Por Gloria Cosentino. En Rafael Calzada los dispositivos represivos se profundizan. La última semana de julio, la Policía golpeó y llevó detenidos a cuatro jóvenes artistas que trabajan en el barrio. Los alojaron junto a presos que cumplen condena.
Mariano Mozón, Guillermo Rodríguez, Javier Amarilla y José Rodríguez son los cuatro jóvenes que fueron detenidos el 26 de julio en la localidad de Rafael Calzada, en Almirante Brown. La policía se acercó a los jóvenes que frecuentan como tantos otros del conurbano sur, las calles y plazas del barrio. Sin razón, los golpearon y los amenazaron con armarles una causa. Posteriormente los llevaron detenidos a la Comisaría 5° y los alojaron en una celda con presos comunes que ya cuentan con causas penales.
Los vecinos y vecinas del barrio sin embargo, los conocen. Ellos forman parte de un grupo de punks que se reúnen a compartir algún que otro rato, de regreso del trabajo o de sus actividades diarias. Esa noche iban en camino a la casa de Mariano cuando decidieron pasar por un kiosco. En el camino, los detuvo un patrullero. Los oficiales se encargaron de reducirlos sin darles explicaciones, esposarlos a los golpes y acarrearlos a la Comisaría.
La localidad de Rafael Calzada se encuentra en el municipio de Almirante Brown. Su intendente, Daniel Bolettieri, llegó en reemplazo de Daniel Giustozzi. Boleterri, quién viene del Frente Renovador de Massa, al igual que Giustozzi, enfrenta actualmente una denuncia por desviación de fondos que el gobierno nacional había destinado a la refacción de escuelas y jardines de infantes del municipio. La acusación recae sobre ambos debido a que los fondos se utilizaron para la financiación de la campaña del actual diputado y candidato a gobernador del massismo. La denuncia radicada en el Juzgado N° 5 de la Cámara en lo Criminal y Correccional de Comodoro Py, informa que la suma asciende a 37 millones de pesos (el 5% del presupuesto anual del municipio de Almirante Brown) y que fue utilizado por Giustozzi en pauta publicitaria durante el Mundial de Fútbol.
Cómo funciona el armado de causas
“Robo en poblado en banda con arma” es la causa que les computan, según los dos testigos que denuncian el robo a su hogar en la madrugada del sábado. Al momento de la denuncia los testigos manifestaron ver entre los delincuentes “uno alto y otro de negro”; esta declaración alcanzó para detener a los cuatro jóvenes. En el momento del reconocimiento, la policía se negó a mostrar a los testigos el rostro de los cuatro jóvenes detenidos, colocados de espaldas, los testigos sólo pudieron notar que, en sintonía con el robo había “uno de negro y otro alto” tal como había sido manifestado en el momento de la denuncia. Este dato tan difuso como general en su procedimiento fue el único concreto. En cambio, sí fue considerada la posibilidad de fotografiar a los jóvenes y mostrar fotos de ellos para identificarlos, una situación que confundió aún más a los testigos.
En diálogo con Marcha, tres de los jóvenes detenidos, denunciaron la multiplicidad de irregularidades con las que cuenta la causa y el permanente hostigamiento policial que toleran a diario. Una vez en la 5°, fueron interrogados de a uno. A pesar de que uno de ellos manifestó su analfabetismo explícitamente, lo sometieron a firmar su imputación sin testigo acompañante alguno. “El sábado nos llevaron a Lomas y la defensora dijo que iban a pedir rueda de reconocimiento. Tendrían que haber pedido la nulidad de una. El lunes volvimos del juzgado, nos mandaron con los presos. A la tarde nos sacaron fotos. Nos dieron un papel a cada uno con el apellido. Y esas fotos se las mostraron a los damnificados”, narra Guillermo.
Luego de cinco días se les otorgó la excarcelación a tres de ellos, quedando detenido Javier Amarilla con la excusa de tener una causa previa (de un año y medio en suspenso y tramitando en Capital Federal). Todo producto de la represión del empeño policial sumado al tiempo de una justicia que no se detiene en las más burdas desprolijidades.
Mariano recuerda pausadamente, “nos llevaron a la Comisaría, nos pusieron de espaldas y ahí la hicieron pasar a la mujer a la que le habían robado. La mujer estaba muy nerviosa, decía que no vio la cara de nadie, nunca nos vio de frente, nos vio de espaldas”.
De la Comisaría 5° de Rafael Calzada, ex centro clandestino de detención, salen patrulleros al acecho preparados para acosar a la juventud todo el tiempo. No les faltó oportunidad para levantar en alguna ocasión a Javier y torturarlo. “Hace rato que nos siguen acá, en Calzada. Vamos a trabajar y nos presionan. Hace unos días mi hermano iba a laburar, con una pala en la mano y le gritaron: ¿ya te vas a robar?” relata Guillermo y remata: “somos del barrio, los vecinos nos conocen, nos juntamos para divertirnos un rato. Nos dejan adentro para justificar que están trabajando. Te llevan, una vez atrás de otra”.
Faltan algunos días para completar los 30 mínimos que deberá permanecer Javier en la Comisaría por una causa que, con el número de anomalías con que cuenta, debería ser anulada prontamente. Sin embargo, y planteada la situación, la defensa legal sólo se encargó de pedir la excarcelación de los jóvenes y penal para Javier, al que se le comienza a materializar el panorama de la amenaza de bienvenida del subcomisario de la 5° de Calzada, que sin rodeos y en más de una oportunidad supo intimidarlo “te vamos a empapelar”.
Los amigos de Javier aguardan y organizan cada visita ansiosa, aunque el anhelo de la libertad es el mismo que exige la tranquilidad suficiente para habitar su barrio, ese Calzada que es espejo de tantos otros que profundizan en demasía las manifestaciones plurales que criminalizan a la juventud. “Pedimos que no vuelva a pasar, este es un hecho de discriminación; discriminan lo que somos y como somos. No nos hostiguen más” concluye José.