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Una gran incertidumbre atraviesa la coyuntura política ecuatoriana. Trascurridos menos de tres meses desde que Lenín Moreno asumió la presidencia en un ajustado triunfo del oficialismo de Alianza País, se desconoce el rumbo que tomará la continuidad del proyecto político que articuló la Revolución Ciudadana desde hace 10 años. Si al inicio dio señal de apertura hacia las organizaciones, movimientos y fuerzas políticas de oposición por el espectro de las izquierdas, luego varios hechos concretos expresaron un peligroso acercamiento a los sectores de poder económico tradicional del Ecuador. En el límite, las declaraciones sobre la situación económica responsabilizan a la Revolución Ciudadana por la crítica situación de la economía y llama al pueblo ecuatoriano a la austeridad.

Con la victoria de Lenín Moreno, no solo se garantiza la continuidad del modelo de desarrollo e inclusión inaugurado por Rafael Correa en 2007, sino que marca un punto clave para Latinoamérica en su conjunto, ya que estuvo en juego la continuidad de la izquierda progresista en América Latina y el futuro geopolítico de la región. Prácticamente bajo la espalda de Ecuador está la responsabilidad de defender el proyecto socialista del siglo XXI.

El balotaje ecuatoriano de este domingo no sólo pone en juego la continuidad o el ocaso del proceso liderado por Rafael Correa , sino que sumará un elemento clave a la reconfiguración del escenario geopolítico que vive el continente en los últimos años.

Ecuador se juega una pulseada continental: si Lenín Moreno gana las elecciones, los gobiernos pos-neoliberales en América Latina podrán recobrar un vital impulso; si pierde, la derecha regional insistirá con dar por cerrado el ciclo inaugurado por Hugo Chávez en 1998.

Ecuador pasa a segunda vuelta electoral y los resultados pueden ser por una mínima diferencia. Oficialismo y oposición en campaña.