Por Laura Cabrera @laucab / Foto por Sub Coop
Fue la reina de la bailanta, una de las cantantes más destacadas de la movida tropical en los noventa. Tras su muerte, las y los fans se convirtieron en devotos. Cuando el fenómeno musical se transformó en mito popular.
Hoy su música se escucha en cualquier lugar. Sin embargo, forma parte de las y los cantantes de la movida tropical de los noventa, esas y esos que llevaban la etiqueta de ser “músicos de la cumbia”, poco difundidos más allá del mundo de la bailanta. Pero, ¿qué hacía especial a esta mujer?, ¿qué dejó su vida y qué su muerte? De cantante a santa de la devoción del pueblo, 18 años después, su música y el mito de los milagros cumplidos continúan intactos.
El camino de Miriam Bianchi comenzó por otro lado que parecería no tener ningún tipo de conexión con la música: quería ser profesora de educación física y de educación inicial. La muerte de su padre hizo que la adolescente de 16 años deba cumplir el rol de sostén familiar, entonces ambos sueños se vieron interrumpidos. Ese es el inicio de la historia de una joven que un día (así, como si fuera una casualidad) asistió a una prueba de canto. Buscaban a una vocalista y ella tenía todas las condiciones: su voz, su carisma y su belleza.
Entonces Miriam eligió llamarse Gilda, en honor a Rita Hayworth, quien protagonizó una película con ese nombre. La cantante y compositora comenzó a crecer en el mundo de la movida tropical hasta llegar a ser de las más conocidas en el ambiente y un poco más allá también, aunque para la época era un tanto difícil superar la barrera de eso que parecían dos mundos distintos y que hoy se entremezclan, incluso con sus temas, que fueron interpretados por músicos como el cantante pop Leo García o la banda punk Attaque 77.
Todo cambió el 7 de septiembre de 1996. Durante un viaje, el micro que transportaba a la cantante fue embestido por un camión en el kilómetro 29 de la Ruta Nacional 14, camino a Chajarí, Entre Ríos. Gilda murió en ese accidente junto a su madre, su hija mayor, tres músicos y el chofer. Pero difícil es decir que en ese entonces murió el fenómeno Gilda porque, al contrario de esto, la figura de la mujer fue creciendo cada vez más.
Gilda, mito y cultura popular
Todo puede cambiar de configuración o todo puede seguir como está. Este es uno de esos casos en los que todo cambia. La carismática cantante dejó de ser la ídola de cientos de fans para pasar a ser algo mucho más grande: un mito dentro de la cultura popular, esa que se modifica en forma constante, de la que tanto se habla y poco se dice, porque contiene fenómenos validados por el pueblo pero inexplicables para quien no lo vive.
La música genera sensaciones y sentimientos únicos y en muchos casos una canción representa mucho más que cualquier cosa. Un momento de la vida, una persona querida, un objeto. Y es así que un músico entra en la vida de una persona, por identificación. Y dentro de la movida tropical, Gilda era de las carismáticas, una mujer que le cantaba al amor, que daba mensajes positivos, una mujer que hablaba de la muerte como una continuidad de la vida desde otro plano. Y así se mantiene, en otro plano, siempre presente.
El lugar del trágico accidente hoy es un santuario, el dolor se transformó en esperanza y la música en cuestión de fe. Gilda es la cantante que editó “De corazón a corazón”, “Pasito a pasito” o “Corazón valiente”, es la misma que alguna vez fue disco de oro y platino en Argentina, la que siguió cantando para el pueblo. Es la misma de ese pasado sobre el escenario, pero ahora tiene un plus. Ahora es la Gilda de los milagros, la mujer a la que cientos de fans le hacen promesas, es depósito de esperanza.
El caso de Gilda o el de Rodrigo son de esos en donde el fanatismo del pueblo se muestra en su máxima expresión. Las y los artistas nunca mueren porque están en cada canción, en cada recuerdo. Pero cuando un artista deja de ser un músico y se convierte en esa parte del todo que está en todos lados, es porque dejó algo más que sus acordes, y son estos fenómenos lo que hacen que la fe se entienda como aquello que una o un grupo quiere que sea.