Se cerró anoche la III Cumbre de de América del Sur-Países Árabes en Perú. La ‘Declaración de Lima’ afirma el derecho de Palestina a la independencia, la soberanía argentina sobre Malvinas y sienta bases para las relaciones entre los dos bloques regionales.
Se cerró hoy en Lima la III Cumbre de de América del Sur-Países Árabes (ASPA) de la que participaron delegaciones de los miembros de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y los de la Liga Árabe de Naciones. Los estados ausentes fueron Paraguay, suspendido de la Unasur tras el golpe de estado que derrocó al presidente democráticamente electo Fernando Lugo, y Siria, que se excusó por no participar a causa del grave conflicto desestabilizador que se desarrolla en su territorio.
La cumbre duró dos días, en los cuales el Consejo de Ministros de Relaciones Exteriores de los países miembros prepararon un documento, la Declaración de Lima, que luego fue puesta a punto por los jefes de estado y de gobierno.
“El futuro de nuestras regiones depende de nuestra capacidad de desarrollo y de cooperación, invirtiendo fuertemente en la educación, la ciencia, la tecnología y permitir la expansión e innovación para garantizar la seguridad alimentaria y energética, temas importantes en el siglo XXI”, indicó en su discurso de apertura el presidente del país anfitrión, Ollanta Humala. Y justamente la coordinación política, económica y financiera entre países suramericanos y árabes, la cooperación en educación, cultura y medio ambiente fueron los temas más tocados durante la cumbre.
Suramérica y los países árabes suman un PBI de 5,4 billones de dólares y cuentan con una población total de 750 millones de habitantes, y las relaciones comerciales llegan hoy a los 30 mil millones de dólares anuales, un techo que se busca superar a través de la suscripción de acuerdos de cooperación como la Declaración de Lima.
Allí, los países suscriptores acordaron unos 70 puntos que serán vueltos a ajustar en el próximo Consejo de Ministros de Relaciones Exteriores del ASPA previsto en Barhein en 2013. Entre los puntos más importantes, se destacan la condena al terrorismo en todas sus formas y manifestaciones, la estricta observancia del derecho internacional, el rechazo al uso de la fuerza en las relaciones internacionales, la no proliferación nuclear y el control de armamentos. En este sentido, se incluyó la propuesta para “declarar a Medio Oriente como `zona libre de armas nucleares`”, en evidente rechazo a la tenencia de este tipo de equipos por parte de Israel. También se hace mención al reconocimiento de una Palestina “libre y soberana”, siguiendo los procesos de pacificación, reconstrucción nacional e institucionalización democrática. Los jefes de estado introdujeron una condena al intento de golpe de estado en Ecuador, perpetrado hace dos años, y reafirmaron la inviolabilidad de la embajada ecuatoriana en Londres, sitiada por policías ingleses desde que el fundador de Wikileaks, Julian Assange se refugió allí.
Conflictos en vidriera
Sin embargo no fue todo un camino de rosas el que llevó a estos entendimientos. Los cancilleres que remitieron el borrador de la declaración debieron admitir que existen puntos de desacuerdo entre los diferentes países e inclusive dentro de los mismos bloques. Uno de los más duros es el que gira en torno al pedido de descolonización sobre el que avanza Argentina. El canciller Timerman pidió incluir el lunes un pedido en la declaración conjunto por el “fin del colonialismo”, algo comprensible si no hubiese comparado la situación de las Malvinas con la de las islas de Abu Musa, Tonb Mayor y Tonb Menor, parte del territorio iraní y reclamadas por los Emiratos Árabes Unidos. Timmerman calificó la posición iraní de “colonial”, algo que el país persa -que no participa de la cumbre justamente por no ser un país árabe- y sus aliados no están dispuestos a aceptar. Es de remarcar que Argentina e Irán se encuentran hoy en una negociación bilateral por el esclarecimiento de los juicios abiertos por la voladura de la AMIA, por la cual la justicia argentina pidió la extradición de ocho funcionarios iraníes culpándolos de terrorismo internacional. Al final de la jornada, la postura argentina, apoyada principalmente por Venezuela y Ecuador, fue la que se reflejó en el documento, aunque no se hace mención a la situación iraní. La Declaración de Lima apoya a la Argentina en su reclamo de soberanía sobre las Islas Malvinas y rechaza la explotación unilateral hidrocarburífera que realiza el Reino Unido en el Atlántico Sur.
Otro de los entredichos se abrió entre Bolivia y Perú, cuando la delegación boliviana quiso incluir en la declaración el reconocimiento de la hoja de coca como patrimonio cultural, causando la oposición de Perú. El presidente Evo Morales protagonizó otro de los cruces de la cumbre, al rechazar los dichos de su par chileno, Sebatián Piñera, que durante un acto en Valparaiso el fin de semana pasado, aseguró que usará “toda la fuerza” para mantener las fronteras trazadas por el Tratado de Límites que en 1904 dejó sin salida al mar a Bolivia, luego de la Guerra del Pacífico que se desarrolló entre 1879 y 1884. “No es posible que sus altas autoridades digan que van a utilizar toda la fuerza. En mi percepción no sólo es una amenaza para Bolivia, sino también para el Perú. Chile es un peligro para la región porque estamos en tiempos de integración”, aseguró Morales durante su intervención en la cumbre, aunque destacó que “sigue creciendo el gran sentimiento en el pueblo chileno de devolver el mar a Bolivia”.