Entrevistadas por “Las Cotorras”, las artistas Susy Shock y Marlene Wayar conversaron en la Feria del Libro de Buenos Aires sobre arte, cuerpo, disidencias y abrazos en una puesta en escena que se planta sin dejar los bordes.
Por Nadia Fink / Foto por Lara Fleites Fink
Marlene Wayar fue invitada a presentar su libro, Travesti. Una teoría lo suficientemente buena de la Editorial Muchas Nueces, en el stand “Orgullo y Prejuicio” de la Feria del Libro de Buenos Aires. Susy Shock, como copresentadora para sumar ideas y canciones. Hasta ahí la información de una nota cualquiera. Sólo hasta ahí, porque lo que sucedió en la Sociedad Rural (a modo de trava-lenguas) está lejos de una crónica afín al conservadurismo oligarca y patriarcal que emana el predio.
“Estamos cansadas de tener que representar todo los formatos heterosexuales, que son muy aburridos, cómo por ejemplo dos personas que se sientan a presentar un libro”, dijo un rato después Marlene. Las Cotorras ya habían hecho su aparición. El grupo de artistas travas, tortas, y maricas que viene llevando adelante cada primer jueves del mes su presentación en Mu-trinchera, se encargó de la entrevista pero también de iniciar la presentación con un apequeña performance en el pasillo del pabellón Ocre. De fondo, en otros stands, sonaba un carnavalito jujeño y un tango porteñazo. Acá Las Cotorras, verdes y chillonas, irrumpieron el devenir cotidiano para invitar a una charla diferente.
“Las Cotorras fueron enjauladas y llevadas por todo el mundo. Se reprodujeron y se convirtieron en plaga. Tienen la capacidad de chillar, graznar y vocalizar. Si nos puede pasar algo del cotorreo, por ahí podemos volar y huir de este sistema que nos tiene apresadas”, contó Marlene sobre sus amigues verdes.
Y como se va construyendo en comunidad, estaba también la artista y amiga Susy Shock, para ponerle palabras y música a la tarde. El tema de las grupalidades estuvo en el devenir de la noche. De hecho, la presentación en sí fue una red tejida desde hace años: Por segundo año, el stand “Orgullo y prejuicio” ofrece material feminista y disidente, e invita a realizar actividades. En una Feria donde la autogestión llega para ocupar lugares importantes, Muchas Nueces, editorial cooperativa, se asoció con la editorial también cooperativa Chirimbote y la distribuidora independiente Oasis, cuentos para niñxs para estar presentes desde el stand “Infancias Libres”. Allí estaban, entonces, para generar ese diálogo entre música y palabras que se truncó al principio porque el tango macho y llorón sonaba demasiado fuerte en un stand cercano. Entonces las palabras, las reflexiones y el humor se apoderaron de la noche. Y las Cotorras empezaron a preguntar…
–Ustedes dicen que el primer objeto de arte a construir es una misma… ¿Cómo se puede unir desde ese lugar al activismo con el arte, con la poesía, con lo más profundo de los seres humanos?
Marlene: Desde que se creó el Estado-nación sufrimos opresiones. Y venimos a traer nuestra propia historia. Entre los 8 y los 13 años migramos desde la propuesta intersexual, porque la heterosexual nos deja en situación de calle. Hay toda una sociedad adulta esperando, predadora, a someternos a sus perversiones sexuales y todo eso imprime nuestras infancias. Este colectivo ha tenido que chupar pijas para sobrevivir, y lo digo sin eufemismos.
Entonces creemos que ser nuestro propio objeto de arte es luchar contra nuestro adultocentrismo. Pensar en eses niñes y darles las posibilidades de desarrollo para que tengan como prioridad exclusiva ser su propio objeto de arte. Estar con la mirada atenta (ver que no crucen una calle con el semáforo en rojo, ver que no se quemen con el horno, que no metan los dedos en el enchufe), pero no prohibir muchas otras cosas más. A lo que van a elegir no le podemos imprimir nuestros parámetros. Pienso más que empoderarles, darles poder, hay que decirles que pueden y no empobrecerles la riqueza que traen desde que nacen.
Susy: Pienso en herramientas concretas. Les invitamos a pensarlas en las crianzas amorosas que estamos intentando hacer. Hay un momento terrible, que es el de la socialización, cuando llevamos a nuestras crianzas a las sala de 3, pero hay algo que salió la otra vez y es importante: discutamos desde el momento cero con la institución. Planteemos desde el principio: “No quiero que vaya a ese rincón donde los separan porque es de ‘nene’ o de ‘nena’, yo te lo firmo, quiero que la directora lo firme”… Hay que dar cuenta de las otras maneras para que esto cambie. Venimos criando de otra manera, abrazando de otra manera, el pedido es que no me lo interrumpas.
“Nacemos en diáspora, en campo enemigo”
–¿De qué hablás cuando hablás de “identicidio”?
Marlene: La estamos proponiendo como nueva categoría jurídica del código penal mundial, como cuando se habla de genocidio. Sabemos que cada Estado-nación se ha fundado sobre un genocidio y la heterosexualidad se da en todas las culturas. Pero nosotras nacemos en diáspora, en campo enemigo: somos maricas, tortas y travas que nacemos en un hogar heterosexual. Cuando a una niña negra la maltratan en la escuela, vuelve a su casa y recibe el consuelo de su madre; o cuando a un judío lo persiguen, se refugia en el papá; pero a nosotras, cuando nos maltratan en la escuela volvemos y no somos abrazadas, nuestra familia nos impone silencio, no sabe defendernos.
Y acá hubo momentos muy significativos en la colonización cuando la conquista política y religiosa que sucedió en América. Nos juntaron en la plaza pública, donde se junta el pueblo, nos latiguean y una vez ensangrentadas nos tiran los perros mastines para que nos devoren adelante de toda la gente. En esta performance terrible de la inquisición española llega el silencio y se nos empieza a desconocer. Toda una sociedad empieza a perseguirnos. Lo que sucede es que seguimos naciendo, a pesar de todo. Insistimos en hablar aunque no aparezcamos en los textos de primaria y secundaria; hablamos desde el cuerpo.
Y este es el genocidio que sucede con las travas de manera muy explícita. Somos el último orejón del tarro en lo jurídico también y es imposible que en Argentina se nos pague por todo lo que se me debe. A los 18 años tenía un título habilitante para dar clases de arte y me pregunto: ¿cuánto podría haber trabajado desde esa edad, quién cuenta las manzanas que no me regalaron, las noches que pase presa, las rejas que se me cerraron? Todo eso intangible que me robaron y que quiero que me devuelvan. ¿Cuántos son capaces de evaluar esto? Entonces, el pedido es que todo eso me sea devuelto en términos económicos, que es el único término que entiende este mundo heterosexual, para que tengan miedo. Porque no podrían pagar todo esto ni a mí ni a todas las que vengan después. Entonces, se trata de ponerles en la cara una nueva categoría jurídica porque le trastocamos el lenguaje a cada paso: es un “identicidio” porque se trata de nuestra identidad.
Susy: Tenemos todo el derecho a la venganza a ir contra todo y sin embargo, como dice de manera mucho más linda la artista Camila Sosa Villada, ya estamos acá, te estamos rodeando… vamos a atender a tu crianza, vamos a ser Presidenta, vamos a estar en la Rural; te vamos a rodear cada vez más, pero te vamos a tratar mucho mejor que ustedes a nosotras..
Hay mucho pateado para estar acá, pero también esta hegemonía ya no tiene creatividad, y sin perder ese espíritu de borde siempre está bueno tomar este espacio. Acá no nos sigue la heterosexualidad, sino la gente que pelea contra su sistema pero que no tiene que ver con su sexualidad. Y una vez que llegamos a ciertos lugares, no distraernos con que nos estén mirando, sobre todo quienes estemos visibles: Está bien estar ahí, pero pensando…
“Volvamos a poder poner en posibilidades de desarrollo la capacidad de juego”
–Después de todo esto me dan ganas de salir a matar, pero sé que tenemos que estar con el amor y el abrazo y que “no queremos ser más está humanidad”. Pero, ¿qué hacemos cuando nos vamos de acá?
Marlene: La clave está en el movimiento autónomo en el que hacemos todo, como lo hacemos con los libros en la editorial Muchas Nueces. He pasado por muchos espacios, por la trashumancia artista de las travas, donde tocamos los tambores por horas y somos felices entre nosotras. Y por ahí son los tiempos de salir a construir con las cuerpas, salir a buscar la heterogeneidad y construir la “nostredad”, que es una intervención de la “otredad”. La otredad nos marca el miedo al otro y la reacción, que es el ataque; proponemos ir en contra de esto para hacernos nostredad, ser conscientes de que somos diferentes y que esa parte es la que aprecio y la que me gusta. Realmente nos atrae la diferencia. Nos han hecho creer que nos atrae lo mismo y nos es verdad, y así fragmentamos los cuerpos: somos tetas, pijas, culos, y la idea es volver a ser unes todos juntos.
Volvamos a poder poner en posibilidades de desarrollo la capacidad de juego. Si algo no es placentero, está mal.
El tiempo va terminando y el tango dejó de sonar. Es tiempo de que Susy entone fuerte, sin micrófono e invite a las voces colectivas. Ofrece, un poco antes, “a que cada quien que haya venido, para que no pierda esa crianza interior, para que la sostenga, para que gane todas las batallas en este mundo adultocéntrico y violento, les vamos a cantar una canción de cuna para que se vayan lo más abrazades posibles”. “Porque también el caos pasa y las canciones de cuna quedan”, nos dice Susy mientras cantamos en una sola voz, fuerte y emocionada.
Un poquito antes del cierre, ellas, las verdes, las parlanchinas, la plaga que resiste amando y haciéndose oír, canta fuerte, para que no olvidemos de qué lado nos paramos, para que tengamos a mano cuáles siguen siendo nuestros orígenes y las batallas futuras: “Golpeando tachos vacíos, cortando rutas van nuestros cuerpos despatriarcando”… ¡Y que otrxs sean lo normal!, tenemos ganas de gritar fuerte cuando la calma vuelve a la Rural aunque nada, por suerte y noches como estas, sea como antes.