Por Sebastián Kohan
Tras rumores de que nuestro cronista Simón Klemperer está terminando un documental sobre el periodista Dante Panzeri, decidimos contactarlo. El Mundial, Messi, Maradona y Sampaoli, sólo algunos de los temas de la charla que mantuvimos.
–¿Estás terminando un documental sobre la vida del periodista Dante Panzeri?
–No puedo hacer declaraciones el respecto.
–Bue, en fin, entonces, ¿nos podés contar por qué dejaste de escribir?
–Dejé de escribir porque el fútbol me activaba zonas muy gruñonas de mi cerebro que prefería desactivar.
–Ah, mirá vos. ¿Vas a ver el Mundial?
–¿Qué Mundial?
–No estás ayudando nada a que fluya la entrevista eh. ¿Sos hincha de algún equipo o qué es lo que te pasa?
–No, no tengo equipo. Fui de un equipo mexicano cuando era chico, fui de Boca antes de nacer porque mi viejo era de River y desde entonces era bueno para llevar la contraria. Fui de Huracán cuando comencé a estar extraviado, fui del Villarreal cuando llegó Román, fui de Chile cuando Bielsa armó esa hermosa y veloz locomotora rumbo al precipicio, y así las cosas. Y siempre, pero siempre, hinché en contra del Real Madrid.
–¿Podrías definirte en un par de frases?
– Un tipo abandonado a la suerte del desarraigo más solitario, que vive de detestar los colores, las banderas y todas las pasiones que excedan el correr del balón sobre el pastito de la cancha.
–¿Qué significa el fútbol para vos?
–Todo o nada. Depende el día. Un juego inventado para divertirse y meter goles, pero convertido en terreno de ruines afanes y arteras artimañas para conseguir algo llamado “triunfo”.
–¿Y el triunfo?
–Un objeto del deseo que todos anhelan, que nadie sabe para qué sirve, pero cuya búsqueda empobrece el alma de cada una de las personas del mundo.
–¿Qué opinás de Maradona?
–Maradona fue y será el mejor jugador de la historia.
–Muy pobre respuesta. ¿Algo más?
–Es un muy mal entrenador que armó una pésima selección argentina y que cuando lo criticaron les dijo que la tenían adentro.
–¿Qué representa Messi?
–Messi es, después de Iniesta, el mejor jugador de la actualidad. Es el que, junto a Xavi e Iniesta, armó el mejor equipo de la historia de la televisión a color. Es también el que hace todo lo que la selección argentina no puede, o sea, jugar al fútbol. Es el que tiene que aguantar a miles de pelotudos diciéndole que no es como Maradona y que no se pone el equipo al hombro. Esos mismos que no dicen nada cuando mete los goles necesarios para no quedar afuera de todo. Si yo fuera él, me haría español. Aunque la selección española representa algo muy fascista en el Estado Español, así que no. Me haría catalán. Aunque los catalanistas son muy fundamentalistas de las Naciones. Así que no, mejor no. Me haría… No, no me haría nada. Cada país que pienso es peor que el anterior.
–¿Y Sampaoli?
–¿Sampaoli qué?
–Pues, no sé. ¿Sampaoli qué?
–No sé, vos sos el entrevistador. ¿Podrías ser un poco más específico?
–No.
–Ok. Sampaoli es un entrenador que logró mejorar el equipo de Bielsa, cosa que parecía imposible. Y ya. No sabemos nada más de él porque para saber hace falta tiempo. Si con Argentina logra algo será un genio porque no ha tenido tiempo para trabajar, y si no logra nada, será comprensible porque recibió un equipo horrendo sin mecanismos ensayados de fútbol ofensivo y con mecanismos muy fortalecidos de fútbol conservador. Una mochila llena de mediocridad y poco amor por el juego. Una mochila de angustia a la que Batista le metió las primeras piedras, Maradona unas cuantas más, Martino intentó sacar algunas pero le faltó coraje y sin querer le metió otras tantas. Después Sabella le metió una tonelada de rocas y finalmente, como cereza de la torta, llegó el Patón Bauza y la tiró al fondo del mar cual ancla de crucero. Toda una secuencia muy larga y desagradable que duró más de diez años. Ojalá que Sampaoli logré hacer un fútbol ofensivo y nos dé un poco de alegría. Mientras no vea algo más lindo de lo que vengo viendo, hincharé a muerte por Islandia, Croacia y Nigeria. En ese orden.
–¿Cómo le irá a la Argentina?
–Espero que mal, así dejamos de vivir este fútbol tan aburrido y hacemos lo que hizo Brasil, que con los mismos jugadores pasó del infumable equipo de Dunga, sabelista por donde se lo mire, al hermoso juego de Tité. Mientras Messi meta los goles y Argentina pase de ronda, será pan para hoy y hambre para mañana.
–¿Qué entrenador te gusta?
–Recuerdo perfectamente el día en que aprendí que la cordura es un mecanismo de dominación muy despreciable y me uní a la locura con la sonrisa más grande. Estábamos en Brasilia grabando el partido Brasil-Chile por las Eliminatorias del Mundial 2010 para el documental Ojos Rojos. Estábamos al costado de la cancha, yo era asistente de producción y mi única labor era fumar y estar atento a que no nos robaran los bolsos de las cámaras. Corría el minuto 70 del partido y Chile perdía dos a cero. En cinco minutos Chile lo empató a dos y Bielsa hizo el movimiento que cambiaría mi vida para siempre. En vez de aguantar el resultado e irse con un valioso empate, decidió mandar a todo el equipo para arriba. Chile jugaba hermoso y por abajo. Todos se movían, todos se desmarcaban. El movimiento de un jugador implicaba automáticamente el movimiento de los otros diez. Defendían en mitad de cancha y cualquier error de la ultima línea era un posible gol brasilero. La ultima línea era de tres jugadores. El vértigo era tan feroz como la adrenalina. El equipo era un engranaje maravilloso de niños jugando a la pelota. Quedaban diez minutos y la ilusión era inmensa. Los roles se habían invertido, los brasileros estaban desconcertados. Sin embargo, Brasil metió dos goles y ganó 4 a 2. Tras un intenso dolor que duró muy pocos segundos, arremetió la felicidad de haber sido parte de esa experiencia y haber tenido la esperanza de ganar jugando a la pelota. Nadie se arrepiente de haber sido valiente. Ese día volví a saber que el fútbol es lo mas lindo que hay cuando los que juegan, juegan.
–No debe ser fácil ser vos.
–¿Es una pregunta?
–No, para nada.
–¿Entonces?
–¿Es una pregunta?
–Sí.
–Entonces nada. Muchas gracias Simón.
–No hay de queso, nomás de papa.