Nota y foto: Mauricio Polchi
Un día después de conmemorar el Día Internacional del Trabajador, los operarios de JOCRI S.A. se quedaron en la calle. El martes 2 de mayo, cuando fueron a cumplir con su actividad, los dueños de la empresa bloquearon el acceso. En total, son 54 empleados y empleadas con más de 25 años de antigüedad. Por ahora ocupan el inmenso local de Villa Ortúzar para resguardar las herramientas y las máquinas.
Felipe ahora tiene la mirada incierta de quien se queda sin trabajo. Vive en Virrey del Pino, en el corazón del conurbano bonaerense, entre los límites de Laferrere y González Catán. Todos los días se despierta a las 4 y media de la madrugada y se toma dos colectivos para llegar antes de las 7 a Villa Ortúzar, en la Ciudad de Buenos Aires.
Felipe es tabartalero en la compañía Jocri S.A. Produce y arma monturas de caballos, entre otros elementos criollos. Tiene 27 años de antigüedad y es un maestro en el arte del cuero. El martes 2 de mayo, un día después del Día del Trabajador, cuando llegó a la fábrica, la puerta estaba cerrada. En total, 54 obreros se quedaron en la calle.
“Vamos a crear trabajo para todos los argentinos”, había prometido el presidente Mauricio Macri, unas horas antes, rodeado de ministros y dirigentes sindicales, en un acto armado en el micro estadio de Ferro. Fue el 1 de mayo, en un evento convocado por el controvertido Secretario General de la Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores (UATRE), Gerónimo “Momo” Venegas. Ese mensaje, lamentablemente, choca de frente con la realidad de su país.
Según un reciente informe del Centro de Economía Política Argentina (CEPA), en el mes de marzo otras 4823 personas perdieron sus puestos de trabajo. La cifra supera al mes de febrero. De cada diez despedido o despedida, seis se desempeñaban en fábricas. La gran mayoría de los casos se registraron en el sector privado (4008 despedidos y 560 suspendidos).
Voces que no son cifras
Por eso Cristian Gutiérrez, con 10 años de antigüedad, es otra voz que se suma. “Nos encontramos con la fábrica cerrada. Había un rumor sobre la posibilidad de que iban a vaciar el lugar. Entonces coordinamos con los compañeros y armamos una vigilia para que no se lleven nada. Queríamos cuidar nuestras herramientas y nuestros puestos de laburo”, explica.
Y se suma Fernando, padre de 4 hijos, en un pedido general: “Esto es un desastre, le pido al pueblo argentino que despierte. Más allá de esta situación personal, hay que parar esto. Es horrible”. Felipe vuelve a tomar la palabra, y agrega: “Yo hice toda mi vida acá. Pasé por tres mudanzas, porque cambiamos lugar. Y muchas veces dijeron que tenían ganas de cerrar todo, pero nunca lo hicieron”.
El viernes 28 de abril los trabajadores decidieron custodiar el gigantesco inmueble de Monasterio 1369. Con el temor por perderlo todo, se turnaron, diagramaron grupos, rotaron, y así atravesaron cada madrugada del fin de semana largo. Estuvieron un rato en la vereda, otro en la plaza de la esquina. El plan era mostrarse, evitar que los dueños de la compañía secuestraran las mercaderías y las máquinas. Lo lograron. El patrón, Jorge Canave, merodeó las inmediaciones pero la presencia de los obreros lo intimidó. Canave se fue, dejó todo como estaba y no apareció más.
Para resguardar sus fuentes de trabajo, los operarios resolvieron ingresar y mantener una ocupación pacífica. El miércoles tenían una audiencia con los abogados de JOCRI S.A. Los obreros fueron, los representantes de la firma no. Otra historia de resistencia de parte de los trabajadores que protegen su fuente de laburo, pero también la idea del trabajo en la fábrica, el oficio al que le vienen poniendo el cuerpo hace tantos años.