluvio universal azotaba las más profundas raíces del capitalismo en expansión. En consecuencia, con la premura de un activista de garra, se involucró no sólo en las huelgas obreras y estudiantiles, sino también en el feminismo local para pergeñar un enfoque más combativo en torno a las sexualidades y a las luchas contra la discriminación en sus caras más diversas. Con un espíritu de arrojo convocaba a coalicionar con las mujeres para encarar a un mismo enemigo en común: el machismo autoritario. Se podría considerar que su accionar político resultó una suerte de coalición que implicaba generar un auténtico laboratorio de pugnas y modos de resistencia alrededor de una premisa ambiciosa para la época: “Erotizar la política y politizar el cuerpo”.

    Consigna que sintetizaba, por un lado, un enfrentamiento a la heterosexualidad compulsiva, de la que años después la escritora lésbica Monique Wittig, definirá como un régimen político. Por otro lado, apuntaba su lanza impiadosa hacia el lucro usufructuado del capital. Y tal como había ocurrido en otras latitudes, se entreveraron feministas y homosexuales bajo un esmerado anhelo por combatir cuanta sumisión hubiese alrededor. Así confluyeron en gestas y diálogos que, por cierto, no fueron de sordos. A partir de 1972, el Frente de Liberación Homosexual (FLH) entabló un diálogo ameno con la Unión Feminista Argentina (UFA) y con el Movimiento de Liberación Feminista (MLF), las primeras organizaciones feministas que a inicios de los años setenta emergían en el paisaje porteño. Entre tanto, los materiales que circulaban en tales circuitos de mujeres llegaban también a manos de los homosexuales, seguramente por vía de Perlongher, a través de afinidades político-afectivas con sus aliadas de la vida y del activismo. 

    Al poco tiempo, el alma mater del MLF, María Elena Oddone, con mano férrea y sin olvidar detalle alguno, fundó y dirigió la revista Persona. Publicación que nació en agosto de 1974 y persistió hasta 1982, sostenida con una modalidad autogestionada y difundida entre los circuitos medios urbanos. Proyecto armado desde las entrañas que representó además un testimonio gráfico de los acontecimientos propios de esa coyuntura histórica. Apareció de tanto en tanto y con una escasa tirada a lo largo de catorce números. Para esa década significó una de las primeras manifestaciones culturales y políticas de cuño feminista. Pasado un tiempo, fue considerada como otro clamor más que resistía al terrorismo de Estado y, en especial, a la guerra de las Malvinas.

    Apenas emprendido su recorrido, en Persona comenzaron a colaborar figuras relevantes. De las tantas que participaron se recuerda a Ana María Fernández, Hilda Rais, Felisa Pinto, María Isabel Constela, María Elena Walsh. Mientras que las fotografías fueron cedidas gratuitamente por dos talentosas artistas, Alicia D Ámico y Sara Faccio. Por último, la potencia de la pluma de Perlongher permitió la aparición de varios artículos suyos firmados bajo el apodo de Víctor Bosch, que logró acreditar su pináculo de gloria.

    Al ritmo de los sucesos, el MLF inauguró una oficina de un solo ambiente en la calle Corrientes 848, piso 8, lugar que se convirtió en la polis del activismo por el desfile y convocatoria de grupos y personas. También terminó siendo la redacción de dicha revista. Al mismo tiempo, Oddone armó allí una biblioteca con sus libros y los del FLH, que los podían dejar guardados en un placard vacío. A comienzos de 1974, nuestro militante del deseo Néstor Perlongher y sus amigos se reunían en ese departamento una vez por semana. Siempre de noche con las persianas bajas y el visto bueno de su portero, en momentos en que la Alianza Anticomunista Argentina, “La Triple A” (grupo paramilitar de extrema derecha que operó bajo la protección del gobierno peronista) secuestraba y mataba a la militancia de todo color político y condición sexual y social. Luego, con el tronar de los tambores y el ruido de las bayonetas, se anunció el desembarco de una salvaje dictadura que logró sobrepasar lo impensable hasta entonces.

    Llegó el 2 de abril de 1982 y un arranque súbito de patriotismo se desató escatológicamente por la toma de los fríos islotes del Océano Atlántico: toda una aventura  de prepotencia militar con destino de grandeza. De inmediato, la revista Persona dedicó dos de sus números a la maquinaria del sacrificio y de la muerte que implicó la guerra. Fueron los números 12, de mayo-junio-julio, y 13, de agosto-septiembre-octubre. Allí, con una fuerza filosa y destacada, Perlongher publicó su crítica desgarradora contra ese calvario destructivo. Su título, exuberante y llamativo, fue “Todo el poder a Lady Di. Militarismo y anticolonialismo en la cuestión de las Malvinas”. Esa apuesta encarnó una voz solitaria entre tantos apelativos populistas y delirios protagónicos al que confluyeron partidos políticos de todo cuño (tradicionales como de izquierdas), sindicatos burócratas, algunos grupos de argentinos exiliados en el exterior y demás yerbas. Luego que dio a luz su repudio poético, los gendarmes del orden secuestraron la revista y nunca más apareció. Evidentemente, Persona supo reflejar esos debates que fueron irrefutables cuando no existía un público apasionado de sus palabras. Así, tanto Oddone como Perlongher condenaron la ocupación de las islas ante todo por su comprometida aversión contra el militarismo y el patriarcado. Durante años, “Todo el poder a Lady Di” quedó consagrado a la clausura, sin más memoria. Ahora, al cumplirse dos décadas del fallecimiento de nuestro poeta, ensayista y militante de las políticas del deseo, recordamos este testimonio sarcástico, viva expresión cristalizada de un revulsivo instigador ácrata que supo y quiso ser. Por eso, una vez más, te decimos: “Perlongher, chapeau”.

     

    “Todo el poder a Lady Di” puede leerse en: 

    http://www.no-retornable.com.ar/v2/dossier/perlongher.html

     *Activista feminista queer. Avance de su próximo libro alrededor de la historia de las luchas por el derecho al aborto en la Argentina. Extracto seleccionado especialmente para Marcha.

     

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