Tal vez estás de vacaciones, o trabajando; desde cualquier latitud, en la playa, a la orilla del río, en el bondi, ensayando para carnaval, en la cocina con el ventilador en la cara, en el patio de tu casa o entre las plantitas del balcón. El verano siempre es una excusa para bajar un cambio, dejar el celular y sumergirse en lecturas. Aquí te dejamos algunas sugerencias, para romper el chanchito y comprar un libro, o pedírselo prestado a tu amigue nerd.
Por Redacción de Cultura en Marcha
Ñeri, de Juan Solá.
Recomienda: César Saravia
¿Qué es el encierro? Esa es la pregunta que queda rebotando luego de leer Ñeri, del escritor entrerriano, Juan Solá. En esta novela, el autor nos propone adentrarnos a un viaje, uno que ocurre, paradójicamente, a través de las distintas formas que podemos imaginar cuando pensamos el encierro.
Este viaje inicia en un autobús, donde Rafael, el personaje principal de esta novela, se sube luego de salir de la cárcel, pero que se irá convirtiendo en una travesía a lo profundo de sus recuerdos, en que el dolor y las distintas violencias vividas le atormentan, mientras busca entre ellos la ternura del encuentro con aquello de humanidad que sobrevive en contexto de puro horror.
“Ñeri significa une hermane, amigue, un lazo incorruptible por la fantasía del tiempo, la complicidad hecha carne y sobre todo, una lágrima partida al medio para enjuagar dos ojos que se miran”, escribe Juan Solá, quien durante toda la novela dibuja un paisaje en donde la tristeza y la ternura saben dialogar. Visto así, Ñeri es, en definitiva, esa persona que está al lado, y cuya existencia nos ayuda a liberarnos del encierro.
Moronga, de Horacios Castellanos Moya.
Recomienda: César Saravia
Horacio Castellanos Moya es una de las voces más provocadoras de la literatura latinoamericana. Parte de una generación de escritores post-boom, contemporáneo a Roberto Bolaño, Juan Villoro, Pedro Lemebel e Isabel Allende. Moya es la representación en toda su dimensión del periodo que Beatriz Cortez, académica salvadoreña, denomina como “la estética del cinismo” en la literatura centroamericana. Una literatura que surge desde el desencanto de una generación que se aleja de las utopías.
En Moronga, Moya retrata los aspectos más crudos de la realidad centroamericana, trasladados a la urbe estadounidense, en donde la violencia y la resignación constituyen el escenario en que los personajes principales, un ex guerrillero y un periodista que investiga datos sobre el asesinato del poeta Roque Dalton, intentan olvidar su pasado, en un diálogo desquiciado en que éste, acabará por determinar su presente.
Historia de una investigación. Operación Masacre de Rodolfo Walsh: una revolución de periodismo ( y amor), de Enriqueta Muñiz.
Recomienda: Carla Lorenzo
Siempre, pero siempre con este señor tuvimos mucha suerte. Rodolfo Walsh tenía alrededor de 30 años cuando empezó a investigar la masacre de José León Suárez (1956), cuando escuchó: “hay un fusilado que vive”, y cuando empezó a cambiar el rumbo de la literatura argentina y del periodismo. Operación Masacre es el producto de esos años de investigación y la muestra de su compromiso militante, pero Historia de una investigación es el registro que Enriqueta Muñíz guardó y nos convida 62 años después.
Este libro reproduce las anotaciones realizadas en cuadernos escolares por Enriqueta Muñiz, periodista que a sus 22 años trabajaba como correctora en la editorial Hachette junto a Walsh, y que lo acompañó en el proceso de investigación más importante del periodismo argentino. Enriqueta nos muestra que detrás de uno de los libros más crudos de nuestra literatura, existió amor, admiración y compromiso con uno de los momentos históricos más duros que nos tocó vivir. Nos deja conocer a un Walsh enamorado, competitivo y exigente. Un Walsh construyéndose y debatiéndose.
Cuenta una anécdota que Walsh en una entrevista dijo que le daba bronca ser de aprendizaje lento, que le hubiese gustado ir más rápido y lograr mucho más. Después de leer Historia de una Investigación flota en el aire la misma sensación que deja Walsh en cada uno de sus libros: la permanente búsqueda del desafío, del querer cambiarlo todo, no por une sino por les otres.
El nervio óptico, de María Gainza
Recomienda: Ana Paula Marangoni
El escenario es la ciudad de Buenos Aires, tal como la conocemos, y a su vez, extrañada por una lluvia de cenizas que distorsiona la visión. El nervio óptico se trata de eso, un ir y venir entre los pensamientos de una aficionada al arte, los fragmentos de su vida que emergen casi como una consecuencia inevitable, y el diálogo interno con pinturas, obras que se abren a lo histórico, a lo anecdótico, al vínculo íntimo con el arte, profundamente parcial, y por eso, tan interesante. Tal vez sea una novela. Esa catarata de conexiones que se establecen a lo largo de los capítulos nos lleva a lugares conocidos y extraños a la vez.
María Gainza fue la ganadora del Premio Sor Juana Inés de la Cruz 2019 por su obra “La Luz Negra”, que esperamos comentar próximamente. Junto a Samanta Schweblin, Selva Almada, Mariana Enriquez, y Gabriela Cabezón Cámara, entre otras, integra un nuevo capítulo en la literatura argentina, repleto de osadía, originalidad, innovación y la singularidad que solo emerge en las grandes narrativas.
La ilusión de los mamíferos, de Julián López
Recomienda: Ana Paula Marangoni
¿Cuál es el tiempo del amor? ¿Cómo se narra todo lo que ocurre durante-entre la espera? El amante de Marguerite Duras y El libro de los placeres de Clarice Lispector podrían ser escrituras inevitables que dialogan con La ilusión de los mamíferos. La retórica de los amantes, lo clandestino, el exabrupto de los cuerpos, vivir y existir por y para el deseo, el espacio físico destinado al placer, esta vez en clave porteña y gay, con una sensibilidad más que exquisita. Una narrativa de lo sutil, de lo intangible, y también de lo voraz.
Las malas, de Camila Sosa Villada
Recomienda: Ana Paula Marangoni
Leer Las malas es una de esas experiencias imprescindibles que todes deberíamos vivir. Porque Camila logra esa alquimia perfecta donde la vida se transforma en arte, y cada relato nos lleva a reírnos, angustiarnos, a padecer un poco. En Las Malas, cada personaje se torna para nosotres querible, un poco mágico, y a la vez tan tangible y real.
Se lee, se sufre y se goza cada palabra del libro, no por un valor documental, sino porque lo narrado forma parte de la buena literatura, la que es única, la que ocupa un lugar para siempre en la memoria, una vez leída. Autobiografía, realismo mágico, o acaso crónica travesti; los rótulos se resisten y se hacen astillas. Las malas nos ofrece mucho más, y su estilo es a la vez crudo, punzante e ingenuo, como todo aquello se se vive por primera vez.