Por Ricardo Frascara
El cronista tiene unos cuántos Mundiales encima. Y es, claro, el primero en dar su mirada previa al que se viene en un mes, Rusia 2018. Teme por la lista que Sampaoli entregará en cinco días, cuando parece que el ensayo y error siguen siendo su táctica y estrategia. Sufrimos con Frascarita en las líneas que siguen.
Como decía mi abuela: “Estamos como cuando vinimos de España”. Bah, y de allí vino nomás el DT Sampaoli. Por lo que hemos visto hasta ahora, es más un maestro de oratoria que un conductor de la Selección, que en poco más de un mes se presentará en el Mundial de Rusia. Y sigue hablando con unos y otros. No estoy criticándolo; sólo expongo la realidad.
Y no tiene por qué ser de otra manera. Lo llamaron de la nueva AFA sabiendo que el traje le quedaba grande; nosotros y nosotras, todos, también lo sabíamos; él lo aceptó con la ilusión de ajustarlo a sus medidas. Comenzaron las pruebas con la aguja y el lápiz en la mano, y se fue viendo cómo la camiseta celeste y blanca le chingaba por todos los costados. Pasaron los días, las semanas, los partidos y él continuaba haciendo pruebas. Cada vez que salía a la cancha, siempre con alguna innovación tanto en el armado como en las piezas que lo componían, continuaba el martirio: las pilchas no terminaban de calzar las mangas o el cuello quedaba demasiado abierto o se corría para uno de los lados. Para el partido siguiente volvía a cambiar el diseño del equipo, variaba la cantidad de ojales, alternaba los botones. Y al terminar el partido, otra vez a desnudarse y empezar nuevamente. Y hoy lo miro y veo que Sampaoli está en bolas.
Y no me gusta, es claro; por nada del mundo.
No me gusta, pero para nada, una Selección argentina que juegue para atrás. Me pone nervioso, me parece estar viendo hockey sobre césped sintético; ni que juegue para los costados, como si fuera un match de handball. No me gusta de ninguna forma, por respeto al fútbol pasado y al presente, que el team nacional forme con un delantero solo. Se me caen los pelos de la vergüenza. “Yo sé –me dice mi hijo– vas a empezar a hablar de Farro, Pontoni y Martino…”. No, ni eso, dios me libre, no los voy a ofender con una comparación tan ridícula. Acepto dos delanteros… y vuelo más cerca: en el ‘78 Luque y Kempes… en el ‘86 Maradona y Valdano… hoy Higuaín y Agüero o Icardi y Dybala, o… Algo bien ofensivo por favorrrrrr.
El último vistazo periodístico sobre la selección señaló que Icardi –que ya había sido probado y sacado y vuelto a poner, ahora está con un pie y medio afuera del mundial–. ¿Why? ¿Por qué? Vaya uno a saberlo. Parece que el DT en cambio ha recuperado a Dybala, un geniecito en ciernes, un complemento ideal con Higuaín, ya que ambos visten la blanquinegra de la Juve y se divierten en el Calcio. Insisto ¿por qué la duda con Icardi?, un goleador empedernido que mantiene vigente al Inter de Milán. Hoy se sumaba al enigma icardiano un referente de fuste como Gabriel Batistuta, a quien escuché decir “Icardi me encanta; yo lo llevaría al Mundial”. Esta opinión, ¿hará pensar nuevamente a Sampa? ¿Bajará de su mente al papel la lista para el Mundial de una vez? Otra de Batistuta: “Yo no llevaría gente al Mundial a probar”. Es claro, yo tampoco, estoy seguro de que vos tampoco. Pero Sampaoli sigue desnudo, ¿recibirá así el partido con Islandia? Se va a recagar de frío.