Por Laura Salomé Canteros, Irupé López y Camila Parodi
Fotos por Julieta Dorín, Nadia Sur y Nayko
Voces y recorridos de un día histórico: aquel en el que las mujeres pararon, marcharon vestidas de negro para denunciar las violencias contra sus cuerpos y vidas. Una avanzada que no paró la lluvia y que sumó miles de gargantas para decir: #NiUnaMenos. #VivasNosQueremos.
Una piba, vestida de negro, baja del tren en Plaza Constitución y alza un cartel: “Somos las voces que callaron”, reza. Y se encuentra con más compañeras. Una marea de mujeres vestidas de negro camina hacia el subte: a las calles. Una masa de varones camina en sentido contrario: a las casas. “Yo sabía, yo sabía que la policía defiende a los femicidas”, resuenan los cánticos dentro del subte mientras un cana levanta a una mujer en situación de calle que duerme en un asiento. Habían pasado las 17 y, en la ciudad de Buenos Aires, el paro y la movilización de las mujeres para reclamar una vida libre de violencias empezaba a hacerse sentir fuerte a pesar de la lluvia.
En la tarde del miércoles, tras el primer paro nacional de mujeres, la marcha avanzó a pesar del viento y de la lluvia. #NosotrasParamos fue la consigna que se difundió por las redes sociales tras el femicidio de Lucía, violada hasta la muerte en Mar del Plata. Abarcó todas las provincias del país y se extendió en todo el territorio latinoamericano: llegó a Chile, Bolivia, México, Venezuela, Perú, Uruguay, Costa Rica, Guatemala, Honduras y El Salvador.
En la ciudad de Buenos Aires las columnas de las organizaciones del movimiento de mujeres, feministas, políticas, sociales y sindicales confluyeron en el Obelisco para marchar por las distintas arterias que desembocan en Plaza de Mayo, frente a la Casa de Gobierno. Es que el reclamo que se hizo escuchar es hacia la sociedad toda, pero sobre todo, hacia el Estado, para que se haga responsable y genere políticas públicas con financiamiento para erradicar la violencia hacia las mujeres, las lesbianas, las trans y las travas.
Las luchadoras, en las calles
Eugenia Lara es integrante de la Campaña contra las Violencias hacia las Mujeres, y compartió su sentir para Marcha: “Paramos porque sabemos que somos nosotras las que sostenemos invisiblemente una economía de cuidados para que se puedan llevar a cabo las actividades y mercados, somos parte de la economía que no se tiene en cuenta”. “Nos movilizamos porque es nuestra manera de expresar nuestro repudio a las violencias y nuestra alegría de estar juntas porque sabemos que salimos a las calles y nos encontramos entre pares, eso nos fortalece porque da cuenta que no estamos solas, estamos organizadas”, agregó.
Como integrantes de organizaciones de base, son de las que siempre salen a las calles a luchar por sus derechos y protagonizan la garganta colectiva y migrante que exige la Libertad para Reina Maraz, “las que estamos en organizaciones sostenemos los merenderos, las cooperativas, los comedores como así también a nuestros hijxs y compañeros; estamos acompañadas de las compañeras porque sabemos que esa red de contención es la que nos hace sobrellevar todas las violencias. En el cotidiano combatimos las violencias estando alerta y repensando sobre nuestro lugar como mujeres, refugiándonos en la sororidad con furia, rabia e indignación pero también con lucha, fuerza y dignidad”.
Cecilia forma parte de “Fútbol militante”. Al costado del Obelisco, trazaron una canchita con aerosol. En el medio podía leerse “Ni una menos”, y también verse pies mojados que pateaban una pelota. Hace un tiempo se juntan en Parque Los Andes para hacer público el deseo compartido de jugar al fútbol, un juego colectivo tan negado a las mujeres durante mucho tiempo. Cuenta, Cecilia: “Vinimos a hacer algo simbólico y mezclarlo con el juego, que es donde estamos militando. Vivimos en una cultura machista y debatimos de qué manera estar presentes. Tratamos de encontrar una forma distinta de expresarnos y demostrar que en el fútbol sigue habiendo un montón de prejuicios y nos cuesta sostener un espacio de autoridad y de pertenencia”.
“Nosotras paramos para exigir que dejen de matarnos, que se termine con este travesticidio social que nos mata lentamente”, afirmó Florencia Guimaraes García, “por Diana Sacayán, por Lohana Berkins, Laura Moyano, Marcela Chocobar, y todas las compañeras que están siendo asesinadas no sólo por las manos o el puñal de un hombre sino por una sociedad y un Estado ausente que nos excluye, nos discrimina y que nos destina a tener una expectativa de vida de 40 años”. La referente de la lucha travesti afirmó que, en este día histórico, levanta sus banderas, que son las de todxs, “por todas las compañeras muertas, por todas las que estamos vivas, y por el futuro de nuestras próximas niñas travestis vamos a marchar diciendo basta de matar, basta de travesticidios, vivas nos queremos”.
“Sólo el 3% de los sindicatos están representados por mujeres”
Un camino para comenzar la deconstrucción de las prácticas hegemónicas patriarcales, quizá sea poder identificar los inicios. En ese sentido, Georgina Sticco, de la organización Género y Trabajo, señaló que la feminización de ciertos rubros comenzó en el instante en el que las mujeres se insertaron en el mercado laboral. “La elección de determinados rubros como salud o educación es porque están asociados a lo ‘femenino’ y al ‘cuidado’, éstas son las primeras carreras que se les permitió ejercer a las mujeres”. Además, suma que en paralelo se produjo otro movimiento: “fueron las profesiones que los varones abandonaron porque perdieron prestigio, porque los sueldos se precarizaron. La mujer ocupa, entonces, los espacios que los varones fueron dejando libres”.
La configuración de lo “femenino” y el “ser mujer”, apunta Sticco, se trata de un juego que se “construye social y culturalmente donde se refuerza la función social, que es la reproducción”: empieza en la niñez, se juega a la mamá, a la maestra, a la doctora. Esto continúa en la adolescencia, donde los medios de comunicación invisibilizan de manera total otros roles femeninos. “Un dato curioso es que en la pantalla hay más mujeres ejerciendo la prostitución que siendo abogadas”, señala.
El resultado de la participación política y sindical de las mujeres, entonces, es inevitable: en la Argentina sólo el 3% de los sindicatos están representados por mujeres: servicio doméstico, peluquería y educación. Entonces, ¿qué se espera como resultado del paro y de la movilización? “La visibilización del problema como algo que nos toca a todxs y que nos permita incidir directamente en la agenda política: que la votación por la Ley de cupo sea positiva, sería un gran ejemplo. Y que si salimos en los diarios sea por el reclamo social y no por otro femicidio más”, redondea Sticco.
También se suma la mirada de Alejandra, Directora de género de ATE Quilmes, quien cuenta por qué, con su bandera propia, las mujeres marchan sosteniendo el estandarte: “En el ENM de Rosario armamos una lista de funcionarios públicos violentos, por ejemplo hoy denunciamos a Daniel Fernández, del municipio de Quilmes”. Consultada sobre lo cuesta arriba que se hace la militancia de las mujeres en el terreno de los sindicatos, nos cuenta: “Tenemos hoy un 30% de cupos que ocupan las mujeres y vamos por más, al menos por el 50%; vamos por la reforma del estatuto de ATE. Hoy tenemos discusiones terribles porque es un ámbito súper machista e incluso sentimos que para nosotras la militancia tiene que ver con una triple explotación: ser militante, ama de casa y laburante”.
Nos movilizamos y nos autodefendemos
Con los carteles empapados o con paraguas para resguardarse las mujeres, cooperativistas, aborteras, amas de casa, trabajadoras de la economía formal o informal, las maestras, las académicas, las obreras, las desocupadas, las empleadas domésticas, las periodistas y muchas más avanzaron, se cruzaron una y mil veces en el ir y venir de entre tantas que asistieron para gritar junta todas. Organizadas, con amigas o solas, pero no: con ellas había un montón más.
Al llegar a Plaza de Mayo el colectivo #NiUnaMenos, uno de los tantos convocantes, leyó el documento: un manifiesto que dejó en claro que las mujeres están de pie ante la inacción del Estado, pero con una interpelación ineludible a los machos y a toda la sociedad.
“Paramos contra los femicidios, que son el punto más alto de una trama de violencias, que anuda explotación, crueldades y odio a las formas más diversas de autonomía y vitalidad femeninas, que piensa nuestros cuerpos como cosas a usar y descartar, a romper y saquear”, sostuvieron. Y agregaron todavía más, en función del contexto en el que se vive en la actualidad: “Estamos viviendo una temporada de caza. Y el neoliberalismo prueba su fuerza sobre nuestros cuerpos. En cada ciudad y en cada rincón del mundo. No estamos a salvo”.
Alertas, movilizadas y preparadas para defenderse están todas las mujeres que avanzan a paso firme para hacer oír el grito de #VivasNosQueremos y que, como brega el documento, y como quedó demostrado, el movimiento de mujeres y feminista tiene poder de convocatoria y movilización: “En América Latina nos acompañamos entre todas, porque América Latina será toda feminista”.