Con el 96,23% de las mesas escrutadas, Alberto Fernández- Cristina Fernández de Kirchner fueron electos Presidente y Vicepresidenta con el 48% de los votos y gobernarán desde el 10 de diciembre. Una elección que se enmarca en la lucha de los pueblos que a nivel regional le dicen “basta” al modelo económico neoliberal. La celebración estuvo en la calle con multitudes que reclamarán agendas urgentes.
Por Redacción Marcha / Foto: Matias Baglietto
Fue a las 18 hs en punto que, tras el cierre de los comicios y sin cifras oficiales, la sensación de alivio y alegría comenzó a masificarse. Mientras que en las redes sociales y grupos de Whatsapp se anticipaban los tan ansiados cálculos, el búnker del Frente de Tod*s se iba copando de cientas de personas, a la espera del arribo de Cristina Fernández de Kirchner a Buenos Aires. Mientras, las y los últimos sobrevivientes del partido amarillo pedían “tranquilidad y paciencia”, cuestionaban el sistema electoral y denunciaban “fraude” mediante sus trolls, a quienes pocas “caricias significativas” les quedaban.
Con el 96,23% de las mesas escrutadas, Alberto Fernández- Cristina Fernández de Kirchner (Frente de Tod*s) fueron electos Presidente y Vicepresidenta con el 48% de los votos y gobernarán la Argentina desde el 10 de diciembre de 2019. Mauricio Macri, actual presidente de la Nación (Juntos por el Cambio) no logró la reelección y ni siquiera alcanzó el ballotage para forzar a una segunda vuelta al obtener el 40% de los votos de las y los casi 39 millones de personas habilitadas para votar. Por detrás quedaron Roberto Lavagna (Consenso Federal) -6%- y Nicolás del Caño (Frente de Izquierda y de Trabajadores- Unidad) -2%-. Mientras que las fórmulas fascista y liberal de Juan Gómez Centurión (Frente NOS) y José Espert (Unite) no alcanzaron entre ambas los 3 puntos porcentuales.
Ver los resultados en:
https://www.resultados2019.gob.ar/
Es que ni la resurrección de los “cuadernos” quemados, ni la amenaza de la suba del cepo cambiario, ni el drone de la marcha de la oligarquía fueron argumentos suficientes para revertir los porcentajes electorales de las PASO en agosto pasado y llegar a ballotage. El gobierno de Mauricio Macri y sus políticas económicas neoliberales cayeron por su propio peso tras cuatro años de beneficiar de forma radical a las minorías empresariales.
Con una intensidad regional histórica, esta semana cerraba con las elecciones en Uruguay y el complejo escenario para el Frente Amplio, histórico sector oficialista; con insurrecciones en Chile, Ecuador, Haití y Honduras, tras semanas de permanentes manifestaciones contra las políticas de muerte y con intentos de Golpe de Estado contra la elección del pueblo boliviano que votó a Evo Morales por cinco años más de mandato. “Una insurrección recorre Nuestra América” anticipábamos días atrás, tras la evidente respuesta de los pueblos contra los gobiernos-muerte en la región. Contexto en el que se inscriben estas jornadas electorales y que definen -en gran parte-, la responsabilidad de les Fernández.
El acelerado declive del neoliberalismo, que esta vez apenas se pudo sostener durante cuatro años, da indicios de que los viejos programas económicos pueden estar llegando a su límite. La “batalla cultural” que vino a ganar el macrismo terminó en una victoria pírrica, con un gran rechazo al modelo de gestión con un costo social enorme que seguiremos sufriendo durante años. Esta victoria, en el ámbito nacional, tanto como en la provincia de Buenos Aires, lo deja con un fuerte respaldo popular de cara a la profunda crisis económica que deberá afrontar. Queda pendiente saber qué programa de salida de la deuda con el FMI elegirá el peronismo, la primera gran decisión que tendrá que tomar la nueva gestión.
“Se viene la etapa de reconstrucción de la provincia”
Axel Kicillof aventajó a María Eugenia Vidal y fue electo gobernador de la provincia de Buenos Aires con el 52,18% de los votos -con el 93,85% de las mesas escrutadas-, mientras que la actual gobernadora no consiguió la reelección y obtuvo el 38,49% con una participación del 80% de las y los electores habilitados -más de 13 millones de personas-.
El ex Ministro de Economía fue quien se mostró más contento a la hora de dar los discursos dentro y fuera del búnker de campaña del Frente de Tod*s en el barrio porteño de Chacarita. “Una vez más habló el pueblo de la provincia de Buenos Aires”, dijo Kicillof, mencionando que “lo que ganó fue la política, la movilización popular y la solidaridad” ante lo que denominó “tierra arrasada” tras los cuatro años de gobierno macrista. “Este es el fracaso de un modelo económico neoliberal, de una forma de gobernar -con marketing, publicidad y redes sociales-”, agregó, “pero lo que ganó es lo inverso, una apuesta a la participación”.
Axel Kicillof realizó una campaña basada en la tradicional “recorrida”, mostrándose por cada municipio de forma austera y cercana a las y los habitantes de la provincia que define la elección nacional por su cantidad de votantes. “Como se hizo esta campaña vamos a gobernar, cambia la lógica de gobierno en la provincia y en el país”, dijo. “Vamos a devolver los derechos que les sacaron”, “se viene la etapa de reconstrucción de la provincia”.
En la elección de Kicillof hay más que un cambio de color en la gestión. Significa que la sociedad le dijo adiós a uno los cuadros más importantes del proyecto de gobierno, la gobernadora antiderechos María Eugenia Vidal, quién se enfrentó durante su gestión a todos los espacios de organización laboral y al movimiento feminista al estar en contra del aborto, una posición que llevó a la función pública y que se manifestó en la falta de acceso a las interrupciones legales de los embarazos en casi todos los municipios.
La victoria de Axel Kicillof instala además el desafío para el Frente de Todxs -aunque también la posibilidad- de desarrollar una propuesta de políticas públicas que retome, en una de las provincias más saqueadas por el modelo neoliberal, un Estado de bienestar que debe ser adaptado a que, solo en el segundo semestre de 2018, el aumento de la pobreza en la provincia fue del 6,4%, alcanzando el 35,9% del total de la población. Sacar a más de 5 millones de bonaerenses de la pobreza y reactivar la micro-economía no será tarea fácil.
Multitudes con agenda propia
Una vez más, se pone en evidencia que los grandes medios ya no marcan agenda y mucho menos el oficialismo. Desde temprano el domingo, se vivió un clima de alegría. Las mayorías -representadas por más del 80% del padrón-, se acercaron a las distintas escuelas para votar, con la certeza de que los culpables de la crisis que se vive en Argentina se van para no volver. La imposición de espera hasta las 21 para tener los primeros resultados oficiales no tuvo efecto sobre las multitudes, que desde la tarde comenzaron a desplazarse a distintos puntos para festejar el fin del gobierno de chetxs.
Este 2019 fue particularmente difícil para los hogares, donde la suba del dólar, la irrefrenable inflación, la recesión económica, los despidos, los congelamientos de sueldos y el desmantelamiento de los recursos de contención del Estado, deterioraron la vida de los quienes conforman los sectores populares. Pero ayer, la crisis se puso en pausa, y quienes más padecieron y vivieron como espectadores las peores decisiones de gobierno, una tras otra, decidieron tomar el protagonismo. Las cifras oficiales llegarán, más tarde o más temprano, pero en el saber colectivo, Macri ya perdió. El experimento de la derecha en Argentina recibió su estocada final. Y la gente, por unas horas, pidió y tuvo fiesta.
El resultado de las elecciones 2019 en nuestro país formará parte importante del viento de cambio que viene soplando en la región. Malas decisiones, y aún peor implementadas, han sido uno de los lemas del macrismo. Durante estos cuatro años el pueblo argentino padeció la violencia neoliberal en su costado más cínico. Mientras miles de personas quedaban en la calle, sin poder cubrir sus necesidades básicas, Mauricio Macri y demás funcionarios se esmeraron en comunicar desde la absoluta falta de empatía e indiferencia, con un discurso que era absolutamente ajeno a la desesperación de muchas y muchos. La salida de Cambiemos marca una contribución al mensaje latinoamericano sobre los gobiernos de derecha. Más allá de lo opinable o debatible, sencillamente son incompatibles con la vida.
Fue un día para las y los desocupados, para quienes trabajan todo el día o toda la noche, para quienes buscan desesperados una changa, para madres y padres que vienen haciendo malabares para darle de comer a sus hijos e hijas, para las y los que sostienen un comedor en un barrio. Hoy, muchas y muchos, dejan de lado la rabia por la meritocracia que nunca llegó, y se enciende la esperanza de recuperar algo de lo perdido. Se recupera el calor colectivo. Porque los chetos, no vuelven más. Se van, se van, se van.