Por Gerardo Szalkowicz
Este viernes comienza el debate en el pleno de la Cámara de Diputados y el domingo será el día D para el futuro de Dilma Rousseff y de la democracia brasileña: allí los 513 legisladores votarán si se realiza o no el juicio político a la presidenta. Rodrigo Suñe, dirigente del Levante Popular de la Juventud, analiza en esta entrevista(*) el difícil escenario que atraviesa el país desde la óptica de los movimientos sociales.
– ¿Qué evaluación hacen de esta compleja coyuntura y cómo se están parando las organizaciones populares?
– Es una semana decisiva en nuestro país. El impulso del impeachment refleja y explicita los intereses de las clases dominantes. Vivimos una gran crisis económica y una crisis política, y en ese escenario el poder económico busca recomponer sus tasas de ganancia con esta ofensiva. Para eso precisan eliminar los derechos y las conquistas sociales que tuvimos en los últimos años y retomar e implementar el proyecto neoliberal como está pasando a nivel continental.
Creemos que el rol de los movimientos sociales en este momento es presionar en las calles para evitar el golpe, dialogar con el pueblo, no permitir la destitución de la presidenta y el regreso del neoliberalismo. En esta coyuntura definitoria, para los movimientos sólo hay una salida: estar movilizados, en diálogo con el pueblo y presionando para que los congresistas no destruyan nuestra joven democracia, que todavía está en proceso de maduración. Por eso venimos haciendo movilizaciones constantes y estos días también estaremos en las calles para tratar de impedir el golpe.
– ¿Qué intuyes que puede pasar con la votación del domingo en Diputados? Y ¿Qué implicaría que avance el juicio político contra Dilma?
– En cuanto a la votación, hay muchas dudas, mucha incertidumbre, porque vivimos un terrorismo mediático que viene jugando fuerte a favor del impeachment, a favor del golpe, pero igual creemos que no está todo dicho, que “el juego todavía hay que jugarlo”, y que se va a definir recién en los momentos finales de la votación.
Lo que pase no sólo será una cuestión de Brasil. Nuestro país cumple un papel estratégico a nivel continental, y esto es parte de un plan de desestabilización continental que se refleja en los procesos de Venezuela, Argentina, y en todos los países donde en los últimos años tuvimos algunas conquistas a través de las luchas populares y también de las medidas progresistas de los gobiernos de la región.
Pero además de la cuestión económica, implicaría un grave atentado contra nuestra democracia. Ellos fueron derrotados por el voto popular y ahora intentan dar un golpe a través del Congreso, del poder judicial y de la gran prensa, que están hermanados por el retorno del proyecto neoliberal.
– ¿Cuáles son los principales errores que ha cometido el gobierno para llegar a esta situación? ¿Qué lecciones y aprendizajes deja el rumbo que ha tomado el PT sobre todo en cuanto a sus alianzas y a la política económica?
– Esta cuestión es muy importante: cómo se conformó la coalición de gobierno, la conciliación de distintos intereses de clase que llevaron al PT a la presidencia desde 2003. Cuando la alianza con sectores de la burguesía local se dio en un momento de crecimiento económico las cosas estuvieron bien, pero cuando se acercó la crisis ese proceso se termina rompiendo, porque es difícil mantener una alianza dentro de un gobierno con intereses antagónicos.
Observamos, además, dos grandes errores del gobierno en estos años. El primero es que no generó un proceso de politización de la sociedad, entonces tuvimos un gobierno que generó mejores condiciones para la clase trabajadora pero no impulsó al pueblo la necesidad de estar organizados. Es decir, que las medidas compensatorias no estuvieron acompañadas por un proceso de organización popular que pudiera generar una fuerza propia y una base más sólida. Se confió mucho en las articulaciones institucionales dentro del Congreso con partidos que tenían un programa y una ideología muy distinta, lo que explota en el escenario actual.
Lo segundo es el enfrentamiento que no se hizo con los medios de comunicación, que permanecieron intocables en estos 13 años. Las grandes corporaciones, como la Red Globo, se convirtieron en los grandes polos aglutinadores y organizadores de las ideas de las clases dominantes, lo cual también refleja las incapacidades de los partidos de derecha.
Y por otro lado, no se han impulsado reformas estructurales, principalmente en relación al sistema político. En este momento evidenciamos la mayor crisis del sistema político desde la conformación de la Nueva República de Brasil, y esta coyuntura difícil refleja el dominio del poder económico sobre la política.
– El avance de las fuerzas conservadoras también generó, como contrapartida, un reagrupamiento de los movimientos sociales, en expresiones como el Frente Brasil Popular que integran junto a otras fuerzas. ¿Cuáles son las expectativas en relación a ese proceso?
– En este escenario complejo, una de las mejores noticias es la construcción del Frente Brasil Popular, sobre todo por la necesidad que tenemos los movimientos de construir un proyecto de país. En estos últimos años tuvimos mejoras sociales pero no logramos avanzar en la necesidad de construir un otro proyecto que rompa con la lógica del sistema. Entonces, el Frente Brasil Popular es la gran novedad de este escenario y está siendo el principal protagonista de las grandes movilizaciones que se vienen dando, articulando no sólo a los movimientos sino también a los partidos, a los artistas y a diversos sectores estaban alejados de la política.
El Frente Brasil Popular es un espacio interesante de confluencia, está cumpliendo un rol muy importante que apunta a reagrupar al polo progresista y a las fuerzas populares en nuestro país. Que apuesta a dar las luchas en este momento pero también empieza a discutir la gran tarea que tenemos pendiente: construir la unidad de las fuerzas democráticas y populares en torno a un proyecto de país. Y eso va incluso más allá del golpe.
Entonces nuestras tareas ahora son la defensa de la democracia y del mandato constitucional de la presidenta pero también hacer las críticas al modelo de ajuste fiscal que el gobierno estaba llevando adelante. Creemos que si el impeachment es derrotado el próximo domingo, el gobierno tiene que volver a defender el programa que salió victorioso en las elecciones de 2014 y no el proyecto neoliberal que incluso estaba siendo construido adentro del propio gobierno.
(*) Entrevista realizada en el programa “Al sur del Río Bravo” que trasmite Radionauta FM