Por Maru Correa / Fotos por Colectivx Veinticuatro/Tres
A siete meses de la desaparición de Diana Estefanía Colman, repasamos los avatares de una causa plagada de trabas por parte del Estado, pero con una fuerte repuesta de la militancia.
Siete meses de preguntas. 214 días sin respuestas. Horas y horas de lucha popular para exigir avances concretos en la búsqueda de Diana Estefanía Colman a las fuerzas de seguridad, al Municipio de Presidente Perón, al Gobierno de la provincia de Buenos Aires y a quienes entienden judicialmente en la causa.Instituciones que, en vez de cumplir con sus obligaciones, son cómplices del ninguneo, los aprietes, las demoras burocráticas. También son responsables del estado de salud complicado de la mamá de Diana y del de su hijo de 10 años por la angustia de no llegar al reencuentro.
Insistamos: Diana Estefanía Colman tiene 26 años y vive en el barrio San Martín, de la localidad peronense de Guernica. La vieron por última vez el viernes 19 de junio de 2015 cerca de las 9 de la mañana enla Ruta 210 y la avenida 29, mientras tomaba un colectivo de la línea 385 para ir al centro de esa ciudad a comprar.
Esos fueron los primeros datos, lo que sigue es un camino de piedras por donde la familia de la joven, especialmente su mamá, Isabel, transita sin descanso acompañada de amistades, vecinos y representantes de organizaciones sociales que confluyen en la Campaña por la Aparición con Vida de Diana Colman y en la Campaña Nacional Contra las Violencias Hacia las Mujeres.
Prohibido olvidar que, a la ausencia forzada de Diana, en Guernica se suman el asesinato de Anabelia Echevarrieta, de 38 años -desaparecida el 28 de diciembre pasado y encontrada calcinada en un descampado-, y el femicidio de Luciana Gisele Duarte, de 23, a quien el 11 de noviembre último su ex pareja, un policía bonaerense, la baleó porque ella quería terminar la relación.
La burocracia judicial
Según la lógica, cualquier indicio sobre determinado hecho derivaría en un avance. Pero en el caso de Diana -como en el de muchas mujeres- deriva en confusión, y entonces quienes están a cargo de resolverlo lo relativizan. Sin embargo, la lucha tenaz lo reaviva permanentemente.
A pocos días de haber radicado la denuncia correspondiente (el 19 de junio en la Comisaría de Guernica y al día siguiente en el servicio telefónico 145) y de no haber obtenido novedades, la familia empezó a reforzar la búsqueda con múltiples acciones a las que se sumó la solidaridad de organizaciones de género, sociales y gremiales.
Hubo protestas y bloqueos en el lugar donde vieron por última vez a Diana, concentraciones frente a la Municipalidad, una toma pacífica de la Fiscalía, distribución de volantes, asambleas, nuevas denuncias por amenazas e intimidaciones, pedidos de cambio de carátula, radios abiertas, reclamos de justicia conjuntos con familiares de otras mujeres desaparecidas de la región -en algunos casos encontradas asesinadas-, cartas a autoridades nacionales y provinciales, entrevistas en un puñado de medios populares y alternativos.
En todo ese contexto, tomó el caso la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) descentralizada 2 de Presidente Perón, a cargo de la doctora Cristina La Rocca, que ordenó a la Dirección Distrital de Investigaciones (DDI) realizar rastrillajes con patrulleros y helicópteros en varios puntos de la zona y allanamientos en la casa y el departamento de una ex pareja de Diana. También realizó cruces de llamadas, revisión de cámaras y supuestos análisis de objetos que la policía se llevó de la casa de Diana y la de su familia.
A cuatro meses de este operativo que avanzaba un paso y retrocedía dos, La Rocca no quiso darle a la familia de Diana una copia del expediente de la causa y señaló que ese pedido era “un capricho” de la mamá, al tiempo que amenazó con abandonar el caso si se seguían manifestando en la puerta de la Fiscalía.
Más adelante, gracias al continuo reclamola familia consiguió la copia y logró que se contemple la hipótesis de que Diana sea víctima de una red de trata de personas, lo cual da a pensar que los funcionarios admitían alguna responsabilidad por no actuar a tiempo.
El 18 de noviembre se supo que la fiscal había recusado la investigación y nadie daba más detalles. La causa caratulada “Colman Diana Estefanía s/ Averiguación de Paradero” pasó a la UFI descentralizada 1 de Presidente Perón, a cargo de Juan Condomí Alcorta.
Ninguneo político e intimidación policial: dos conceptos inseparables
Un hecho resonante para las campañas ocurrió el 3 de julio, cuando el entonces gobernador de la provincia de Buenos Aires y candidato a presidente de la Nación por el Frente para la Victoria, Daniel Scioli, arribó al distrito peronense para inaugurar la Policía Local. Junto a él estuvieron los que en aquel momento eran los ministros de Seguridad nacional y bonaerense, Sergio Berni y Alejandro Granados, respectivamente; el diputado provincial en uso de licencia, Aníbal Regueiro; la intendenta interina, Carina Biroulet; el secretario de Seguridad municipal, Andrés Torres; entre otros.
Ese día, unas 200 personas hicieron un corte en Ruta 210 y Eva Perón. Desde allí se disponían a marchar al acto oficial, pero recibieron el mensaje de que Scioli atendería a Isabel, a condición de que la columna no llegue hasta ese lugar. Aceptaron y solamente distribuyeron volantes con la foto y los datos de Diana, aunque ese pequeño “desacato” sirvió de excusa para que el gobernador no se entreviste con Isabel Colman y solamente reciba una carta del secretario Torres a nombre de la mujer. Resultó apenas un placebo.
A partir de entonces se sucedieron varias intimidaciones por parte de policías y desconocidos que aparecían en camioneta con la patente visible, se colaban en las manifestaciones, irrumpían en asambleas, se paraban a mirar. “¿Vos querés desaparecer como tu amiga?”, la increpó un efectivo desde un patrullero a una militante de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE). Una actitud demasiado grosera y descuidada como para no pensar que estos “servidores públicos”gozan de protección política y judicial.
Por su parte, Andrés Torres se comprometió a hacer todo lo que esté a su alcance hasta dar con la joven. Pero todo lo que estuvo a su alcance fue apenas solventar volantes para que la familia reparta en la vía pública y acercarle la carta a Daniel Scioli. Dilató, puso un parche, nada más. Y en cuanto a Regueiro y Biroulet, simplemente hicieron ingresar a Isabel a una oficina y le sugirieron que confíe en el accionar de la fiscal.
Inhumanos
“Cuando decimos que las instituciones del Estado son inhumanas no exageramos”, afirman las periodistas Camila Parodi y Laura Canteros en otra nota para Marcha donde informan sobre el estado de salud de la mamá de Diana y de su hijo: el desconcierto por no saber, el cansancio por mirar todo el tiempo hacia adelante, la desesperación, hicieron mella en sus cuerpos y mentes.
Días atrás, Isabel sufrió dos infartos y el maltrato del hospital Cecilia Grierson de Guernica cuando fue a atenderse, hasta que fue derivada al del Cruce Varela para una operación, donde de todos modos tuvo que esperar en un pasillo. Con respecto al niño, padece una sensación de abandono indescriptible, se angustia, no entiende qué puede estar pasando, dónde estará su mamá. Además, debe ser operado de la mano, pero la fiscal La Roccano le facilitó a Isabel la posibilidad de autorizar la intervención.
Estos malestares los hacen a ambos doblemente víctimas de un sistema nefasto de funcionarios públicos y autoridades policiales que hacen todo por desorientar y entorpecer la investigación sobre el paradero de la joven. De hecho, en la misma nota las colegas enfatizan que “las instituciones no entienden de angustias” (o no quieren o no les conviene entender).
Unidas
Son muchas las notas que venimos realizando para contarle a la sociedad no solamente que una más desaparece, sino también que esas desapariciones se inician y continúan por la inoperancia del funcionariado público.
A las mujeres no se las traga la tierra, no se esfuman por arte de magia. Pero el Estado junto a los medios de comunicación hegemónicos trabajan muy bien para instalar y naturalizar la supuesta voluntad de las propias víctimas de desaparecer en democracia, de no estar, de no ser.
Ayer a la tarde hubo una nueva movilización en las avenidas Hipólito Yrigoyen y Eva Perón que organizó la Campaña por la Aparición con Vida de Diana Colman, con la convicción de que solamente con la unidad y la persistencia en la lucha se podrá obtener una respuesta, desenmascarar la red de complicidades y terminar con las violencias hacia las mujeres.