Por Claudia Korol
Todavía celebrando la resolución que establecía su absolución en el juicio -un enorme triunfo para todos los movimientos populares- Relmu Ñamku me dijo: “ahora tenemos que lograr la libertad de Reina”.
Al llegar a Buenos Aires, Relmu Ñamku fue a visitar a Reina Maraz en su prisión domiciliaria. La acompañamos con Gilma, de la Asamblea de Mujeres Lucha y Libertad de la Federación de Organizaciones de Base, quienes sostienen semana a semana la solidaridad concreta y material con Reina, y hacen las veces de traductoras de quechua.
Las mujeres de la FOB -que tienen su sede en la Villa 20 de Lugano, cerquita del Parque Indoamericano- son mayoritariamente bolivianas. Viven la prisión de Reina como causa propia. Muchas sufrieron violencia en sus vidas, discriminaciones por no hablar el español, o por vestir sus polleras tradicionales. Sufrieron en su país y en Argentina, múltiples modos de racismo y xenofobia. Ellas sienten que lo que le pasó a Reina, les podría haber pasado a cualquiera de ellas. Ellas son mujeres alegres, poderosas, combativas, porque tienen la historia de su pueblo en su piel, porque llevan más de cinco siglos de resistencia, y porque aprendieron en la FOB el valor de la organización.
Semana a semana visitan a Reina y le llevan alimentos, o tratan de contribuir a alivianar su situación material. Es la solidaridad de las de abajo, de las que nada tienen. La solidaridad que no entrega las migajas que sobran, como caridad, sino que comparten lo que tienen y lo que les falta. También intentan transmitirles la fuerza de estar en colectivo y en redes de colectivas. La FOB es parte de la Campaña contra las Violencias hacia las Mujeres, y desde ahí impulsan distintas iniciativas tendientes a visibilizar la situación de Reina y a lograr solidaridades.
Relmu Ñamku es una mujer mapuche, valiente, audaz. Sabe que toda la solidaridad que se creó en torno a su causa, puede aportar a la lucha por la libertad de Reina. Y está dispuesta a hacerlo.
Relmu y Reina se miran a los ojos. En la libertad de Relmu, Reina puede ver la esperanza de su propia libertad.
El proceso judicial contra Reina -condenada a prisión perpetua por un crimen que no hizo, y por una situación de la que resulta víctima- está en una nueva etapa, en Casación. Es un momento en el que se revisa lo actuado jurídicamente en la primera instancia. Si los jueces de Casación se quitan de encima las telarañas coloniales y patriarcales, y logran mirar de nuevo el proceso, podrán saber de las múltiples violaciones a los derechos que ha sufrido Reina Maraz en su vida, y en el mismo proceso judicial (como haber sido indagada en español, sin traductor, siendo ella quechua parlante, entre otras muchas acciones y omisiones).
Es entonces el momento para reforzar la movilización de las mujeres organizadas, y de los movimientos populares, por la libertad de Reina, no sólo en nuestro país sino también en Bolivia. Reina es boliviana, y en un mensaje dirigido a Evo Morales, le pedía que interceda ante el gobierno argentino para su libertad, y su regreso a Bolivia, la tierra de la que salió obligada, para no perder el contacto con sus hijos mayores.
Relmu mira a Reina y le pregunta: “¿estás dispuesta a luchar desde tu identidad, como mujer indígena, quechua parlante?”. Reina mira a Relmu, y responde: “estoy dispuesta a defenderme, porque yo no maté a Limber. Y a hacerlo como mujer quechua, del campo, de pollera”.
El compromiso está hecho. Dos mujeres que fueron judicializadas por ser indígenas, por ser mujeres, por ser pobres, se encontraron y decidieron enfrentar este momento juntas. Las mujeres de la FOB, seguirán viabilizando los esfuerzos necesarios y las movilizaciones callejeras, para exigir la libertad de Reina Maraz. Las colectivas de la Campaña contra las Violencias, seguirán multiplicando esta exigencia de libertad.
Quedan sin embargo muchas preguntas. ¿Es la libertad de Reina una batalla de algunas mujeres indígenas, o tiene que ser una causa y una bandera para todas las feministas populares, y para todas las mujeres de los movimientos populares que entendemos que “si tocan a una, nos tocan a todas”? ¿Será el *Ni una menos, un modo de nombrar también a estas mujeres que son condenadas en vida por la justicia racista y patriarcal?
Abigail, su hija pequeña, se cuelga de la madre. Espera el momento de poder caminar con ella más allá de la casa de la que no puede salir. ¿Asumirán las defensorías de los derechos de lxs niñxs, la denuncia de las condiciones en que vive Abigail, nacida en la prisión, que ha vivido estos cuatro años presa?
Salimos de la casa de Reina… “¿Ya se van?” nos pregunta. Hay abrazos. Hay compromisos. Hay deseos de cruzar con ella esa puerta, hacia su libertad. Hay también nuevas preguntas. ¿No será la hora de que hable la justicia indígena? ¿No será la hora de que el gobierno de Evo Morales, defienda a la ciudadana de su país, y garantice su regreso a Bolivia?
Todas las preguntas quedan abiertas, y será nuestra marcha solidaria, las que les dé respuesta. En las próximas iniciativas que viene promoviendo lxs movimientos populares, el 5 de diciembre, el 12 de diciembre, el 19 de diciembre, reforzaremos nuestras propuestas organizativas y políticas, por todos los derechos que queremos defender o conquistar, y por seguir rompiendo los candados y los muros de las prisiones, hasta que todas, pero todas todas, seamos libres.
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