En una de las provincias más conservadoras del país, les socorristas enfrentan prejuicios y violencia institucional para sostener la legalidad del aborto y garantizar derechos fundamentales.
Por Redacción Marcha
En un país que celebra la legalización del aborto como una conquista histórica de los feminismos, la lucha por garantizar este derecho sigue viva y enfrentando desafíos. Les socorristas, una red feminista que acompaña a quienes deciden interrumpir un embarazo, continúan su activismo incansable en todo el territorio nacional. Pero, ¿qué significa ser socorrista en una provincia conservadora como Catamarca?
Esta pregunta cobra aún más relevancia en el contexto actual de Argentina, con el avance de discursos autoritarios y antiderechos liderados por el gobierno de Javier Milei, quien pretende poner en jaque el reconocimiento de derechos fundamentales, como la Ley 27.610 de Acceso a la Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE), aprobada en 2020. Un clima de retroceso en los derechos de las mujeres y las disidencias. En este escenario, les socorristas están en la primera línea de defensa, sosteniendo con su trabajo cotidiano la legalidad y el acceso al aborto seguro.
En Catamarca hay tres socorristas. Sí, tres socorristas para toda la provincia y sus más de 400 mil habitantes. Sin embargo, este número no parece alarmarles, se ríen de su capacidad: en la actualidad acompañan al menos a 50 personas gestantes por mes y realizan consejerías donde garantizan métodos anticonceptivos y entregan test de embarazos. Conversamos con Victoria, Inti y Cris, activistas transfeministas que sostienen la legalidad del aborto en contextos de crueldad y precariedad.
El acompañamiento como práctica política
Les socorristas, ante todo, cuidan. Muchas veces lo hacen sin medir toda la carga que implica este tipo de práctica en sus vidas. Es como si hubieran desarrollado un superpoder que coloca la empatía por delante ante cualquier situación. Nos reunimos en el espacio donde realizan sus acompañamientos. “Recién hicimos una reunión con diez personas”, explican con naturalidad mientras nos sentamos. En la mesa, además de sus metódicos cuadernos donde anotan cada paso, tienen dos platos con caramelos que comparten con hospitalidad. Mientras preparan el mate y nos acomodamos hacen chistes, saben muy bien cómo hacer sentir cómoda a una persona cuando llega a su encuentro.
“Este espacio de militancia es diferente a cualquier otro. La política que se gesta acá es completamente diferente, es feminista”, remarcan al comenzar la charla. Y es que, para elles, ser socorrista es un modo de vida: “nos atraviesa profundamente”, expresa Victoria, una de las pioneras en Catamarca con más de ocho años de experiencia. “Yo no puedo imaginar una vida sin el socorrismo -agrega- es una militancia que atraviesa tu vida, no tiene horarios, feriados ni descansos”. Para quienes forman parte de este colectivo, el socorrismo es un compromiso social y una forma de vida que, aunque intensa, está motivada por el deseo de garantizar el acceso a derechos que el Estado muchas veces no cumple.
El socorrismo es una práctica feminista que surge en Argentina en el marco de la lucha por el derecho al aborto seguro, legal y gratuito. Inspirado en movimientos internacionales como el de “Jane Collective” en los Estados Unidos de los años ’70, el socorrismo en nuestro país toma forma alrededor de 2012 con la creación de la red Socorristas en Red, que articula el acompañamiento a personas que deciden interrumpir un embarazo a través de la provisión de insumos (métodos anticonceptivos, preservativos, test de embarazos, etc.), con médicas amigables para garantizar el acceso a la IVE en el sistema público y que garantizan el acceso a información segura a través de un acompañamiento amoroso y del apoyo emocional.
Esta práctica cobró especial relevancia en un contexto en el que, hasta la sanción de la Ley, el aborto era ilegal en la mayoría de los casos, lo que empujaba a muchas personas gestantes a realizar procedimientos inseguros. Sin embargo, el trabajo de les socorristas no terminó con la legalización del aborto en 2020. Al contrario, su rol se volvió aún más importante para asegurar que la ley se implemente en todo el territorio nacional, enfrentando la resistencia de sectores conservadores y profesionales de la salud que, en muchos casos, se amparan en la objeción de conciencia para no garantizar este derecho.
Ser socorrista no es una tarea fácil, ni en lo práctico ni en lo emocional. En Catamarca, este trabajo ha atravesado varias etapas. Como relatan sus integrantes, el colectivo comenzó con un número de teléfono y la construcción de confianza a través de la práctica. “Llamar a Rosa” era la consigna inicial: una llamada para obtener información confiable y segura. Hoy, aunque algunas de las primeras socorristas han seguido otros caminos, el trabajo de acompañamiento no ha cesado. Desde entonces, el número de Rosa comenzó a circular por toda la provincia hasta convertirse, incluso, en el número al que derivan algunes profesionales de la salud hasta incluso las clínicas privadas.
La ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo fue aprobada en diciembre de 2020, marcando un hito histórico en los derechos de las mujeres y personas gestantes en Argentina. Después de décadas de lucha del movimiento feminista, que tuvo su punto más álgido con el masivo Ni Una Menos y los pañuelazos verdes, la ley IVE permitió el acceso al aborto hasta la semana 14 de gestación de manera segura, gratuita y legal en todo el país.
Sin embargo, la implementación de la ley ha sido desigual y enfrenta obstáculos, particularmente en provincias más conservadoras como Catamarca. “Vivimos en una provincia conservadora, tradicionalista y religiosa, donde el prejuicio y el miedo son constantes”, explican. Paradójicamente se trata, también, de una de las provincias con más acompañamientos del país: “Durante 2023 fuimos la cuarta provincia con más acompañamientos después de Buenos Aires, Córdoba y Neuquén, este dato no es menor porque nuestra población es mucho más pequeña”, explica Victoria.
Ser feminista y socorrista en tiempos de autoritarismos
El estigma que enfrentan las feministas en el país se siente con más fuerza en provincias conservadoras. La idea de que “las feministas piden demasiado” y que incluso son responsables del avance de la derecha extremista ha permeado en algunos sectores de la sociedad. “Es contradictorio”, señala Victoria, “porque luchamos por los derechos de toda la población, por la igualdad, y el castigo nos cae a nosotras”.
Este tipo de discursos se ha visto amplificado en el actual gobierno de Javier Milei, cuya administración promueve una visión de los derechos basada en un ultraliberalismo individualista, que deja fuera a los sectores más vulnerables. Las políticas de recorte y las declaraciones del presidente, que ha cuestionado a los feminismos y los derechos sexuales y reproductivos, han generado un clima de retroceso en el que muchas mujeres y personas gestantes sienten que sus derechos están en riesgo.
Para les socorristas, el actual contexto político condiciona necesariamente su práctica. En ese mismo sentido los discursos de odio sostenidos tanto por el gobierno nacional como por empresas de comunicación y trolls pagos construyen sentidos y legitiman acciones. “Estamos viendo que aquellos comentarios que las personas antes se guardaban porque era, al menos políticamente incorrecto, volvieron”, denuncia Victoria. Por ese motivo, desde la colectiva están atentas a las malas prácticas pero también a toda esa violencia institucional que se está recrudeciendo nuevamente: “Hay personas que no está pudiendo acceder, que están siendo violentadas, apartadas de este derecho”, agrega Cris.
En provincias como Catamarca, ser feminista en este contexto conlleva enfrentarse a discursos de prejuicio que incluso emergen desde dentro del propio movimiento. “El 8M sentimos que la marcha estuvo fragmentada y que en gran medida se debe a un posicionamiento político e ideológico. De igual manera seguimos apostando a la articulación entre otros espacios de lucha feminista en el territorio”, explica Victoria.
A pesar de las dificultades, les socorristas no retroceden: “Ante estas situaciones vemos que nuestro activismo ahí es fundamental, aunque muchas veces lo sentimos en soledad, porque sí es difícil: maternar, trabajar, estudiar y ser activista transfeminista en una provincia como Catamarca”, expresa Victoria. Pero enfatiza: “Esto también nos moviliza, nuestra vida no tiene significado sin esta actitud”.
El desafío del interior: distancias, precariedad y estrategias de acompañamiento
Acompañar a personas que deciden interrumpir un embarazo en provincias como Catamarca no es una tarea sencilla y las complejidades aumentan cuando se trata de llegar a las zonas más alejadas. “Es el interior del interior”, dicen mientras ríen de la lógica centralista que atraviesa a toda la Argentina. Les socorristas se encuentran con un sinnúmero de dificultades al intentar brindar apoyo en los dieciséis departamentos que comprenden a la provincia, donde la precariedad en los servicios de salud, la falta de información y el conservadurismo social son una barrera más a superar.
En el interior, explican, las personas gestantes enfrentan una realidad aún más adversa que en la capital. “Nos hemos encontrado con mujeres que no tienen teléfonos personales o que sus parejas no las dejan hablar”, explica Inti. Además, la falta de acceso a consultas ginecológicas es alarmante, y en muchos casos, quienes atraviesan un aborto espontáneo ni siquiera logran acceder a una consulta médica.
Frente a estas barreras, les socorristas desarrollan estrategias para llegar a las personas del interior, incluso cuando las distancias y las limitaciones en infraestructura dificultan el acceso. “Nosotras militamos en la Capital y hacemos un esfuerzo muy grande para llegar al interior, pero es complicado. A veces las distancias son enormes, y ni siquiera podemos confiar en que atenderán una llamada de ayuda”, se lamenta Cris.
Una de las principales estrategias de comunicación que utilizan es la recomendación. “El interior es muy particular. Muchas veces la comunicación es diferente, y nos cuesta que la gente nos atienda o confíe en nosotres” reconoce Inti. Por ese motivo, su práctica se sostiene en el famoso “boca a boca”: “Una persona que acompañamos recomienda a otra, y así se va generando la red”, explica.
El acompañamiento también depende, en gran medida, de contactos locales que actúan como puentes entre les socorristas y quienes necesitan apoyo. Estas personas, muchas veces médicas, trabajadoras sociales, activistas feministas o referentes comunitarias, ayudan a distribuir información sobre los derechos reproductivos y a coordinar la logística de los acompañamientos. Sin embargo, no siempre es fácil encontrar aliades en el interior. “Nos hemos encontrado con médicos que, simplemente, no nos responden los mensajes o las llamadas. Es muy frustrante, pero seguimos insistiendo”, relata Cris.
Además, les socorristas utilizan las redes sociales y plataformas digitales como una herramienta clave para superar las barreras geográficas. “Muchas veces, la primera aproximación es a través de las redes sociales. Ahí compartimos información sobre la Ley y los derechos de las personas gestantes, y también explicamos qué hacer en caso de que no les garanticen un aborto seguro”, comenta Inti.
El socorrismo como red de cuidado
Frente a la violencia institucional y la desinformación que sufren quienes buscan acceder a un aborto seguro, el socorrismo se erige como una red de cuidado. Les socorristas han desarrollado mecanismos de protección y apoyo que permiten que el trabajo se mantenga en marcha, incluso en los contextos más hostiles.
“Hoy en día, la palabra ‘cuidado’ para nosotres es central. Si no nos cuidamos entre nosotres, no podemos cuidar a otras personas”, explica Inti. Este cuidado se manifiesta no solo en la protección de las integrantes del colectivo, sino también en la forma en que acompañan a quienes necesitan interrumpir un embarazo. La información, aseguran, es clave para que todas las personas que acuden a su espacio sepan cuáles son sus derechos pero no sólo eso, también construyen un vínculo en el que se acompañan con complicidad: “Aca entran sospechando y se van como amigas”, asegura Inti.
En ocasiones, las personas que se acercan a les socorristas fueron desinformadas sobre la vigencia de la Ley de IVE. “Nos llegan discursos de personas que fueron a hospitales del interior y les dijeron que la ley ya no es válida. Eso es completamente “ilegal”, denuncia Cris. Ante esto, la estrategia es clara: información y redes. “El boca a boca, las redes sociales, la información compartida son nuestras herramientas más poderosas para luchar contra la desinformación y la violencia institucional”, afirma Inti.
¿Dónde están las feministas? Sosteniendo la legalidad del aborto
A pesar de la aprobación de la ley de aborto, los obstáculos persisten. En Catamarca, como en muchas otras provincias, la mayoría de les profesionales de salud son -mal llamados- objetores de conciencia, lo que dificulta el acceso al aborto seguro. En la Maternidad, principal centro de salud de la provincia, el 96% del personal se declara objetor, lo que obliga a quienes buscan un aborto a transitar un camino lleno de trabas.
En respuesta a estas dificultades, les socorristas han intensificado su trabajo. “Nuestro activismo es fundamental, aunque muchas veces lo sentimos en soledad”, afirma Cris. Y es que, más allá de las limitaciones estructurales del sistema de salud, la violencia institucional y los prejuicios, el socorrismo sigue siendo una herramienta vital para garantizar que el aborto legal no se convierta en letra muerta.
“Sin el feminismo y el transfeminismo la ley no se sostiene”, concluye Victoria. “Nosotres seguimos acompañando, organizades, desobedientes, poniendo el cuerpo como un acto político de resistencia. Y aunque no siempre se vea, estamos más presentes que nunca”, asegura frente al actual escenario. Para Victoria es simple: “La forma que tiene el feminismo de luchar es cuidando la red”. “Nos comunicamos a nivel país y ahora nos cuidamos al máximo”, agrega.
Durante el último tiempo -mientras las feministas sostienen leyes y acompañan vidas- diferentes sectores políticos sugieren en sus discursos e intervenciones que el triunfo electoral y el gobierno de la extrema derecha en la Argentina se debe, en parte, a la responsabilidad de los feminismos por “pedir mucho”. En un contradictorio reclamo donde la sociedad exige que los feminismos asuman todas las responsabilidades de la crisis actual, les socorristas refuerzan su pacto en defensa de los derechos de todes: “Hoy, más que nunca, vamos a seguir tejiendo redes apostando al reencuentro, por que cuando este sistema quiere dividirnos, acompañar es ese poder juntarnos: un acto político de amor y rebeldía”.
La experiencia de les socorristas en Catamarca es un ejemplo de cómo el feminismo sostiene y defiende derechos en los contextos más difíciles. A pesar del estigma, el aislamiento y la violencia institucional, continúan acompañando y garantizando el acceso al aborto legal. Y aunque muchas veces lo hacen desde la soledad, su lucha es indispensable para que los derechos conquistados no se pierdan.
Porque, como ellas mismas lo afirman, el feminismo está construyendo un mundo más justo y habitable para todas las personas, incluso para aquellas que aún no lo reconocen. Les socorristas, en su práctica cotidiana de acompañamiento, amor y resistencia, están materializando ese ideal: una sociedad que ponga a los cuidados en el centro. ¿Cuándo se dará cuenta la sociedad que las feministas no están pidiendo demasiado sino que están luchando para que el mundo sea mejor para todes?
Al cierre de esta edición Amnistía Internacional advirtió que el Gobierno nacional paralizó la compra de insumos esenciales para el acceso al aborto. De esta forma, pone en riesgo la vida y la salud de niñas, mujeres y personas gestantes en Argentina.
Este trabajo fue realizado por medio de la Beca Zarelia- Poder Elegir, impulsada por Fundación El Churo, Festival Zarelia, Wambra Medio Comunitario, con el apoyo del proyecto Poder Elegir de Oxfam en Latinoamérica y Asuntos Mundiales Canadá.