Una nueva huelga minera en Sudáfrica interrumpe la paz social. Se trata del conflicto más importante desde el fin del Apartheid en 1994.
15.000 mineros sudafricanos se declararon ayer en huelga por mayor democracia sindical y aumento de sueldos. Son los trabajadores de la mina de oro KDC, explotada por la firma multinacional Gold Fields, cotizada en la bolsa de Nueva York y Johannesburgo. Y justamente en los suburbios de la metrópoli africana explotó el conflicto más importante que vive Sudáfrica desde el fin del régimen de Apartheid, en mayo de 1994. El lunes a la mañana los trabajadores cortaron la entrada a la mina, y allí están aún esperando una respuesta oficial de sindicatos y patronales. Lo mismo hicieron los 1.500 mineros que trabajan en los yacimientos de platino de Bathopele, explotada por otra multinacional de capital extranjero, Anglo American Platinum, principal firma del mercado de platino del mundo. Los trabajadores de Bathopele desafiaban anoche a los centenares de policías antimotín enviados para reprimir la huelga “ilegal”, mientras que en el cuartel de Lenasia el ejército sudafricano se declaraba “en alerta máxima” por primera vez desde el fin del apartheid.
Aún quedan frescas las imágenes que recorrieron el mundo luego de la matanza de 34 mineros por parte de la policía el pasado 16 de agosto en la mina de platino de Marikana, a unos 100 kilómetros de Johannesburgo. Entonces 270 trabajadores fueron arrestados y acusados de asesinar a sus compañeros.
Economía, política y sociedad bajo tierra
Sudáfrica posee el 80% de las reservas mundiales de platino. La mitad de ellas son explotadas por Anglo American Platinum, lo que representa el 40% de la producción mundial. La firma británica Lunmin, que extrae platino de la mina de Marikana donde se produjo la masacre, denunció ayer pérdidas por 75 millones de dólares desde el comienzo de la huelga. Mientras tanto, el precio del platino a nivel mundial aumentó en un 20% desde que los trabajadores de esa mina comenzaron el paro. Cuatro de las minas de Anglo American Platinum están hoy paralizadas por sus trabajadores y, sumadas a la de Lunmin, representan casi el 25% de la producción mundial de este metal.
Los mineros están luchando por un aumento salarial que les permita llegar a un mínimo de 12.500 rands (unos 1.250 euros o 1.500 dólares mensuales), lo que representaría un aumento del 50% con respecto a los sueldos actuales. Sin embargo el conflicto trasciende las demandas salariales.
Luego de la masacre de Marikana, el Sindicato Nacional de Mineros (NUM por sus siglas en inglés), principal gremio del sector, firmó un acuerdo con Lunmin en el cual se exigía que los 10.000 trabajadores volvieran “de forma definitiva” a sus labores mientras empresarios y gremio continuaban las negociaciones. Por eso, en los conflictos de Johannesburgo, Bathopele, Siphumelele explotados en las últimas horas, uno de los reclamos más fuertes es la sustitución de los representantes sindicales mineros.
NUM es uno de los aliados históricos del gobernante Congreso Nacional Africano (CNA), partido surgido de la lucha contra el apartheid y que gobierna desde 1994. Nacido de la unión del Partido Comunista, el Congreso de Sindicatos de Sudáfrica y diferentes partidos nacionalistas, el CNA mantuvo un perfil de izquierda en sus primeros años y hoy es fuertemente cuestionado por los sectores más humildes del país. Luego de la instauración de la democracia, y del primer mandato de Nelson Mandela, los sectores populares vieron consolidarse el poder económico de la minoría blanca y de una élite negra que se expresa en la actual conducción política. Ésta fue la que permitió la instalación de grandes multinacionales para la extracción de oro, platino, carbón y diamantes, cuya exportación le permitió transformarse en la primer potencia económica del continente africano. La industria minera emplea hoy a medio millón de sudafricanos, sin embargo sus ingresos son de los más bajos del mundo. Con un desempleo que supera el 25% de la población económicamente activa y un descontento generalizado, potenciado por estas nuevas huelgas obreras, el actual presidente, Jacob Zuma, ve disiparse la posible reelección para la CNA, a la que apuntaba para el mes de noviembre.
Mientras tanto se consolidan las protestas. Ayer, el carismático Julius Malema, de 31 años, ex líder de las juventudes del CNA, improvisó un discurso ante la planta de Gold Field, frente a los mineros en huelga. Allí anticipó lo que industriales y políticos sudafricanos temen: “debe haber una huelga nacional en todas las minas. Deben suspender la producción hasta que los patrones vengan a nosotros”.