Por Cristian Prieto*. Diego José Cadícamo, el único imputado por el asesinato de Sandra Ayala Gamboa en 2007 fue sentenciado este miércoles a 21 años de prisión. La historia de una causa que no es una excepción.
Este miércoles, el Tribunal Oral en lo Criminal Nº 5 de La Plata, sentenció a prisión perpetua con reclusión por tiempo indeterminado a Diego José Cadícamo. Este era el único imputado por el femicidio de Sandra Ayala Gamboa, joven peruana de 21 años que fuera violada y asesinada en un edificio perteneciente al Estado provincial.
Luego del desarrollo del proceso oral y público que se diera cita desde el 19 de Octubre de este año, juzgando a Diego José Cadícamo como único imputado de la violación y asesinato de Sandra Ayala Gamboa y en 7 casusas más por violaciones a mujeres, inmigrantes y menores, el tribunal entendió que fue responsable de esos crímenes cometidos contra mujeres. Sin embargo desestimó el pedido del abogado patrocinante de la familia Gamboa respecto del pedido de ampliación de la causa para investigar a las personas que entraron al edificio (ex archivo del Ministerio de Economìa, hoy ARBA) mientras que el cadáver de Sandra permanecía en las instalaciones.
Lo que el tribunal sí aceptó por pedido del abogado Montané López, es que se realicen las diligencias necesarias para que se investigue a los funcionarios de la Comisaría 1° de la ciudad de La Plata. El motivo: presunto “ilícito de acción pública”, por considerar que no realizaron todas las acciones debidas desde las denuncias efectuadas por los familiares de Sandra desde su desaparición, ni los pedidos continuos de señalización del último lugar donde había sido vista y tampoco el cruce de datos en esos seis días donde permanecía desaparecida la joven Ayala Gamboa.
El dato sobresaliente en la decisión del Tribunal conformado por las juezas María Isabel Martiarena, Carmen Palacios Arias y el Juez Horacio Alberto Nardo fue el pedido a la Subsecretaría de Derechos Humanos de las personas privadas de su libertad, dependiente de la Corte Provincial, que dispusieran de “recursos científicos y/o legales para que permitan dar con más adecuadas soluciones para casos como el de Cadícamo, lo que no solo redundará en beneficios de ellos sino de toda la sociedad”. Este pedido tiene relación con lo sorprendente que ha sido para el tribunal estar juzgando a un “psicópata” que “mata por placer”, y por las apreciaciones de los distintos peritos psiquiátricos que lo catalogaron como una persona que no tiene cura: ni por medio de tratamientos a base de medicalización, ni por técnicas venidas del psicoanálisis.
Después de que se dictara la sentencia luego de dos horas del horario convocado por el tribunal, Nélida Gamboa, madre de Sandra, rompió en llanto y salió de la sala acompañada por compatriotas peruanos, amigos, organizaciones sociales y colectivas de mujeres que vienen pidiendo justicia hace casi seis años. A pleno sol partieron del edificio judicial en una caminata hasta el edificio de ARBA, que ya se ha convertido en un símbolo de la lucha contra los femicidios en la ciudad. Nélida Gamboa afirmó: “Yo siempre voy a estar acá pidiendo justicia por Sandra y yo creo que ustedes siempre van a estar conmigo, porque Sandra entró por este lugar, por esta puerta, pero yo quiero estar siempre acá, porque aquí voy a morir peleando, porque este maldito no fue solo, fue con otros más, y necesito que todos estén presos”.
Femicidio en edificio provincial
Así como reza el volante que difundieran las cientos de organizaciones que adhirieron a la Radio Abierta realizada delante del tribunal: “Acá no terminó el juicio”. Una de las conquistas del movimiento de mujeres en el proceso de resistencia y de lucha por tratar de encuadrar este asesinato en términos de violencia de género, ha sido el consenso generalizado sobre le figura, por ahora sólo ideológica, del femicidio. El femicidio de Sandra no fue un asesinato más perpetrado por “el loco de las niñeras”. Así se lo llamó en los medios masivos mientras todavía seguía impune Diego José Cadícamo. Este femicidio tiene todos los condimentos de la complicidad machista no sólo del Estado, sino de las complicidades de todos los varones que todavía hoy saben cosas y no las han dicho.
Las organizaciones feministas, colectivas de mujeres y partidos políticos de izquierda ha insistido desde un primer momento en que se debía investigar antes del hecho juzgado en este proceso. Ha habido testimonios en la parte procesal previa al juicio, que dan cuenta de la violencia sufrida por Sandra en la pensión donde vivía con su novio Jesús Augusto Minaya. Una integrante de la fuerza policial dio testimonio en el juicio cuando se allegaron a la pensión por un hecho de violencia intrafamiliar.
También en el testimonio de Nélida Gamboa se pudo oír el relato de una joven asustada que le pedía dinero a su madre para volverse a su país tres días antes de su desaparición, intentando consolarla con el argumento de que a su regreso le contaría todo lo que le estaba sucediendo. Todo esto no fue materia de discusión en el proceso penal. Es así que urge que se tipifique la figura de femicidio en nuestro país, ya que esto permitirá la investigación de las condiciones previas en las vidas de las mujeres que llegan a este extremo de la violencia machista. Mientras tanto seguiremos siendo espectadores de cómo se juzgan estos crímenes como simples homicidios a mujeres.
Uno de los tantos cabos sueltos en este crimen ha sido la complicidad de quiénes entraron en el edificio del Ministerio de Economía mientras se encontraba sin vida el cuerpo de Sandra. En las primeras testimoniales estos varones dijeron que vieron ropa interior de mujer tirada en el piso y no sintieron el olor nauseabundo, olor que sí sintieron quiénes pasaban por la vereda del inmueble. Lo que estas personas, que trabajaban en las empresas tercerizadas en la remodelación de instalaciones que iban a ser inauguradas como parte de ARBA, pensaron al ver la bombacha de Sandra es que seguramente los trabajadores habían hecho una “fiestita” luego de cobrar la quincena. Una lamentable forma de encubrir un femicidio perpetrado en un edificio provincial.
*Periodista e integrante del Colectivo de Varones Antipatriarcales (La Plata)