Por Maru Correa. La joven Ailén López, cuyo paradero aún se desconoce, fue víctima ausente de la manipulación televisiva de los derechos de las personas con tal de generar rating. Así lo entendió el órgano estatal que vela por la aplicación de la Ley de Medios en el respeto a la audiencia. A partir de una denuncia de Marcha, instó al programa de González Oro a empezar a trabajar con ética.
Días atrás, la Defensoría del Público de Servicios de Comunicación Audiovisual llamó la atención a la producción del programa “Los Unos y los Otros”, que conduce el periodista Oscar González Oro por Canal América, debido al tratamiento banal que cada día realiza en casos de desaparición de personas. Ocurre que, de acuerdo al espíritu del envío televisivo, los participantes que se presentan en el piso para contar su historia lo hacen en búsqueda de seres queridos, y eso incluye asuntos de lo más variados y serios, que terminan sometidos a una lógica de show mediático. Fue a partir de una denuncia realizada por Marcha.
Esta advertencia se amparó en la Ley 26.522 de Servicios de Comunicación Audiovisual a partir de que este medio, a través de su sección Géneros, realizara una presentación ante el organismo público. El motivo fue que el 7 de julio último, el programa puso en pantalla de forma escandalosa el caso de Ailén López, una adolescente de Longchamps que desapareció el 14 de febrero de 2013.
El encuentro que no fue
En busca de todos los recursos necesarios para encontrar a Ailén, María Isabel López, su mamá, acudió al programa. El mayor interés de la mujer era difundir masivamente la foto de su hija pero, lejos de que González Oro y los panelistas se apoyaran en la responsabilidad periodística, terminaron por agravar la situación: con tono de suspenso y después de envolver a Isabel en una serie de cuestionamientos y suposiciones infundadas, informaron a la audiencia que habían dado con el paradero de Ailén.
Sin embargo, las pistas eran falsas y el reencuentro nunca se concretó. Jamás la producción chequeó nada, ni al día siguiente hizo un mea culpa. Por el contrario, el conductor hizo referencia al infortunio pero desde el lugar de víctima, al acusar a “una mente siniestra” de haber impedido el encuentro y a María Isabel porque, en definitiva, ella no habría tomado los recaudos para que la joven no se vaya de su hogar. En pocas palabras, madre e hija fueron revictimizadas.
Días después, Marcha publicó una nota titulada “Dolor que garpa con oro” (http://www.marcha.org.ar/index.php/generos/opinion-genero/5470-el-dolor-que-garpa-con-oro), en la que daba cuenta de este trato irrespetuoso hacia una madre desesperada que, sentada en una especie de banquillo, intentaba responder cuestionamientos y justificar la intimidad de su hija y la propia. Eso también motivó la presentación de la demanda ante la Defensoría del Público.
El veredicto
La Defensoría del Público de Servicios de Comunicación Audiovisual es una organización gubernamental que surgió a partir de la Ley 26.522. Tiene como finalidad recibir consultas, reclamos y denuncias vinculadas a los derechos de todas las personas en relación con la información que brindan los medios.
“Tenés derecho a que en la radio y la televisión no se promuevan actos discriminatorios ni se menoscabe la dignidad humana, a que no haya violencia simbólica contra las mujeres ni comportamientos perjudiciales para el ambiente o para la salud de las personas y la integridad de niños, niñas y adolescentes”, se presenta el organismo en su página web.
En ese marco, solicitó a Canal América el material que fue objeto del reclamo para que la Dirección de Análisis, Investigación y Monitoreo lo vea y estudie. En su diagnóstico, esa área observa que “se revictimiza” a Ailén y a su madre y que, “tanto los términos en que se da la entrevista como el tipo de intervenciones taxativas que hacen los panelistas refuerzan la construcción de estereotipos juveniles en relación con las drogas y de madres desamparadas con escasos recursos tanto para prevenir como para revertir este tipo de situación, una vez desencadenada”.
Y en cuanto a la cobertura sobre la supuesta aparición de Ailén al final del programa, la Dirección señala que “banaliza la problemática de la desaparición de personas y las búsquedas desencadenadas a partir de las mismas”, sumado a que “no menciona ningún organismo especializado al respecto”, como podría ser el Registro Nacional de Información sobre Menores Extraviados, dependiente de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación.
“De este modo, jugando con el pacto de verosimilitud, el show televisivo se reduce a la exhibición morbosa de una madre preocupada a quien se la somete a numerosas preguntas, se le dan diagnósticos apresurados e infundados sobre la presunta adicción de su hija y se le retacea la información que la audiencia ve anticipadamente en los zócalos”, continúa el análisis.
Quedan ustedes avisados
La nota periodística y la demanda realizadas por Marcha, la revisión del material televisivo en cuestión, el resultado que brindó la Dirección de Análisis, Investigación y Monitoreo y otra denuncia posterior de similares características hacia el mismo programa motivaron a la Defensoría del Público a mantener una reunión con el equipo de Los Unos y los Otros en la sede de Canal América.
El objetivo fue advertirles sobre la perspectiva comunicacional que deben garantizar las emisoras radiales y televisivas en materia de derechos, de acuerdo a la reciente Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, especialmente en lo que refiere a los casos de extravío y de abandono voluntario del domicilio -estos últimos suelen originarse en contextos de violencia familiar-. Es que en el programa también se abordan de manera liviana la trata, las adicciones y el consumo de paco, entre otros temas sumamente relevantes para nuestra sociedad.
Por otra parte, el o los profesionales que realizaron la entrevista le dieron a conocer a la producción el incumplimiento en el que incurrió con respecto a la Ley 25.926, que prevé pautas para difundir temas vinculados con la salud, entre ellas la obligación de que los profesionales que emiten opinión en el estudio exhiban su número de matrícula, algo que en el programa no se hizo.
El rating y el descrédito del periodismo
Que un medio de comunicación histórico como es Canal América tenga que ser informado y advertido sobre la forma de emitir un mensaje enmarcado en la ética profesional y al cuidado de no vulnerar los derechos de los ciudadanos y ciudadanas es paradójico, ya que allí radica el origen del periodismo.
Investigar, chequear, ampliar, consultar, buscar e incluso rectificarse son las bases de este oficio para llegar a la verdad. Eso es algo que no se hizo en Los Unos y los Otros, a pesar de que el caso ya es de público conocimiento y existe material de sobra para interiorizarse. De modo que dar por sentado los hechos sin reunir todas esas condiciones es inadmisible para un profesional de este ámbito.
Pero peor aún, pasar por alto estas “reglas de oro” bajo la necesidad de que la tensión vaya ‘in crescendo’ para suscitar la atención de la audiencia, a costa del sufrimiento de una madre que busca con desesperación a su hija, es vergonzoso y genera con justa razón el descrédito del receptor hacia el periodismo, ya convertido en ficción.
Sin embargo, es valioso que todavía haya profesionales e instituciones que trabajan en defensa de una reglamentación que costó asambleas, sudor y lágrimas, y que como tal intenta saldar una deuda histórica con la democracia.