Por Ricardo Frascara. A veces, vivir mucho no implica sabiduría. A veces, sí. El autor de esta nueva pincelada es un ejemplo de eso. El presente adquiere sentido, o lo pierde, a la luz de la historia.
El “hubiera” no existe, el “hubiera” es un tiempo pasado que pasó sin existir. Pero es parte intrínseca de las razones que esgrimen los DT. Si uno presta atención, todas las semanas algún técnico recurre a esa subjetiva explicación… y lo peor es que a los hinchas del justificador les encanta. Pero esto no es nuevo, el “si no pegaba en el palo, entraba” viene existiendo desde que nació el primer arco. Pero son frases de uso popular, callejero, de la tribuna más profunda. ¡Qué lindo es ser hincha! Porque entonces, después de reír y llorar, y sufrir y putear, uno tiene necesidad de decir cualquier pavada. Pero el técnico es un profesional, casi un maestro, como supo haber en un tiempo. No debería caer en ese facilismo. Uno es distinto, uno tiene sangre con los colores de la camiseta de su team amado. Cuando yo era pibe y me clavaba astillas de los tablones del glorioso Gasómetro en el culo, estaba contento. Le decía a mi amigo, uno de los primeros pibes que vi en la tierra comprarse la camiseta del club (con el Nº 9, por el Dr. Benavídez, como lo apodó mi viejo), “Ché, sacáme la astilla que yo no puedo” y él me decía, con ese gracejo (a lo Pérez Reverte) de la tribuna, “Jajaja, qué pretexto para que te toquen el culo”.
Bueno, entonces yo después de eso, y de treparme a la parte más alta de la tribuna escapando de las hordas enemigas que arrasaban repartiendo piñas, yo, digo, estaba moralmente habilitado para gritar “¡Qué toor tienen los bosteros! Los salvó ese tiro en el palo…”. Pero al técnico, que entonces no existía porque se llamaba entrenador (con la E grande en el buzo y todo), no lo oí nunca declarar algo así. Primero, porque nadie les daba bola a los E; después, porque les hubiera dado vergüenza defenderse detrás del palo de un arco.
Me agarran estas broncas y me voy del libreto. Eso se llama “morcilleo”, como me enseñó mi abuela que era crítica de teatro: agregar palabras que no están en el libreto. Bueno, vuelvo al Patón Bauza, tipo feo pero casi simpático. ¡Campeón de América! Y al rato de gozar (el sufrimiento es parte del goce) con aquella final de la copa, aún cercana, aparecen los chicos de Cocca (el DT de Racing, aclaro para los que nunca cruzan el Riachuelo) y nos mandan a guardar dos pepinos. Y Bauza ¿qué dice al día siguiente? “Cometimos dos distracciones; si no hubiera sido 0 a 0”. Me quiero morir…