El Diccionario de Favelas “Marielle Franco”, una iniciativa conjunta de la comunidad académica y quienes viven en las favelas, es una plataforma online que busca ofrecer otras narrativas sobre los territorios y las personas que habitan los barrios populares de Brasil, por fuera de la mirada estigmatizante de los medios hegemónicos de comunicación. Hablamos con Sonia Fleury, creadora del proyecto e investigadora de la Fundación Oswaldo Cruz.
Por Ignacio Marchini | Fotos: Diccionario de Favelas “Marielle Franco”
El Diccionario de Favelas “Marielle Franco”, surgido en 2014 y basado en el formato de Wikipedia, es “una plataforma virtual de acceso público para la producción y circulación de conocimientos sobre las favelas y periferias”, según figura en su página web. Producto de una articulación entre universidades, instituciones y colectivos organizados de los barrios populares de Brasil, el Diccionario busca estimular y permitir la recolección y construcción colectiva del conocimiento, con un rol preponderante de las y los habitantes de las favelas. Marcha dialogó sobre este proyecto con su ideóloga Sonia Fleury, Doctora en Ciencias Sociales, investigadora de la Fundación Oswaldo Cruz e integrante del Consejo Editorial del Diccionario.
¿Cómo surgió la iniciativa de hacer el Diccionario y qué cambió entre la idea original de 2014 y su versión actual?
Yo venía de otra área, mi especialidad es en políticas públicas de salud y políticas sociales. Me involucré mucho en la construcción de programas universales de Protección Social en Brasil y en América Latina. Además, estuve muy involucrada con la Universidad Nacional de Lanús (UNLa), donde publicamos un artículo sobre el Diccionario en la revista Salud Colectiva, una publicación científica de acceso abierto editada por el Instituto de Salud Colectiva de la facultad.
El esfuerzo que veníamos haciendo no era malo pero era limitado. Hacía falta construir un ciudadano, no solo una construcción legal e institucional. Entonces decidí entrar más en contacto con los barrios populares, donde yo percibí, desde un primer momento, que había una juventud mucho más involucrada en crear cosas, casi una forma de rebelión contra la exclusión que siempre ha vivido. Al mismo tiempo, me enteré que los conocimientos sobre las favelas eran muy pocos o estaban concentrados en la academia, porque la propia política pública negaba la existencia misma de los barrios. Si tú mirabas unos años atrás los mapas de Río de Janeiro, donde debían estar las favelas había árboles.
Sus luchas, sus resistencias, sus liderazgos, la historia de su cultura política propia, la organización barrial, son muy poco conocidas. Están los saberes de la propia comunidad y también de investigadores que estudian el tema, pero que tampoco son tan accesibles. Además, se genera una jerarquía entre los saberes populares y los universitarios. Entonces, todas estas problemáticas fueron las que me hicieron buscar un instrumento que fuera de última generación, una plataforma wiki propia. Porque usamos su tecnología pero no quisimos hacerlo dentro de la propia Wikipedia porque tenemos principios políticos distintos. En Wikipedia uno tiene un artículo único, lo que significa que hay consensos implícitos. Y nosotros sabemos que hay disensos y queríamos manifestarlos. Entonces, si uno quiere escribir sobre la historia de las favelas puede hacerlo y todas las opiniones quedan reflejadas, dando lugar al debate.
Uno de los problemas que fueron surgiendo fue que, en un principio, la plataforma era solo para escribir artículos. Y las personas que viven en las favelas, aunque tengan una capacidad de reflexión muy aguda sobre su realidad y su situación política, no están disponibles para escribir sobre eso. Primero, porque escribir es un habitus de clase, los universitarios somos entrenados para eso pero ellos no. Además, a las organizaciones territoriales no les parece que los militantes de las favelas deban parar su actividad para escribir. Entonces tuvimos que cambiar la plataforma y agregar otros recursos, sobre todo multimedia, y otras formas de manifestación que son típicas de los jóvenes, como la música hip hop, el funk, la poesías, las fotos.
¿Cómo impactó en el desarrollo del Diccionario la llegada de Jair Bolsonaro a la presidencia?
La llegada de Bolsonaro ha implicado varias cosas. Por ejemplo, yo trabajaba en la Fundación Getúlio Vargas, una institución formadora de empresarios. Con un régimen más autoritario en el país, las instituciones empezar a expulsar a las personas que eran inconvenientes, como yo, y que ellos habían tolerado durante 30 años. Ahí nos fuimos a la Fundación Oswaldo Cruz, una institución que tiene un compromiso social mucho más definido y que tienen relaciones con las favelas alrededor de la propia fundación.
Entonces, por un lado, fue una amenaza a la continuidad del proyecto pero, por el otro, terminamos en una institución que está mucho más identificada ideológica, política y socialmente con la propuesta. Eso también se ha reflejado en la propia aceptación del proyecto por parte de los liderazgos de los barrios. Porque el haber surgido en la Fundación Getúlio Vargas, aunque yo no era identificada con la ideología de esa institución, había cierto temor y desconfianza por parte de los liderazgos territoriales por ser una fundación vinculada a la derecha y los empresarios.
Después, hay problemáticas que van más allá de Bolsonaro. El racismo es un componente estructural de las relaciones de poder en Brasil. Eso no cambió, no es más ni menos que antes. Puede ser más o menos explícito según el momento político. Si hay un gobierno que es misógino, muy próximo a los paramilitares y a la policía, que domina parte del poder institucional en Río de Janeiro y parte de las favelas, es mucho más riesgoso para la población de esos sectores, particularmente las mujeres. Además, se produjo una liberalización de la compra de armamentos pesados, que termina siendo un mecanismo legal para que accedan a esas armas los paramilitares y los narcotraficantes.
Justamente, hablando de la violencia paramilitar y policial, hay claros indicios de que integrantes de esos sectores participaron del femicidio de Marielle Franco en 2018. Además de que ella nació y vivió en una favela, ¿por qué la eligieron para nombrar el diccionario?
Inicialmente, el proyecto se llamaba el “Diccionario Carioca de Favelas”, pero ella fue una de las personas que desde el inicio apoyó fuertemente la idea. Cuando la invité a escribir, inmediatamente hizo su contribución. Uno de los artículos del diccionario lo empezó ella; luego de su asesinato lo terminó el grupo político que la acompañaba.
Decidimos hacer ese homenaje a Marielle porque ella representó mucho en muy poco tiempo. Se tornó en un símbolo muy fuerte de la necesidad de nuevas maneras de hacer política y nuevas consignas. Era una mujer de favela, era negra, era lesbiana. Defendía a todas esas poblaciones marginalizadas por el sistema. Fue votada por muchos de las y los jóvenes de la ciudad, y no solo de las favelas. Cuando fue asesinada, hubo manifestaciones en todas partes de Río de Janeiro y otras ciudades de Brasil. Era una persona que hacía política de ciudadanía: junto con la gente, junto con los movimientos jóvenes. Eso amenazó a los poderes del Estado.
Las mujeres de las favelas que están entrando en la política es un fenómeno nuevo. Antes, los movimientos de barrios eran muy anti estatales, como los movimientos sociales en general. Hay un cambio más reciente en el sentido de que empiezan a disputar en esa arena de la representación. Pero con un empuje bastante distinto, en la forma de las mandatas, que son grupos en los que se elige una candidata pero todas participan en la representación. Matar a Marielle fue un intento de impedir que esa voz se manifieste. Pero esas mujeres que eran de su grupo, que eran negras y faveladas, fueron elegidas para la Legislatura para continuar su legado. Hubo una reproducción y aumento de la participación de esos grupos.
Nosotros asumimos que la voz de Marielle no podía callarse. El diccionario es un compromiso con su voz, con sus banderas: defendemos a las personas de las favelas, la población negra, los jóvenes, el colectivo LGTBIQ+. Abrimos un espacio para que su voz pueda circular por la ciudad. Por eso le pusimos su nombre.
En el artículo publicado en la revista de la Universidad Nacional de Lanús afirman que no es suficiente el diccionario para generar un cambio en la subjetividad del sujeto de la favela. ¿Qué podría motorizar efectivamente esa transformación?
Hay un autor que es originario de una favela de San Pablo, Tiarajú Pablo D’ Andrea, que ha creado un concepto muy interesante que es el de “sujeto periférico”. La discusión del proceso de subjetivación de los habitantes de las favelas está ocurriendo; el diccionario no va a crear eso, nosotros somos parte de algo que está en curso. La propuesta de ese autor es que antes, los partidos de izquierda o los colectivos eclesiales de base, iban a esos barrios a organizar a la gente a partir de un concepto de carencia, de necesidades insatisfechas. Lo que D’ Andrea dice que ese enfoque no aumenta la autoestima de nadie: colocarse como pobre, como carente. En el nuevo proceso de subjetivación que está en curso, ese joven de favela que antes tenía temor de decir dónde vivía cuando buscaba empleo o cuando se presentaba, hoy no lo vive así. Ahora le genera un cierto orgullo.
Es a través de la cultura, la poesía, la danza, el teatro, la música, como el hip hop o el funk, que esas personas pasaron a manifestarse desde un lado no de la carencia, sino de la potencia. Hoy se ven empoderados los jóvenes, como alguien que tiene una identidad positivada. Eso es un proceso muy reciente de construcción de una ciudadanía insurgente y colectiva. Estas nuevas formas de organización serán un desafío para las elecciones presidenciales de este año, sobre todo para Lula. Porque él tenía como base al trabajo formal, organizado, sindicalista, una forma más tradicional. Pero ya hace algunos años, el Movimiento de los Sin Tierra empieza a ser muy fuerte y a manifestarse como un actor político muy importante. También el Movimiento de los Sin Techo, organizados por la falta de viviendas populares. Son sujetos políticos con los que va a necesitar articular para gobernar.
Pero en las favelas también hay grupos muy reaccionarios vinculados a Bolsonaro, los pentecostales, que han crecido enormemente en todas las periferias. Entonces, tenés ese grupo más insurgente de jóvenes y otro más tradicionalista, que ve una propuesta religiosa que también les valora como personas, que les saca el estigma de marginal. Esa va a ser la gran disputa de las elecciones. Bolsonaro va a tener mucho apoyo de los capos de esas iglesias, que son como una mafia y que tienen, en Brasil, un proyecto político propio.