Por Florencia Puente
Entrevistamos al destacado fotógrafo boliviano Satori Gigie. Sus búsquedas, su técnica, sus referencias al momento de hacer foco y gatillar. Desde las afueras de El Alto, una obra para conocer bien de cerca.
Muchos lo conocimos a partir de una foto en la que una “mujer de pollera” sostiene el imponente Illimani en una carretilla. Imaginamos detrás de la imagen a alguno/a de los muchos/as gringos/as que pasean por La Paz con sus sofisticadas cámaras retratando el exotismo andino, atraídos por el realismo mágico que ofrecen sus paisajes y su gente.
Después, nos enteramos que era Valentina, su mamá, la que se robaba la montaña con su paso.
Wilfredo Limachi Mamani –ese su verdadero nombre– tiene 27 años, es comunicador social y vive en Pasanqueri, un barrio periférico de La Paz, muy cerca de la ciudad de El Alto. Algunas de sus imágenes retratan a su entorno más cercano: su madre, migrante campesina y trabajadora doméstica, y sus gatos Triste Gato y Polen, indiscutibles protagonistas de los elocuentes relatos que acompañan las imágenes de Gigie.
Para quienes estuvimos en La Paz, para quienes ese podría ser nuestro segundo hogar y para quienes no la conocemos, las imágenes de Satori Gigie nos sorprenden con la misma intensidad no sólo porque expresan lo remoto de los paisajes de colores contrastantes en ese limbo entre la tierra y el cielo, sino principalmente, porque dan cuenta de las formas de vivir los Andes.
-En tus fotos las panorámicas de La Paz son predominantes. Si bien el Illimani es siempre enigmático, es innegable tu virtud para captar todos esos “momentos de altura”. ¿Qué buscas expresar con tus imágenes?
He pasado mi niñez en el barrio, en las periferias de la ciudad. Allá han sido mis mejores años, mis mejores días. Extraño siempre con nostalgia los barrancos, los árboles, los amaneceres, los atardeceres, los pajarillos, las mariposas, la hierba, los perritos callejeros, los ancianos que me invitaban frutas, las casitas, todo aquello con lo que jugué y pude imaginarme muchas cosas cuando era niño. Por eso cuando estoy en el centro de la ciudad, rodeado de edificios gigantescos, o encerrado en una oficina, no me siento para nada bien. A mí me atrapó la tierra de altura y sólo allí me siento bien conmigo mismo.
-Otra referencia predominante en tus fotos son las mujeres. Trabajadoras, indígenas, alteñas ¿Qué historias cuentan estas fotos?
Siempre trato de resaltar en ellas la fortaleza que tienen para realizar trabajos que casi nadie se atrevería a realizar y vivir una vida que casi nadie más se atrevería a vivir. Ellas construyen partiendo de la desventaja y, aún así, son capaces de mostrarte una sonrisa. Trato de enfocar, también, la capacidad y el derecho que ellas tienen de decidir sobre lo que quieren, ya sea para sí mismas, o para sus hijos.
-¿Qué sentido tiene para vos la imagen como denuncia?
El origen de la violencia está en el hecho de negar la condición humana de las personas. No siempre la violencia es sinónimo de grito y golpe, sino también de negación. A las mujeres que retrato se les ha negado la dignidad y muchos usan aquello como excusa para gritarlas y golpearlas, pensando que al no tener dignidad, eso es lo que merecen.
Lamentablemente, utilizo la imagen para que las demás personas respeten y valoren a las mujeres que sufren violencia. El poder de los medios radica en la imagen; una persona le cree más a una foto, a un video o al texto de un periódico que a las palabras o a la presencia real de otra persona.
Por ello trato de resaltar siempre la capacidad de la mujer. No busco mostrar estas realidades a los pobres que trabajan sino a los ricos que no lo hacen: personas que duermen y critican al mundo desde sus escritorios, jóvenes que reciben todo de sus padres, políticos que más se empeñan en pelear contra sus adversarios en lugar de atender las necesidades del pueblo.
-La otra referencia en tus retratos son los animales. Quien haya estado en La Paz sabe que los perros son una presencia inmanente, ¿qué lugar ocupan estos personajes en tu “recorrido artístico”?
Cuando era niño imaginé que, otrora, ellos habían habitado en paz las tierras del barrio y de repente llegaron los humanos, les hicieron la guerra, los conquistaron y los esclavizaron hasta ahora. Porque eso son los perros del barrio, esclavos; en el mejor de los casos comen sólo lo que sobra y se tira de la mesa, están obligados a cuidar la casa y ladrar a quien se acerque, pero a cambio reciben palos y piedras. Duermen y amanecen bajo la lluvia, comen y pelean en los basurales, mueren atropellados por los autos o asesinados por sus mismos amos, cuando ya son viejos.
Siempre trato de presentar a los perros, a los gatos y a otros animales, como filósofos rebeldes, que ven el mundo desde otra perspectiva, una “perspectiva más humana”. Son guerreros que un día van a liberarse y lo harán peleando, eso son para mí los animales. No son arte ni elemento que decora el paisaje. Como dije, tengo que presentarlos en fotos, para que las personas reaccionen.
-Es inevitable preguntarte por las historias que acompañan tus fotos. Tu relato completa, en todos los casos, la imagen que nos muestras, de manera armónica y elocuente. ¿La historia viene primero o viene después de la imagen? ¿Te consideras un fotógrafo o un narrador?
Tomo la foto y mientras lo hago, trato de observar e imaginarme el pasado de las personas a partir de lo que veo. De dónde vienen, cómo han estado, cuáles son sus expectativas y qué buscan para ser felices. En otras ocasiones, tengo la suerte y la voluntad de acercarme a las personas y preguntarles su nombre, su historia y demás, entonces, a partir de ello escribo la narración.
Por otra parte, no me considero ni fotógrafo ni narrador. Lo digo así porque quizá mañana haga música o quizá pasado estudie medicina o trabaje de albañil, o me dedique a la venta de mandarinas. Por ello no quiero encasillarme en una etiqueta, tampoco quiero ser de todo, simplemente quiero ser libre para hacer lo que quiera hacer conmigo mismo.
-En fotografía, las situaciones más cotidianas y los detalles más ínfimos pueden configurar un tema que merezca desarrollo para la mirada del autor, y así transformarse en un acontecimiento. Se podría pensar a la fotografía como hacedora de acontecimientos, como la mediación del testimonio que queremos dar del mundo que nos rodea. ¿Cómo llegas al tema? ¿Se puede “negar el tema”, o siempre se busca un sentido más allá de la composición o la estética?
Salgo de casa y fotografío todo lo que encuentro. Salgo de casa sin pensar ni en temas ni en composiciones ni estética. Entonces, de todas las fotos, selecciono aquellas que salieron bien o que estén relacionadas con la fuerza de las mujeres o la filosofía de los animales. Pero a veces encuentro otros temas, como por ejemplo amor, sexo, oscuridad, niñez, muerte. Por eso salgo sin pensar en temas. Para componer la foto, trato de que siempre se vea algo de fondo, desenfocado; eso que llaman profundidad de campo. Lo estético lo ponen las personas y el paisaje, de eso no me preocupo tanto.
-Tus fotos reflejan el paso entre lo urbano y lo rural. Plagadas de montañas y paisajes escarpados, combaten la opacidad con la que se retrata a los humildes con ayuda de los colores del mundo andino. ¿Esta búsqueda es deliberada?
Para mí, las fotos reflejan el paso de la soledad y la multitud, la felicidad y la tristeza disimulada como estrés, la espontaneidad y lo autómata, la libertad y la esclavitud voluntaria. Siempre tomo las fotos en los confines de la ciudad, no me atrevería a hacerlo en el centro.
-Desde que Cartier-Bresson expresó con sus imágenes “el instante decisivo”, configuró uno de los conceptos sobre los que más se ha reflexionado en fotografía ¿Cómo compones vos una fotografía, retomando esta imagen-concepto del fotógrafo francés?
Me pongo a esperar con la cámara encendida, como un idiota, a veces horas y horas, hasta que llegue el momento. Para satisfacer al gran Bresson, puedo decir que mi corazón y mi ojo ya están allí, y sólo espero el momento para disparar. A veces fallo, casi siempre fallo. Alinear las cosas puede ser posible, pero alinearse a uno mismo es difícil. Espero en lugares donde las gente suele pasar de retorno a sus casas, esos caminitos desde donde se ven las montañas y parte de la ciudad, esos son los mejores lugares para componer, porque luego demuestran que la gente puede estar en lo más alto.
-Por último, ¿Qué herramientas utilizas para crear una imagen? ¿Consideras que la técnica, al momento de la exposición y en la edición de la imagen, es condicionante al momento de expresarte?
Todas las cámaras que hasta ahora me he cogido obtienen retratos pésimos si uno no sale acompañado por un equipo de iluminación y sombras, ya sea la hora de lobos o el mediodía. En ese sentido, es necesario balancear el color de las fotos, las luces y las sombras para publicarlas.