Por Nadia Fink y Laura Salomé Canteros / Fotos por Lara Fleites Fink
Leyendo los pasos futuros, Cristina Fernández de Kirchner dejó la Presidencia de la Nación, pero no el poder. Tras ocho años de gestión y doce de kirchnerismo, marcó la cancha a quienes vienen y repasó en su último discurso, junto a una Plaza de Mayo colmada, su lectura de la coyuntura. Desde hoy gobernará Mauricio Macri.
Sensaciones encontradas. Emociones incontenibles. La foto del “traspaso” no fue la que quienes siempre tienen voz esperaban, sino la que la primera presidenta electa de la historia eligió que fuera. Desafiante e irónica, hablándole al pueblo organizado y a la militancia.
La plaza empezó a llenarse de a poco… para cuando el sol bajaba, no entraban alfileres (ni uno, ni muchos más). Las pantallas gigantes transmitían lo que pasaba adentro, en el recinto del que ya empezaba a despedirse la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Desde afuera se vivía como un partido de fútbol, en el que Evo Morales lucía la 10.
“Néstor vive en el pueblo”
Dentro de Casa Rosada pero al ritmo de este canto y en su último discurso público, la primera presidenta electa de la historia argentina, Cristina Fernández de Kirchner, descubrió un busto de su compañero y ex presidente de la Nación, Néstor Kirchner. “Fue el presidente que en toda la historia obtuvo la menor cantidad de votos, sin embargo, fue a partir de sus convicciones, de su coraje, su decisión y su visión estratégica que construyó una nueva Argentina desde las ruinas”, sostuvo.
Acompañada por el presidente del Estado Plurinacional de Bolivia, Evo Morales Ayma en el Salón de los Bustos, CFK hizo un claro llamado a defender la región nuestroamericana “a doce años de una Argentina sin sueños”, y “no desde una versión ideologizada” –en clara respuesta a las declaraciones de la Ministra de Relaciones Exteriores del macrismo, Susana Malcorra, “sino porque determinadas asociaciones de carácter comercial implican llenarnos de productos de alto valor agregado de afuera y que nosotros somos únicamente productores de materias primas”. Y defendió, “no es una cuestión de ideología, es una cuestión de defensa de los intereses de la Nación y fundamentalmente del pueblo”.
Con ironía y astucia dijo “que se intenta, y en algunos casos se logra, en distintos países de la región, cambiar” el marco de derechos conquistados y responsabilidades, y dijo estar “convencida de que (la gente) va a defender cada uno de esos derechos, más allá de las marchas y contramarchas que tiene la historia en la región”, pero sin dejar de arengar, “en la historia de los pueblos está vibrando siempre la lucha por la emancipación”.
Y ya en clara actitud de construcción política, CFK definió la “agenda” que se intenta imponer desde el exterior sobre los países nuestroamericanos y que “pivotea sobre tres ejes”, el de la hegemonía mediática, “para pelear el sentido cultural y la batalla de las ideas”, el político interno y “el partido judicial”, que completa el trípode sobre el que “se puede ver cómo se opera en los distintos países de la región”, en clara referencia a la medida cautelar pedida por Mauricio Macri y que obligó a cesar su mandato a las 00 de hoy.
Además, habló de los ataques a las y los funcionarios de un gobierno popular versus el la comodidad que significará pertenecer a un gobierno con “impunidad mediática” y sostuvo, que “el trabajo sigue con más fuerza que nunca” y que “el lugar natural de un militante no es el gobierno, es junto al pueblo”.
Abrazame hasta que vuelvas
Minutos después, la presidenta se asomaba por última vez al balcón de la Casa Rosada. Durante 45 minutos habló con un uso de la retórica que será difícil encontrar en años venideros de políticos construidos sobre la base de discursos faltos de contenidos y plagados de slogans.
Llamaba la atención la cantidad de gente no agrupada que se acercaba a los alrededores y a la Plaza misma. Detrás de las banderas que identificaban partidos, sindicatos o movimientos sociales, algunos carteles, niños y niñas al hombro, grupos dispersos sumaban colores y motivos.
Así lo contaba Adriel, de 17 años: “La gente tendría que salir a las calles como hizo hoy (por ayer), para pelear por lo nuestro y defender lo que se ganó en estos 12 años de gobierno”. Mientras que Cristian, quien se acercó de forma autónoma dijo emocionado, “de todas las plazas que vine es la que más gente juntó y la que más me impresionó”. Y ante la pregunta sobre cómo poner en palabras las sensaciones expresó: “El sentimiento es encontrado, una mezcla de tristeza pero también es ver el puntapié inicial de algo futuro, es evidente”. Y con relación al rol del kirchnerismo para lo que se viene, sostuvo “para Macri o el que venga, queda armada una base de defensa de derechos y concientización, va a ser una oposición brava”.
Al principio, las palabras de Cristina Fernández de Kirchner fueron duras y en clara confrontación con los medios de comunicación “hegemónicos” con los que hubo una abierta disputa, sobre todo, en los últimos cuatro años de su mandato. “Aspiro a que tengan la misma libertad de expresión que han tenido como nunca en estos 12 años y medio”.
“Necesitamos que los poderes del Estado se democraticen”, agregó, comentando que la democracia se focaliza en el poder Ejecutivo y que aún queda avanzar, más que nada, en el Judicial. Ese fue el pie para la chicana contra lo que fue durante estos días “el tema” de discusión: dónde se haría el traspaso del bastón presidencial. Luego de idas y vueltas, la jueza Servini de Cubría decretó que a partir de las 00 de hoy Cristina Fernández de Kirchner dejaba de ser la presidenta y que sería el presidente interino durante 12 horas, Federico Pinedo, quien entregará el bastón a Mauricio Macri.
Al respecto, aclaró:”Me hubiera gustado entregar el gobierno en el Congreso. He visto muchas medidas cautelares, contra la ley de medios, etc., pero en mi vida pensé que iba a haber un presidente cautelar en mi país durante doce horas”. “¿Será que la próxima vez tendremos que votar un presidente provisional en la boleta?”, enfatizó con ironía.
“Tenemos la obligación de ser más maduros porque nosotros amamos a la patria profundamente, creemos en el pueblo, creemos en lo que hemos hecho y tenemos que tener la actitud positiva para ayudar a que estas cosas no puedan ser destruidas”, enfatizó mientras desde abajo subían gritos y cantos en contra de las nuevas autoridades. El silencio dio paso a otra ironía: “Miren que no puedo hablar mucho porque a las doce me convierto en calabaza”.
Mirar a los ojos
Fue tiempo de apelar a quienes estaban allí enfrente, militantes y gente de a pie. En su interpelación propuso que antes de irse, “podemos mirar a los ojos”, y trazó una lista de algunos puntos que consideró sobresalientes en la gestión kirchenrista: desde los juicios de lesa humanidad, las y los trabajadores ”que siempre tuvieron paritarias libres y nunca les reclamamos pacto social”, científicos y científicas.
“Podemos mirar a los ojos de los trabajadores de prensa para decirles que nunca tuvieron la libertad, hasta para difamar algunos, calumniar muchos y, también muchos, decir lo que piensan”, sumó, para recordarles que “también ellos tienen una inmensa responsabilidad, les pido que también acusen de la misma manera a partir de ahora”.
El poder mirar a los ojos se extendió hacia comerciantes, empresarios y productores que docentes (“utilizamos más del 6% del PBI para financiar la educación pública, nacional y gratuita”), jóvenes universitarios, de los profesores, de las universidades; también a los jubilados “que ganaban apenas 200 pesos cuando nuestro se hizo cargo del gobierno y que hoy luego de recuperar la administración de los fondos privatizados, hemos dado cobertura previsional al 97% de la población con una ley de movilidad ejemplar en el mundo”.
“Hemos asegurado el derecho, no el plan, de la AUH, que les permite salud y educación a nuestros hijos”, en clara alusión al racismo que circuló por las redes sociales en los últimos meses.
Todo eso para decir: “Yo espero que dentro de cuatro años quien tiene la responsabilidad de conducir los destinos de la patria pueda decirle en una plaza colmada como ésta a todos los argentinos que también puede mirarlos a los ojos”.
El cierre fue un pedido directo a los lugares que el pueblo ocupa, y que a veces olvida quien debería representarlo digna y fielmente: “Y decirles, mis queridos compatriotas, que cada uno de ustedes tiene un dirigente adentro. Y cuando cada uno de esos 42 millones de argentinos sienta que aquellos en los que confió y depositó su voto lo traicionaron tome su bandera y utilice ese empoderamiento popular, ese empoderamiento ciudadano, de las libertades, de los derechos”.
“Gracias por tanta felicidad, alegría y amor”, fueron las palabras de despedida, casi retomando las palabras que Cambiemos utilizó para llegar a la Casa Rosada.
Ya pasaron las 12 mientras se cierra esta nota, Federico Pinedo es el presidente provisional por unas horas, Mauricio Macri lo será desde el mediodía y durante cuatro años.
Habrá que ver cómo se reconfiguran las militancias y voluntades que lloraban hoy en la Plaza en el cierre de la jornada, habrá que ver cómo se tejen las resistencias a las que tan acostumbrados están los movimientos sociales, será tiempo de reagrupar intenciones y metas precisas, con la clara idea de que el pueblo no sea el afectado, el hilo delgado por donde se cortan los ajustes.
Será un tiempo de repensar fraccionamientos con el horizonte puesto en que no se retrocede y que los pasos son siempre hacia adelante, como nos enseñaron quienes construyen sus luchas y conquistas desde hace más de 30 años.