Por Gabriel Casas
La sorpresa de la edición centenario de la Copa América, sin duda, es la eliminación de la selección brasileña. Repercusiones, pasos al costado y las broncas de la vuelta de “la mano de dios”.
De lo que va de esta Copa América del Centenario, la eliminación de Brasil en primera ronda es el gran sacudón a la monotonía futbolera. Si bien la de Uruguay tiene lo suyo y hasta la de Paraguay tiene su dosis de sorpresa, que Brasil se quede en el camino tan temprano es la noticia. Tuve la suerte de gozar recientemente de unas vacaciones en Río de Janeiro y ahí comprobar in situ de la importancia de la verdeamarelha o del Scracht, como le gusta llamarlo a los brasileños. Incluso en las mujeres, quienes juegan al vóley fútbol en las playas, a la par de los hombres.
En un pueblo futbolero como tal, el puesto que ocupa Dunga, el de director técnico de la mismísima selección, es importante para el debate casi como si fuera el de Michel Temer, el golpista vicepresidente de Dilma Rousseff. Y Dunga, como Temer y las escuchas de corrupción de sus funcionarios, estaban en la picota antes de esta Copa América por el flojo rendimiento en las eliminatorias sudamericanas. Si ahora se disputara el Mundial de Rusia, el Scracht estaría ausente por primera vez en la historia. No está en el lote de los cuatro que clasifican de manera directa.
Sin Neymar, reservado para los Juegos Olímpicos en los que Brasil busca su primera medalla de oro en fútbol, la expectativa en la ciudade maravilhosa era menor a lo esperable. Es que Neymar, por más que sea del Santos y no del Flamengo, el Fluminense o el Vasco Da Gama (los grandes de Río) es el jugador distinto de su seleccionado. Su presente en el Barcelona, junto a Lionel Messi y Luis Suárez, en una delantera formidable, hace que la casaca 10 sea la que más se ve en las playas de Ipanema, Copacabana y Leblón.
Y como muestra de lo que genera la selección local, me llamó la atención que en el último amistoso previo al torneo de Estados Unidos –que disputó Brasil ante Panamá– no había gente en los bares de Ipanema para verlo. Es más: no se cambió el horario del partido por la novela de mayor éxito., sino que, de hecho, el horario central nocturno lo mantuvo la novela. Una muestra clara de desinterés por este equipo de Dunga.
No se puede dejar de soslayar que Brasil quedó en el camino ante Perú por un gol con la mano del delantero incaico Ruidíaz. No debería haber sido convalidado. Pero quedarse en la queja, válida claro, como hizo Dunga en la conferencia, es tapar el sol con las manos. En su paso por Estados Unidos, este Brasil apenas goleó 7-1 a Haití, un equipo casi de aficionados.
Otro dato destacable para resaltar de esta primera ronda es el triplete de Messi a Panamá en apenas media hora de juego en Chicago. Pero la Pulga, la gran atracción de este torneo, seguramente nos dará más para hablar en adelante. Ojalá sea en una hipotética final. Y ojalá sea por verlo figura y con la Copa que desde 1993 se le viene negando a la Argentina.
Mientras tanto, quedémonos con el lamento brasileño. Imagino a los cariocas, cervezas de por medio, en esos atardeceres hermosos y calurosos en los bares de Ipanema o Leblón, tratándolo de “pie frío” a Dunga. Es el latiguillo para desacreditarlo. Y pidiendo por su dimisión. Para que Brasil salga del actual jogo feíto y vuelva a intentar desplegar el histórico jogo bonito.