¿Es posible hablar de fascismo en esta Argentina electoral? ¿O las categorías analíticas deben estar atadas necesariamente a las épocas históricas? Es posible una conversación colectiva al respecto y por eso dialogamos con Rocco Carbone, filósofo y analista político. El contexto y los aportes feministas para construir el autocuidado en clave antipatriarcal.
Por María Eugenia Waldhüter y Laura Salomé Canteros | Foto: Marvin Recinos/AFP
Rocco Carbone es doctor en Filosofía, profesor, investigador y analista político. Estudió en la Università degli Studi della Calabria (Italia), donde conoció a exiliadas y exiliados de la dictadura cívico militar eclesiástica que castigó a nuestro país entre 1976 y 1983. En sus trabajos aborda las discursividades y procesos políticos y culturales en América Latina y el Caribe. Y por estos días es una de las voces ocupadas en dar la discusión sobre si la candidatura presidencial de La Libertad Avanza, representada por Javier Milei y Victoria Villarruel, antiderechos y reivindicadores del terrorismo de Estado, es -o no- fascista.
Ante los resultados de las PASO, una reflexión fundamental para contagiar argumentos, multiplicar discusiones y trazar estrategias para vencer al enemigo y planificar la resistencia.
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¿Podemos pensar a la Argentina electoral del 2023 desde el fascismo?
Sí. Sobre esta palabra compleja, reflexionamos colectivamente con distintos compañeros y compañeras del campo popular o nacional popular, pero al mismo tiempo es una palabra resistida. Hay ciertas formas reactivas respecto de la palabra fascismo que hay que considerar, aceptar y tratar de elaborar mejores argumentos. Lo primero es que cuando decimos fascismo en la Argentina, por alguna razón que se me escapa, se suele activar un mecanismo intelectual, mental y que consiste en atar esa palabrita a una experiencia europea que se extendió entre los años 1922 y el año 1945, y sobre todo en dos países de Europa. Obviamente lo sabemos, Italia y Alemania, porque ahí hubo experiencias fascistas exacerbadas. Luego hubo fascismo en España -que se prolongó hasta 1975 con Franco-, pero cuando hablamos de fascismo hablamos sobre todo de la experiencia del Partido Nacional Fascista en Italia con Mussolini y del Nacionalsocialismo en Alemania.
Ahora bien, ese mito debe ser desandado porque fascismo hubo en muchos lugares. El fascismo es un internacionalismo en el Siglo XX europeo y en el Siglo XXI también. Si buscamos en la historia encontramos, por ejemplo, fascismo en Gran Bretaña en la década del 30’ donde existía una asociación, un grupo político que se llamaba British Union of Fascists. Fuera de Europa encontramos una experiencia fascista entre la década del 30’ y principio del 40’ en China. Durante esas décadas, un decenio o un poco más, en China dentro del Kuomintang, del Partido Nacionalista Chino, encontramos una asociación que se llamaba Sociedad de las Camisas Azules, que era una organización político-militar de tipo fascista comandada por Chiang Kai-shek.
Si miramos en América Latina, durante la época pre Batista en Cuba, en el gobierno de Machado y Morales, existía la experiencia fascista. ¿Dónde la encontramos? ¿Cómo la medimos hoy en día esa experiencia? En los grandes escritos que nos dejó un intelectual cubano conocido en toda América Latina, que es Julio Antonio Mella, que era un militante símbolo del movimiento estudiantil latinoamericano, también del movimiento obrero, y en sus panfletos, fue luchador en contra del machadato, y en sus panfletos que dejó y que llegaron hasta el año 1923, a Machado y Morales lo tildaba de el Musolini tropical.
Y si miramos en la Argentina de la década infame, de los años 30’, gobernaba una dictadura, la primera dictadura argentina que empezó el 6 de septiembre de 1930 con el golpe de Uriburu al segundo gobierno de Yrigoyen. Y hacia los años 40’ también encontramos un partido político que se llamaba Partido Fascista Argentino (PFA), la sigla luego se la dejaron a otra institución tan oscura como ellos.
Por esos años también existió resistencia antifascista…
En contra del fascismo argentino, en contra del fascismo italiano, que estaba en la Argentina en la década infame luchó un anarquista famoso, Severino Di Giovanni, con una organización anarquista, donde militaban los hermanos Scarfó, América Scarfó quien fue compañera de Severino. Estas cosas están en la memoria en la historia del pueblo argentino. Digo todo esto como pequeña demostración de que el fascismo no fue sólo una experiencia europea, ni fue solamente una experiencia alemana e italiana, por más que efectivamente los elementos con mayor fortaleza, la eclosión de esa experiencia, se dio en esos dos países, sobre todo con la Segunda Guerra Mundial.
Ahora, de manera correlativa inversa, me parece que hay que agregar otro elemento, que al fascismo lo podemos entender como una fuerza política y social que está latente en la historia de los pueblos y que oportunamente estimulada puede volver. Eso me parece que es muy importante saberlo. Por el fascismo clásico, el fascismo de los años ‘20, ‘30 y ‘40, en Europa fue subordinado, pero no se borró ni del campo social ni del campo político. Fue subordinado porque hubo una guerra, la Segunda Guerra Mundial, que en la guerra al fascismo le condujeron fuerzas aliadas y el Ejército Rojo, la Armada Roja, porque había revolución, efectivamente, y frente a una gran violencia que estaba en el corazón del fascismo, se le opuso a una violencia mayor, lamentablemente de signo inverso, de tipo socialista y del gobierno de los aliados, que subordinó esa fuerza.
El fascismo fue aplacado, pero no fue borrado ni de la historia social, ni de la de la historia política, ni de la historia de los pueblos. Y digo esto porque en la lengua que hablamos existe una frase, una oración de lo más interesante para ser examinada que es el “enano fascista”. Y si consideramos esa frasecita, y si consideramos que todo lo que está en la lengua está en la cultura, todo lo que está en la lengua está en la sociedad y, por ende, en la política, esa oración nos indica que, efectivamente el fascismo es una fuerza enana, chiquita, que está en mayor o menor medida en cada uno de nosotros y nosotras y que, oportunamente estimulada, deja de lado su condición de enana y se expande. Eso me parece que es lo que vienen a hacer Milei, Villarruel y LLA en la Argentina.
¿Por qué hay una resistencia a caracterizar esta coyuntura en clave fascista?
Porque las fuerzas oligárquicas, las fuerzas nacionales oligárquicas y también las fuerzas que se concentran dentro de la amplia categoría de las izquierdas al peronismo le endosaron la palabra fascismo y eso es un error histórico, porque el fascismo ¿cuándo se desploma históricamente?, en 1943. El fascismo como tal, como fuerza política, emergente, potente, expansiva, se interrumpe en 1943 y el peronismo, históricamente digamos, su momento de emergencia, su momento de expansión mitológica, se verifica el 17 de octubre de 1945. El peronismo es un movimiento posfascista, no tiene nada que ver con el fascismo, por más que Perón haya podido tener coqueteos con esa fuerza lóbrega, libidinal.
Entonces, ¿por qué es importante hablar y pensar el fascismo hoy?
Porque hasta tanto las cosas que nos dan miedo, y el fascismo efectivamente nos da miedo, pero hasta tanto las cosas que nos dan miedo no son nombradas, hasta tanto no podamos decirlas, no existen en el para-sí. Y si las cosas que pensamos no existen reflexivamente, no existen en la lengua, no existen en nuestra cabeza, dejan de tener eficacia en tanto herramienta para la transformación del mundo. O sea, es necesario decir la palabra fascismo para liberarnos del fascismo del Siglo XXI en la Argentina que se ubica en el corazón de La Libertad Avanza. Y el trabajo que tenemos por delante, por lo menos en el campo nacional y popular, que es el verdadero lugar donde late la emancipación, consiste en empezar a nombrar las experiencias. Y el fascismo es una experiencia que se está verificando en la Argentina del Siglo XXI.
El fascismo del Siglo XX no es igual al fascismo que estamos vivenciando en la Argentina del Siglo XXI. Marx lo decía muy bien en el “XVIII Brumario de Luis Bonaparte”: la historia se repite siempre dos veces, primero como tragedia y después como farsa. La historia nunca se repite mecánicamente entre un momento y otro, pero si aceptamos que una disciplina como la historia existe y que los pueblos tienen historia y los pueblos tienen memoria, podemos recurrir a esa frase, que es una clave para entender cómo se verifican las cosas y el fascismo es una herramienta del capitalismo. Ahora, ¿en qué situación estaba el capitalismo en el Siglo XX europeo? Bueno, en la fase imperial, efectivamente, ese capitalismo necesitaba un fascismo que efectivamente afirmara la gran nación.
Hoy en día con un capitalismo en crisis, el fascismo se da de otra manera, es un fascismo individualista, un fascismo propio de un capitalismo en crisis. O sea, el fascismo lo podemos entender como una herramienta del capitalismo y si el capitalismo se modifica de un siglo a otro, de una década a otra, el fascismo también va tomando otras vertientes y otros matices pero algunas cosas quedan constantes. El fascismo siempre tuvo como idea la gran nación. Milei hoy en día también lo tiene en su cabeza, la gran Argentina. Hay que ir a leer la plataforma electoral de La Libertad Avanza y en el ítem “Misión”, se puede encontrar una frasecita que dice que tiene como objetivo de máxima volver a la gran Argentina en el 1900, es decir, la gran Argentina de cuño nacional oligárquico. ¿Esto qué quiere decir? Pre peronista, pero también pre radical, pero también pre yrigoyenista, pero también pre anarquista, precomunista, revolución bolchevique, pre migratoria.
Por otro lado, otro elemento constatativo y otra constante entre el fascismo clásico y el fascismo que se está verificando hoy en día en la Argentina es la creencia exacerbada en las libertades individuales. Se llaman libertarios. Se llaman libertarios porque quieren destruir el Estado. Pero los verdaderos libertarios son los anarquistas, que también querían destruir el Estado pero en función de las víctimas. Si recurrimos a la gran filosofía política, vemos que para Marx, Lenin, Engels y otros tantos y otras tantas, el Estado está conceptuado como un órgano de represión. Y las y los anarquistas lo querían destruir, no en la Argentina, sino desde la Comuna de París. Ahora, estos tipos, los libertarios, entre comillas, de Milei, quieren destruir el Estado para disponerlo en contra de las grandes mayorías y ponerlo a disposición de élites de clases chiquititas.
¿Cómo es que una fuerza así se vuelve elegible después de estas experiencias?
El fascismo es una fuerza confusional desde siempre. Va por derecha y por izquierda permanentemente. Puede nombrar, puede afirmar y negar permanentemente cualquier cosa. Hace la guerra, declara la guerra para defender la paz. Entonces, y eso también es una constante que podemos encontrar en el fascismo clásico y, por ejemplo, en el discurso público de Milei. Por eso, el fascismo es una categoría política que puede ser agarrada de la historia del Siglo XX y convocada para tratar de entender lo que está pasando en la Argentina hoy. Ahora, es una palabra que hay que tomar con matices. ¿Es la única que nos ayuda a pensar el fenómeno de Milei? Y, no, pero creo que es una clave que nos ayuda a entender lo que está pasando.
¿Por qué la emergencia -o no- del fascismo se da en un proceso electoral?
El fascismo es fascinante, una que vez que se elabora, se expande, es fascinante, fascina, atrae, nos convoca. De hecho, incluso nosotros y nosotras estamos hablando de él porque existe, nos fascina, la fascinación preocupa. Una palabra interesante para pensar el fascismo es una palabra que viene de la psicología clásica, de un texto clásico de Freud, que es Das Unheimliche. Eso en castellano se tradujo como lo siniestro.
El fascismo podemos pensarlo también como una mimesis de la emancipación. Voy a hacer un ejemplo para que se entienda claramente. Muchas de las personas que votaron a Milei dijeron que, de haberse presentado, habrían votado a Christina Kirchner. ¿Cómo se explica eso? Se puede explicar porque el fascismo es una fuerza que se mimetiza, se pone en el corazón de la emancipación y la imita, pero de manera reaccionaria, y es fascinante, atrae, y, como es fascinante, es un totalitarismo. O sea, todo el mundo va a ser contenido dentro de él, porque algunos y algunas estarán convencidos, otros por miedo, y porque otros tantos y otras tantas porque serán cooptados por esa fuerza.
El fascismo siempre tiene un gran aparato de propaganda. El fascismo clásico, contemporáneo y en la Argentina de mediaticidad monopólica también; donde puede entrar La Nación, La Nación +, Clarín, Infobae, Radio Mitre, y esa mediaticidad crea una realidad y la expande, te picotea la cabeza, te taladra la cabeza 24/7 con los discursos de Milei que se expanden permanentemente y crean una realidad que existe en nosotros y nosotras. Entonces, en la batalla cultural también está la disputa mediática que tenemos que llevar a cabo y sabiendo que efectivamente estamos en una situación de debilidad. Entonces, creo que el fenómeno Milei tiene mucha fuerza en la clave de lo electoral porque hay un aparato propagandístico muy potente sobre el cual se asienta, la mediaticidad monopólica. Esa mediaticidad monopólica también existía en el fascismo clásico.
La pandemia también es una crisis comparable con la Primera Guerra Mundial, o sea, fue sorpresiva y nadie sabía cuánto podía durar. Tanto la Primera Guerra Mundial como la pandemia crearon grandes crisis cognitivas. El fascismo surge en momentos de crisis y el mundo del Siglo XXI es un mundo atravesado por múltiples crisis. La crisis de la pandemia, indudablemente, que aún no ha terminado -no hemos podido analizar y examinar oportunamente-, y llevará mucho tiempo. Imaginen que en el mundo todavía estamos hablando de la Shoah, estamos hablando de los compañeros, 30.000 compañeros y compañeras desaparecidas y desaparecidos. De los grandes traumas de la humanidad las sociedades que quedan vivas les lleva tiempo entender qué pasó, cómo pasó, cómo impactó en los plexos íntimos, los corazones, en la cabeza de quienes sobrevivieron.
La crisis de la pandemia es una crisis que se espesa mucho más en el Siglo XXI porque tenemos una guerra mundial entre dos países, pero mucho más compleja, porque del lado de Ucrania está la OTAN, todos los países europeos, colonia de Estados Unidos, y del lado de Rusia está China, potencias emergentes, Irán, la India, etc. Y esta guerra está conmoviendo las capas tectónicas del mundo, y esa hegemonía del capital, que llamamos globalización, está en un momento de crisis, porque a través de esa guerra, la hegemonía del capital será empujada a una pos-hegemonía que todavía no sabemos qué quiere decir, si va a ser mejor, si va a ser peor, si va a ser igual. Y eso afecta a la previsibilidad y las certidumbres de la humanidad. Y otro problema que espesa más la crisis es lo que llamamos -malamente- crisis climática, que en realidad habla de una incertidumbre de las vidas humana, natural y animal. O sea, el mundo está a punto de estallar, y eso también afecta esa crisis cognitiva, psicológica, social, política, cultural y lingüística.
En medio de estas múltiples crisis hay una crisis de representación político partidaria. ¿Eso se puede ver en el contexto argentino?
Cuando aparece el fascismo clásico, esa emergencia se pudo dar porque había una doble crisis ante el marxismo y ante el liberalismo racional. Y en la Argentina tenemos una situación parecida, porque la sociedad argentina está desencantada tanto del peronismo -o kirchnerismo-, y está desencantada también frente a Juntos por el Cambio, que gobernó la Argentina entre el 2015 y el 2019 y trajo el Fondo Monetario Internacional a la Argentina. Una declaración de guerra porque trajeron 50 mil millones de dólares, los fugaron y ahora los tenemos que pagar nosotros y nosotras.
Entonces, no te vas a referenciar en un espacio político que te afectó. Y el gobierno del Frente de Todos también fue un gobierno problemático; ese gobierno, del cual yo fui altamente crítico, que trató de hacer un gobierno socialdemócrata, que no fue satisfactorio pero al mismo tiempo se ocupó de cuidar la vida de la sociedad argentina, tratando de conseguir vacunas, tratando de suministrarlas a todos los ciudadanos y a todas las ciudadanas y se ocupó tímidamente de cierta redistribución de las riquezas con la IFE.
También hizo algunos gestos notables desde mi punto de vista en pos de los Derechos Humanos. La vida de Evo Morales y la vida de Álvaro García Linera se pudieron salvar porque Alberto Fernández hizo algunos movimientos para cuidar esas vidas. Es un gobierno al cual hay que reconocerle algunas cosas, pero que no pudo desplegar la clave de lo nacional y popular. Entonces hay una doble crisis ante el partidismo nacional. Y cuando efectivamente esa crisis se espesa durante mucho tiempo, efectivamente surge el fascismo, que es una fuerza fascinante, contradictoria, y que empieza a convocar a corazones, almas, seres humanos, hombres y mujeres, que forman parte de la sociedad.
Por último, ¿Es una reacción conservadora contra los feminismos?
En la Argentina de los últimos años, desde el primer Ni Una Menos hasta ayer o hasta hoy, efectivamente hubo una gran eclosión popular que podemos llamar feminismos. Ahora bien, es interesante formular una pregunta para los feminismos argentinos que pueden ayudarnos mucho, sobre todo a la reflexividad del campo nacional y popular para tratar de responder esta pregunta: ¿Cómo fue subordinado el fascismo en el siglo XX europeo?
Porque una violencia muy grande fue subordinada porque en el campo antagonista había una violencia de signo inverso y mayor: se organizó el ejército rojo, la revolución y luego el ejército aliado. O sea, una violencia enorme de tipo patriarcal se opuso a una violencia de signo aún mayor de tipo patriarcal. Porque el fascismo no fue borrado de la historia de la humanidad sino que fue subordinado. El fascismo tiene un componente patriarcal, un componente masculinista y las formas de la política patriarcal y masculina que implica. Por ejemplo, una mensura. O sea, el poder revolucionario también era un poder patriarcal y frente a la mensura del fascismo opuso una mensura mayor.
En el campo nacional y popular en la Argentina y tal vez en el mundo, estamos en situación de minoridad y fragilidad respecto del fascismo a nivel económico, social, cultural y comunicacional. Entonces, una gran pregunta es: ¿Cómo luchar en contra de esos poderes que tienen también una vertiente patriarcal en clave de la no-mensura? Me parece que los feminismos argentinos pueden ayudar a formular oportunamente, de manera decisiva, esa pregunta y a la hora de responder teóricamente, tratar de traducirla a nivel de la acción para que no haya una lucha frontal. Porque con una lucha frontal, como se hizo en el siglo XX, vamos a perder, porque estamos en minoría. Y entonces, si pudiéramos zafar de ese choque frontal, podríamos tratar de elaborar alguna forma de autocuidado del personal al colectivo, una forma de la preservación de la existencia y de elaborar formas de la resistencia que no sean patriarcales.
Hay una gran responsabilidad en el corazón de esos feminismos para tratar de buscar maneras de no chocar con esos poderes, que indudablemente nos van a desaparecer, nos van a tirar de un avión, nos van a obligar al exilio, porque en el corazón del fascismo hay un exterminio; y entonces, hay que tratar de no chocar sino de encontrar nuevas formas de lucha con otro tipo de sensibilidad. Y me parece que podemos recurrir a las grandes experiencias argentinas y latinoamericanas, porque hay un gran arcón de saberes que nos pueden estimular y encender una pequeña mecha en nuestras cabezas para encontrar nuevas formas de resistencias. Una resistencia fundada en afirmar otro tipo de humanidad.
Lo que hizo (Victoria) Villarruel en la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, era impensable hace unos meses. La reivindicación del genocidio, de los asesinos estatales, de la dictadura era impensable. La Argentina imaginada por los organismos de Derechos Humanos está en una situación muy crítica. Incluso si se ganaran las elecciones, todo esto queda. Entonces, esta conversación pone un granito de arena en grandes dificultades que estamos atravesando y debe ser ampliada todo lo que podamos porque efectivamente esta fuerza, ese enano, se ha librado entre nosotros y nosotras y por más que se ganen las elecciones, por más que la fórmula Sergio Massa- Agustín Rossi gane las elecciones, esta cuestión va a quedar latente en la sociedad nacional. Porque Bolsonaro y Trump perdieron las elecciones en sus respectivos países, pero el bolsonarismo y el trumpismo no se han desarticulado. Entonces, hay que reconocer dónde estamos parados y hacerlo con cierta suavidad, con cierta tranquilidad, pero además hay que sobreimprimirles intranquilidad y preocupación. Debemos aceptar la derrota para ir hacia la emancipación o la revolución.