Por Hernán Boeykens / Foto: Rolando Andrade.
Alguien se preguntó alguna vez, en algún lugar, si el sol era el centro de nuestro sistema planetario, y era la tierra la que le daba las vueltas. Y fue perseguido y obligado a retractarse, aunque tenía razón. Alguien alguna vez, en alguna escuela leyó lo que este había dicho sobre el sol y los planetas y se lo contó a sus discípulos, y otros lo imitaron. Y hubo encono, y quejas, pero como tenía razón al final los niños y niñas del mundo terminaron aprendiendo que la tierra es la que gira alrededor del sol.
Alguien una vez, algún día, en algún lugar dijo que los hombres y las mujeres no fueron amasados con barro, sino que venían de otros hombres y mujeres parecidos a los monos, y que a su vez estos venían de otros monos parecidos a otros monos. Se contaban muchos monos en esa historia, y pocas costillas. Luego, un maestro una vez, en un lugar, se lo contó a sus alumnos, y hubo estupor, rabietas, desmayos. Hasta juicios con tribunales y todo. Pero al final las niñas y los niños pudieron aprender sobre los monos que se hicieron humanos. Hoy sabemos que así de monos somos nosotros.
Alguien alguna vez, en algún lugar, llegó a la conclusión de que el Descubrimiento de América no había sido un descubrimiento de nada, y que las carabelas llegaron a un mundo muy poblado de mundos y de hombres y mujeres y niños y niñas. Que los pueblos originarios de aquí fueron masacrados por unos hombres de armaduras, y que además estos hombres les quitaron todas las tierras, y a las montañas las dejaron bien flaquitas por robarse el metal de adentro, y les quitaron a sus dioses con plumas y escamas, y sus lenguas les quitaron también. Entonces supimos qué significaba la palabra Conquista, Genocidio y Saqueo. Y empezamos a mirar lo invisible.
Alguna vez alguien, en algún lugar de acá, escribió que la gente de su país estaba desapareciendo y que los militares se los llevaban, y que no se volvía a ver a esa gente. Entonces Rodolfo desapareció (el que escribía esas cosas). Más tarde muchos otros y otras desaparecieron, y al mismo tiempo muchos otros y otras dijeron qué era lo que pasaba en el país pintando pancartas y carteles. Luego, los militares se tuvieron que ir del gobierno y entonces vinieron los unos y unas que ya andaban con pancartas y carteles a decir: ¡Esperen!, ¿A dónde van?, nosotros leímos la carta de Rodolfo y ustedes desaparecieron personas y nunca más volvimos a ver a esas personas ni a Rodolfo. Y los militares tuvieron que ir a un tribunal y a muchos tribunales donde la justicia los condenó a prisión. Y entonces alguna de todas las personas que andaban con carteles y pancartas, decidió que esa historia había que enseñárselas a los niños y niñas del país para que nunca vuelva a haber desaparecidos. Y aprendimos a decir, también en las aulas: Nunca más, no olvidamos, no perdonamos, no nos reconciliamos con genocidas.
Hace poco en mi país, volvió a desaparecer una persona aunque los militares ya no están en el gobierno. Esa persona había estado con otros, mateando una solidaridad muy linda, justo la noche en que otros militares muy parecidos a los de la otra historia con militares entraron disparando en el campo para sacarle la tierra a esos que hacía mucho tiempo habían sido usurpados por los tipos de armaduras, y luego por otros que no usan armaduras, sino trajes muy finos y que tienen tanta tierra que no se ve dónde empieza ni dónde termina. Y muchos salimos a la calle con carteles y pancartas, y los equipos de fútbol también dejaron un mensaje con carteles, y en las fábricas se empezó a hablar de eso y en las casas se habla de eso. En los noticieros también, pero la mayoría de los periodistas prefieren pensar igual a los señores que desaparecieron a esa persona, y al gobierno que dice que no sabe, y difunden día a día mensajes de miedo para que nadie hable del tema.
Entonces los maestros y maestras, que son muy tercos con esto de enseñar democracia y derechos humanos deciden hacer una gran clase en donde explicar qué es lo que está pasando. Y recordarles a los chicos y chicas de mi país que ya habíamos aprendido a decir Nunca Más y eso era tan importante que no vale el silencio ni el miedo, aunque se tenga miedo y muchos hagan silencio. En unos minutos, unas horas, unos días todos juntos escriben en un pizarrón muy enorme como la luna ¿Dónde está Santiago Madonado? El Estado es responsable.