Por Juan Manuel Boccacci
Desde la llegada de Cambiemos al poder la situación de la población extranjera en Argentina se volvió aún más precaria. A la asfixiante situación económica, se sumó la firma de un convenio para crear un “Centro de Detención para Migrantes” y la publicación Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) N° 70/2017, que modificó la Ley de Migraciones, claras señales de alarma para la comunidad migrante.
Marcha entrevistó a Juan Vazquez, que forma parte de Simbiosis Cultural y el recientemente creado Bloque de Trabajadores Migrantes, dos organizaciones que buscan repensar el lugar de los y las extranjeras en tiempos de hegemonía macrista.
Hay una idea fundamental que levanta el recientemente creado Bloque de Trabajadorxs Migrantes (BTM): lograr una nueva forma de organización de los migrantes. “Es necesario construir un nuevo sujeto político migrante”, nos dice Juan Vazquez.
-¿Cómo este nuevo enfoque desde el que buscan repensar a la población migrante?
– Es un tema que venimos abordando desde hace mucho, pero lo que nos alertó fue que en septiembre del 2016 apareció el proyecto para que se haga el “Centro de Detención para Migrantes”. Ahí es donde nos conmueve bastante a varias organizaciones migrantes, nos juntamos y siempre era la misma postura: luchemos contra este gobierno racista, xenófobo, que nos maltrata, nos persigue, etcétera. Era lo mismo, por que Bullrich había salido a decir que “el 33% de las cárceles estaban habitadas por migrantes, por eso es que tenemos que expulsarlos”. Entonces las organizaciones de migrantes salieron a cruzarla: no, no son el 33% son el 4,5%, y así terminás discutiendo eso y no lo que para nosotros es central: toda la crisis económica que genera las políticas que toma este gobierno. Entonces para tapar esa crisis económica se buscan chivos expiatorios, en este caso, otra vez los migrantes. Ponernos a discutir en esos términos era ponernos en ese juego. En enero pasa lo del DNU 70/2017, y a ahí nos salió esto: ¿por qué no cambiamos el panorama? Sobre todo para volver a la discusión inicial: la crisis que causan esas políticas económicas y atravesar ese tema por la cuestión migrante.
-¿Ahí es donde aparece la idea del Paro Migrante?
-El paro surge mezclando dos experiencias que nos resultaron importantes. La primera es el paro que se dio en 2014 en Rio Cuarto, Córdoba, en un barrio llamado Las Delicias. El barrio está divido en dos por una ruta. De una lado la comunidad boliviana y del otro los argentinos. Resumiendo: del lado boliviano apareció un argentino muerto. La familia acusaba a uno de los bolivianos. Entonces empezaron a hacer marchas, y uno de los pedidos era que se vayan todos los bolivianos. La conflictividad creció, los bolivianos resistieron y empezaron a llamar al cónsul y autoridades para que vayan a resguardarlos. Y las autoridades no les prestaron atención. El cónsul les decía “ustedes tranquilos, no respondan de la misma forma”. Entonces, después de muchas idas y vueltas, de no avanzar en nada, decidieron llamar a un paro. “Todos los bolivianos de Rio Cuarto vamos a trabajar”, dijeron. Pero después se plegaron los de Córdoba. Eso, en principio, visibilizó cuantos bolivianos había en Córdoba. Pero además, qué significaba para Córdoba que esas manos pararan. Todo el cinturón verde de Río Cuarto es trabajado por mano de obra boliviana. Los hornos de ladrillos están manejados por bolivianos. La construcción es mano de obra boliviana. Incluso las empleadas domésticas. Entonces, claro, se paraba Río Cuarto.
Al día siguiente de la medida de fuerza aparece el Cónsul. Finalmente lograron construir una posta policial, que era lo que pedían los compañeros del barrio Las Delicias. Y eso definitivamente muestra una capacidad, poder político. Y sobre todo el aporte económico que hace a una ciudad la comunidad boliviana, en este caso. Es una cosa muy distinta a la victimización. Con ese argumento se hubiesen quedado diciendo “nos discriminan porque somos bolivianos”. Pero ahí estaban, mostrando conducción política, fuerza política, fuerza económica y una capacidad de organización muy interesante. Ese fue nuestro primer aprendizaje.
El segundo son las compañeras que están en Ni Una Menos. Es interesante como plantearon “ustedes no son los únicos que pueden parar, sino que nosotras también podemos hacerlo”. Es la construcción de un sujeto político eso, definir quien tiene el poder de generar un paro. No sólo quedarse en el victimismo. Lograron llevar una discusión con respecto al machismo, al patriarcado, incluso dentro las mismas bases, las mismas fuerzas políticas, gremiales. Eso fue muy interesante y nosotros lo fuimos aprendiendo como parte del proceso de construcción de ese sujeto trabajador migrante. Lo que plantea el Paro Migrante es un cambio de paradigma. Siempre fuimos los castigados y demás, ahora cambiemos.
-¿Por qué debería darse ese cambio de paradigma?
-Porque efectivamente colaboramos mucho con la economía argentina. Es un aporte importantísimo. Entonces, por qué no puede ser reconocido ese aporte, y por qué, además, nosotros no tenemos derecho a, por ejemplo, disputar las políticas de apertura de importaciones en el sector textil. Nosotros somos los que más aportamos en ese sector. ¿Por qué lo tiene que hacer la CAME o los sectores de las empresas? Nosotros también lo podemos hacer. Y ese gesto, es lo que cambia, lo que corre el eje.
La cuestión es cómo pueden los migrantes generar un cambio de postura ante cualquier cuestión. Y realmente es interesante, porque por ejemplo, en el sector textil, ahí labura mi compañera en una fábrica donde trabajan 800 personas, de las cuales 600 son migrantes. Hay 7 delegados. De esos 7, el 25% puede ser migrante. Y el 75% tiene que ser argentino. Es una cuestión normativa. Entonces el cuerpo de delegados que representan a los trabajadores, tiene que ser mayoritariamente argentino. Ya ponen una condición con la cual quedan un montón de compañeros afuera. Pero lo más llamativo es que vos si querés, por ejemplo, llegar al sindicato textil, tenés que armar una lista de compañeros, delegados y demás para presentarte en la instancia del gremio. En el gremio textil, según la ley, otra vez, no puede haber ningún extranjero representando en la lista gremial. Eso quiere decir que solamente los argentinos pueden representarnos. Ninguno de los extranjeros puede llegar a dirigir un gremio. ¿Por qué no, si el 80% del sector textil está manejado por manos migrantes? El 90% del sector hortícula, los ladrilleros capaz el 85%. Entonces, ¿por qué no?
“Los migrantes no queremos ser `salvados´”
-En la definición de este nuevo sujeto migrante también se chocan con el mensaje que impera en los medios, donde se construye una imagen del migrante.
-Con la situación de los talleres textiles, en particular desde el incendio del taller ubicado en la calle Luis Viale en 2006, donde murieron 6 personas, tuvimos que salir a discutir la mediatización. En principio se habló de “trabajo esclavo”, de poder “ir a salvar” a los que estaban trabajando ahí y demás. Pero en ese entonces, en 2006 ni siquiera nos habíamos formado. Escuchábamos eso y pensábamos “no nos reconocemos, no me siento un esclavo, estoy trabajando en esa condición pero no me siento esclavo”. Claro, después lo entendimos. Cuando alguien te dice esclavo en principio te están infantilizando, te piensa como alguien que no puede modificar su condición de vida. Es alguien a quien tenés que ir a ayudar y además estas diciendo también quién es el salvador. Nosotros no lo entendíamos.
Pero además, ese lenguaje invisibilizaba todo un montón de condiciones que son mucho más complejas, que hacen que los bolivianos estuvieran trabajando ahí. Incluso bajo esa lectura, voluntariamente trabajando ahí. Entonces si es voluntariamente, les gusta trabajar así. Pero si vos conocés Bolivia, ahí no van a estar laburando tanta cantidad. Entonces ¿por qué no laburan allá? No se entiende eso. Se lo ve como que el dueño del taller o tallerista es “malo malo”, y el costurero“pobre pobre” entonces, hay que ir a salvarlo. No entendés la lógica que está ahí adentro. Y parte de esa lógica es en principio que uno al migrar sale de su espacio, corta sus lazos sociales. Eso quiere decir que deja a sus amigos, su familia y demás. Llega a otro lugar y ahí hay tres cosas importantísimas que tiene que solucionar un migrante: techo, comida y trabajo. Y la cagada es que el taller, incluso en esas condiciones, te las soluciona. Entonces asumís esas condiciones. Obviamente que estás en unas condiciones muy de mierda, pero lo terminás asumiendo, porque en definitiva cargás las esperanzas de tu familia y todo el resto.
Y ahí se genera otro proceso. El de la naturalización. Es muy difícil verlo. Se empiezan a naturalizar esas condiciones. Así como cuando nosotros vemos gente en la calle, pasamos por al lado y no nos pasa nada, así se naturaliza esto. El laburo es así y bueno, es así. El tema es que a partir de esa naturalización se genera otro proceso, que es el de proyección. Ese punto es importante porque ahí se explica que el trabajador en esas condiciones no lo hace involuntariamente, sino que ve ahí un potencial. O sea, el trabajador hace un cálculo: “ah bueno si yo trabajo x horas y gano esto, entonces tengo que seguir trabajando para ser luego el próximo jefe”. Como quiere ser el próximo jefe y están naturalizadas esas condiciones, por lo tanto, no las discute. Sino no entendés eso obviamente que no vas a entender el proceso. Y si no lo entendés, vos vas a decir “hay que ir a salvarlos” y no se van a organizar con vos. Porque en principio, si vos me decís “yo te vengo a organizar”, yo te digo “ni en pedo, porque yo quiero ser el próximo dueño del taller”. Pero además, si vos me decís, “no pero yo te voy a salvar”, eso no funciona. De hecho “La Alameda” que es uno de los que más creció con ese relato, tiene una cooperativa pero no funciona. Si no le pegás a la industria es muy difícil de sostener. Sólo terminás armando islitas donde paradisíacamente funcionan todas las cosas, pero la industria enorme no sufre. Por eso es que decíamos que las denuncias no servían. Vos denuncias el taller que está acá a la vuelta de la esquina, viene la policía y se termina yendo a otro lado.
“El Estado permite que las empresas precaricen la producción”
Hay dos factores muy importantes de la cuestión que son los que para mí determinantes: el estado y las empresas. Ellos son quienes establecen a quienes dar trabajo. Por ejemplo, si el Estado le dijera a Cheeky, ¿cuánta ropa vendés por año? Mil remeras, ponele. Bueno, entonces demostrame dónde las haces. Si el Estado hiciera eso, que de hecho es parte de su trabajo, Cheeky tendría que tener una fábrica o en tal caso tendría que contratar un “centro de producto terminando” (CPT) que debería tener empleados en regla. Pero como no hace eso, Cheeky tiene la libertad de dárselo al que quiera, y en ese marco va a elegir a los trabajadores más precarizados posibles. Y en esa precariedad entran los extranjeros. Entonces no es que “le quitan el trabajo a los argentinos”, sino que tiene que ver con una lógica más grande que es cómo el Estado permite que las empresas precaricen la producción.
Entonces terminan puteando a los extranjeros, “ustedes nos sacan la fuente de trabajo”, cuando nosotros generamos un montón de trabajo. Sin La Salada un montón de argentinos no comerían. Y así un montón más. Nos olvidamos de esto. ¿Por qué no le exigen a Cheeky que cumpla?
Hace un par de años el INTI dijo “que problema esto de la precarización” y armó un sellito, tipo IRAM. La idea era ir, por ejemplo, a Cheeky, y decirle “mostrame como está hecha toda tu producción y yo te pongo este sello de garantía, de que hacen todo en regla”. ¿Adiviná cuantas aceptaron? Una sola marca. Como el sector privado no prosperó, el INTI dijo “vamos al Estado”. El Estado es gran consumidor de ropa, uniformes, etc. Fue a cada uno de los lugares del Estado para decirles “che tenemos esta idea del sello”. ¿Cuántas instituciones del Estado quisieron tener el sello? Ninguna. En realidad, una, el ministerio de Defensa, a cargo de Nilda Garré, que dijo queremos el sello y vamos a comprarle a las cooperativas.
-Lo cual evidencia que también el Estado recurre a los talleres ilegales.
-En realidad el Estado le compra al “centro de productos terminados” (CPT). Ellos “blanquean” la relación entre quien le vende la ropa y el Estado. El tema es que el Estado no controla donde se produce esa ropa. Hay CPT que tienen 20, 30 personas, pero producen enormes cantidades de ropa. ¿Cómo hacen? Una amiga se lastimó el dedo haciendo los escudos de la Policía Federal. Otro amigo sabía cómo iban a ser los uniformes de la Metropolitanta, antes de que estuviesen.
-A parte es una situación de indefensión porque esto claramente no se puede denunciar.
-La compañera me dijo “¿qué querés que denuncie si la esposa del comisario es la que me trae el trabajo?”. Es una situación muy compleja. Para resolverla hay que juntar fuerzas. En eso estamos con Simbiosis Cultural y el Bloque de Trabajadores Migrantes.