Mientras en Colombia se espera la apertura del diálogo con la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN), ausente de las negociaciones en La Habana, la represión militar a campesinos dejó al menos 4 muertos.
La zona conocida como el Catatumbo se encuentra al noreste, sobre la cordillera oriental. Allí los campesinos se alzaron en una rebelión que paralizó la región. Días atrás el Ejército colombiano repelió a los tiros un intento por ocupar el aeropuerto de Ocaña como parte de las protestas. Dos manifestantes cayeron asesinados, a los que se sumaron otros dos muertos por la represión en los días siguientes. En el municipio de Ocaña se movilizaron unos 8000 campesinos, y otros 4000 se concentraron en la vecina localidad de Tibú. El conflicto tiene como reclamo más sentido el rechazo a la erradicación de cultivos considerados ilícitos por el Estado, como la hoja de coca; pero a ello se suma el pedido de creación de una Zona de Reserva Campesina.
Las movilizaciones y la conflictividad social brindan el marco en el que se dan las negociaciones de paz. Por caso, el reclamo campesino en el Catatumbo coincide en parte con la agenda de negociación que el gobierno mantiene con las FARC en La Habana. Aunque, del mismo modo que no está toda la insurgencia en la misma mesa de negociación, los ejes que atraviesan el conflicto social tampoco son unánimes entre las distintas organizaciones, como analiza la agencia Colombia Informa respecto a las Zonas de Reserva Campesina.
Diálogo con, y entre las guerrillas
Mientras las FARC y el gobierno se aprestan a avanzar en La Habana con el segundo punto del diálogo, la novedad resultó ser la mayor presencia de la otra organización armada, el ELN, en la agenda política nacional. Diversos hechos y declaraciones devolvieron a esta organización al centro de la escena.
El pasado lunes se dio a conocer un comunicado conjunto entre las dos fuerzas insurgentes. “En fecha reciente nos hemos reunido en las montañas de Colombia las comandancias guerrilleras de ambas organizaciones, en un ambiente de camaradería, fraternidad y respeto mutuo”, informaron a través de una nota firmada por los comandantes Nicolás Rodríguez Bautista (ELN) y Timoleón Jiménez (FARC).
A la vez, el amplio colectivo social que reúne a organizaciones y referentes e intelectuales denominado “Colombianas y colombianos por la paz” dirigió un pedido público al presidente Santos y al ELN, donde plantean a ambas partes: “Los invitamos a considerar la posibilidad de expresiones humanitarias como reiteración de la voluntad que les asiste de llegar a un acercamiento que posibilite el diálogo”. También, el pasado jueves la organización armada concretó la liberación del cabo Carlos Fabián Huertas, militar retenido en el mes de mayo tras una incursión del Ejército en zona de la guerrilla.
Pero más compleja parece ser la posibilidad de que entreguen al directivo de una multinacional de origen canadiense, retenido por la guerrilla en el marco de un conflicto de las comunidades del sur de Bolívar por la explotación minera en la región. En ese hecho se centró el presidente Santos, que condicionó la posibilidad de avanzar en una mesa de negociación. En conferencia de prensa, Santos expresó: “Nos parecería muy bien poder negociar con el ELN. Queremos la paz, pero para ello, debe liberar al canadiense que tiene secuestrado”.
En los ámbitos políticos se ve posible que la guerrilla de el paso necesario para acceder a la negociación. La izquierda colombiana, a la vez, ve con buenos ojos el acercamiento de ambas fuerzas insurgentes que, hasta no hace tanto, mantenían fuertes enfrentamientos en distintas regiones del país donde disputaban territorio. “De nuestra parte pondremos todo lo que esté a nuestro alcance para que las conversaciones entre la organización hermana y el gobierno colombiano den inicio efectivo”, dijeron las FARC en un comunicado leído a la prensa por ‘Pablo Catatumbo’, uno de los miembros del equipo negociador.
Aún así, por distintos canales voceros del ELN hacen saber que no consideran apropiado que se pida a una sola de las partes en conflicto que ceda en sus posiciones de fuerza. El planteo parece dirigido a los insistentes reclamos para que sea devuelto el directivo de la multinacional canadiense, lo que pone al gobierno de Santos en una situación incómoda en el plano internacional.
La rebelión campesina en el Catatumbo evidencia un marco de movilización e inconformidad de importantes sectores de la población, y de represión sin miramientos por parte de las fuerzas armadas del Estado. Ese, sumado al conflicto de décadas, es el marco sobre el cual se entiende la vigencia de las guerrilas en Colombia. En ambos casos, de las FARC y el ELN, se trata de una insurgencia que llega a la mesa de negociación reclamando condiciones, en función de la incidencia y la fuerza real que expresa. Más allá de los “gestos” pedidos a la guerrilla, Santos sabe que también tendrá que ceder si quiere mostrar logros en las gestiones de Paz.