Por Redacción Marcha | Fotos de Anita Pochard Serra y Oscar De la Vega
“Santiago es solidaridad” cerró su discurso Sergio Maldonado. Fue la frase que circuló en carteles que miles de manos sostuvieron a lo largo de la tarde y noche. La Plaza de Mayo se colmó de gente al cumplirse un año de la desaparición forzada seguida de muerte de Santiago Maldonado. Una muerte que se dio en el contexto de una feroz e ilegal represión de Gendarmería contra el pueblo mapuche en el Pu Lof en Resistencia del departamento de Cushamen en la provincia de Chubut.
78 días estuvo desaparecido. Más de dos meses en que los funcionarios públicos responsables de su desaparición negaron los hechos, los deformaron, obstaculizaron la investigación y estigmatizaron a la familia Maldonado. Que estaba en Entre Ríos, que un camionero lo había visto, que una pareja lo había llevado, que fue la víctima fatal de un puestero agredido por la Resistencia Ancestral Mapuche (RAM). La imaginación de los medios masivos de comunicación al servicio del discurso oficial del encubrimiento no escatimó en narraciones fantásticas y se prestó a un juego cínico que sólo hundía el dedo en la llaga de una familia atravesada por una tragedia pública. Su punto culmine, quizás, fue la burla de una barbitúrica Elisa Carrió que dijo que “Santiago se congeló como Walt Disney”.
Este cinismo no se limitó a lo meramente discursivo. El gendarme Echazú, imputado en el caso de la desaparición de Santiago, fue premiado con un ascenso, al igual que Pablo Noceti, mano derecha de Patricia Bullrich en materia de “seguridad”.
Santiago Maldonado es, también, el principio de una serie de medidas que el Gobierno nacional sigue tomando respecto de las tierras ancestrales: hace dos días el Decreto 703/2018 fue anunciado como una “reestructuración militar para las Fuerzas Armadas” y establece, entre otros puntos, la “Directiva de Política de Defensa Nacional” (DPDN). En otras palabras, con la excusa de “combatir el narcotráfico y el resguardo de las fronteras”, se militarizan los lugares de conflicto, nombrados eufemísticamente como objetivos estratégicos. En palabras de Patricia Bullrich cuando defendía el accionar de la Gendarmería en el caso Maldonado: “Necesito a esa institución para todo lo que estamos haciendo, para la tarea de fondo que está haciendo este gobierno”.
El cuerpo sin vida de Santiago fue encontrado el 17 de octubre en el Río Chubut, 400 metros río arriba de donde fue visto por última vez. Una zona que fue rastrillada 7 veces por efectivos policiales, sin resultados. Durante todo este año, se exigió (y se seguirá exigiendo) que se investiguen las responsabilidades materiales y políticas. Por eso la solidaridad de Santiago en ese acto de acompañamiento de un pueblo en resistencia, fue el motor de su recuerdo y del reclamo por justicia.
Sobre ese punto, Myriam Bregman, la legisladora porteña por el PTS-FIT, relató a Marcha en Plaza de Mayo: “Durante este año no se avanzó en las responsabilidades materiales, pero tampoco en las responsabilidades políticas, que están muy claras en este caso. Veo un contexto muy grave porque se habilitó la participación de las Fuerzas Armadas en la seguridad interior y uno de los puntos que el gobierno pone en este decreto es que las FF.AA. van a estar para proteger objetivos estratégicos; y cuando vemos lo que el Gobierno, lo que el Comando Sur de Estados Unidos considera objetivos estratégicos, creo que la situación de las comunidades originarias que están ubicadas sobre fuertes yacimientos mineros, petroleros, como el de Vaca muerta, territorios como el de Benetton, pueden ser víctimas de esta política represiva. Así que el contexto de este año es muy grave”.
Un alma libre que vivía como pensaba
Cuando la marcha oficial parecía concluir y los movimientos y partidos políticos comenzaban a desconcentrar de la Plaza de Mayo, un grupo avanzó rumbo al centro del monumento. No llegaban tarde, entendían que ese era el momento para visibilizarse. Tras la desaparición forzada seguida de asesinato de su hermano, las palabras de Sergio Maldonado habían sido claras: “Santiago era anarquista, solidario, un pibe que vivía como pensaba”. Y así fue que los compañeros y compañeras de Santiago, anarquistas como él, ingresaron a la plaza con sus banderas negras. “No somos infiltrados/as somos los compañeros/as de Santiago Maldonado” cantaban mientras los movimientos miraban con sospecha al desconocer su pertenencia.
Santiago era anarquista, sus compañeros y compañeras son anarquistas. El anarquismo no es una ideología que quedó anclada allá por los comienzos del siglo XX, existe. Existen. Y entre sus prácticas, guste más o guste menos, está la acción directa. En el accionar se dibuja un puente entre las barricadas y capuchas mapuches, un puente que “el brujo” también caminó. ¿Quizás por eso en la ciudad se cacen anarquistas como en el campo se cazan mapuches? ¿Quizás por eso algunas y algunos militantes de los movimientos sociales se sumen al discurso de las y los otros distintos como inexistentes, ajenos, peligrosos?
Lo que también existe es la estrategia policial para capturar activistas y militantes en espacios públicos. Infiltrados/as, camuflados/as o disfrazados/as, no sólo los agostos o los septiembres se sumergen en las columnas rabiosas para capturar por la espalda o contribuir a que se legitime la persecución. Será el caso de un diciembre ardiente o en algún mayo frío por el pueblo palestino donde frente a la embajada de Israel se murmura con sospecha tras verdades reveladas que susurran las y los más viejos del campo popular: la estrategia policial también existe y es una irresponsabilidad no reconocerla.
La pregunta emerge, hoy, en torno a la necesidad de denuncia. ¿Será que, quienes son señalados, expuestos y entregados a las fuerzas, son quienes tapan su rostro? Ese discurso posibilitó que en las últimas horas de anoche la cacería a quienes se encontraban en la plaza se realice sin mucho rechazo. ¿Qué responsabilidad le cabe al campo popular que no repudió las detenciones?
Por eso recuperar a Santiago, el anarquista, el encapuchado, es necesario para que su rostro levantado como bandera no sea separado de su identidad. Desconocer su identidad es desconocer las razones de su muerte, la responsabilidad de un Estado y sobre todas las cosas es ser indiferente a su grito de lucha aún vigente. Santiago ya lo había cantado: “Como una mariposa en plena luz del día, escapando de los ortivas que quieren atraparla, arrestarla, capturarla, secuestrarla, adiestrarla” se demoniza a quien tapa su cara para romper con lo que ya no se quiere ser.