Camila Parodi y Laura Salomé Canteros @_parodicamila @laurasalome/ Foto: Eugenia Marengo
Es 8 de marzo y hay una historia que nos compromete más allá que como comunicadoras y cronistas populares. Actualizamos el estado de salud y situación judicial de Reina Maraz, condenada a perpetua por mujer pobre, migrante y quechua parlante. La articulación de solidaridades y el poder del acompañamiento feminista.
El 28 de octubre de 2014, una justicia machista, clasista, colonialista y heteropatriarcal -por definición- condenó de por vida a Reina Maraz Bejarano a una pena privativa de su libertad. Una mujer que estuvo presa sin entender por qué, que fue víctima de violencias de parte de su marido, que es migrante y quechua parlante -motivo por el que nadie le explicó en su lengua de qué la acusaban-, fue sentenciada por operadores/as del poder judicial argentino.
Aquel día, al momento de conocer la resolución del Tribunal Oral N°1 de Quilmes -integrado por Silvia Etchemendi, Marcela Vissio y Florencia Gutiérrez-, Reina dependió de una traductora y haciendo cuerpo el dolor, lloró al saber su futuro condenado por quienes eligieron sostener una matriz social basada en la discriminación y las desigualdades.
Hoy Reina resiste y pasa sus días en prisión domiciliaria junto a su niña que nació en cautiverio en la Unidad 33 de Los Hornos. Extrañando a sus niños que están en Bolivia, ansía volver a abrazarlos de la misma forma que olvidar los golpes de su marido y la violencia institucional que la obligó a limpiar los pisos del pabellón al otro día de haber parido. Pero no está sola sino acompañada por otras mujeres que se organizan para visitarla, para que nada le falte y porque en su historia sintieron intensamente que Reina son ellas. Y todas. Aunque no todas porque las violencias y las opresiones que padeció es un “casi aislado” y no una historia colectiva que el movimiento de mujeres de conjunto debe reescribir.
¿Cómo está Reina Maraz hoy?, ¿cuáles son sus necesidades? Charlamos con Eugenia Di Prieto, medica integrante de Pañuelos en Rebeldía y nos lo contó.
La articulación de solidaridades
A partir del conocimiento del caso de Reina Maraz, colectivos de mujeres y organizaciones sociales asumieron el compromiso de acompañarla ante tanto abandono intencional. De esta forma, integrantes de la Campaña Nacional Contra las Violencias Hacia las Mujeres como del Movimiento Popular la Dignidad, La Casona de Flores, Simbiosis Cultural llevaron a cabo distintas acciones de sororidad feminista con Reina y a partir de las distintas intervenciones que cada una venía desarrollando este año lograron consolidar una mesa colectiva de intervención ante la situación específica que se encuentra atravesando.
Eugenia Di Prieto, es médica e integrante del Equipo de Educación Popular Pañuelos en Rebeldía, que como parte de la Campaña Nacional Contra las Violencias Hacia las Mujeres, comenzó a visitar y a acompañar a Reina. En diálogo con Marcha, Di Prieto manifestó que “lo novedoso y superador es la articulación actual que se pudo lograr entre las distintas organizaciones y colectivos de mujeres que acompañábamos desde distintas acciones a Reina. Antes nos pisábamos y sobre interveníamos, desde que logramos la mesa de articulación pudimos poner en claro quiénes somos y dividirnos en grupos de acción, en especial de salud y judicial”.
En ese marco, la médica remarcó que “es importante avanzar por estas dos vías ya que por un lado es necesario acompañarla en su situación de salud, ya que si no es por las organizaciones no habrá avance sobre el mismo. Y por otro lado, en relación a lo judicial se está articulando su acompañamiento legal ya que Reina tendría la posibilidad de declarar nuevamente en abril”. Di Prieto manifestó que “estamos pensando y organizando la cómo vamos a intervenir y acompañar en relación a eso”. En cuanto a lo legal, explicó que “Reina tiene mucha preocupación, ya que su hija está próxima a cumplir cinco años años y ella podría volver a la cárcel en términos legales”. Sin embargo, “para las abogadas de la Comisión Provincial de la Memoria” quienes acompañan el caso desde el principio, “esto no es así, por eso la tranquilizaron ya que afirman que una vez que se da la domiciliaria ante tanta sobrepoblación en las cárceles no vuelven atrás con las medidas”.
El poder del acompañamiento feminista
La última vez que visitamos a Reina Maraz, se encontraba atravesando una situación compleja de salud debido a que no conseguía los permisos para realizarse los estudios y controles necesarios. Si bien desde la política pública del sistema punitivo y penal esta situación no avanzó, a través de la organización se han logrado pequeños triunfos que ponen de manifiesto el poder de la construcción y acompañamiento feminista.
Di Prieto, como médica que comenzó a intervenir en los cuidados y salud de Reina explicó “en relación a su salud en este momento después de algunas modificaciones que hicimos sobre todo en cuanto a la dieta y medicaciones que hemos podido cambiar”, principalmente “el problema es digestivo, ya que “su dieta está siendo muy pobre en fibras, frutas y verduras por la falta de un sostén económico” y afirmó, “antes de la situación de encierro, Reina no tenía ningún problema, la angustia por estar viviendo una situación que va en contra de sus derechos deteriora su salud”.
Pero esta situación de hostilidad no acaba en Reina, otra mujer, su hija también se encuentra vulnerada en esta historia. “Abigail ya tiene 4 años y 7 meses, es decir que está en edad escolar y se tiene que garantizar ese derecho”, manifiesto la médica. Aunque expresó que, una vez más, gracias a la organización se ha logrado “conseguir un jardín a cinco cuadras de la casa donde se encuentra viviendo”. Y en cuanto a la salud de la niña tampoco hay muchas diferencias, “la niña tiene antecedentes de anemia y su crecimiento está en observación ya que su alimentación no es buena”, explicó.
Ante los distintos escenarios de solución que se plantearon en este conflicto, la condición de migrante y quechua parlante de Reina Maraz permitía la posibilidad de pensar su extradición, sabiendo además que su familia e hijos se encuentran en Bolivia. Sin embargo ante esta posibilidad Di Prieto explicó que, si bien en un momento esta opción “contemplaba como una posibilidad, se ha corroborado que las cárceles bolivianas están en peores condiciones que acá por lo que no sería una buena opción”. Y que más allá de eso, “como Reina aún no tiene una condena firme, eso no se podría hacer ya que se ejecuta una vez que ella cumpliera la mitad de una condena”.
Por último, en relación al abandono económico que implica la prisión domiciliaria para las mujeres, Eugenia Di Prieto explicó que sus amigas y acompañantes, integrantes de la Federación de Organizaciones de Base (FOB), también bolivianas, “lograron conseguirle una tarjeta del Plan ´Ellas Hacen´, ya que ella no percibía ningún tipo de ingreso por parte de la prisión domiciliaria”, y en esa línea comentó otro triunfo del feminismo popular organizado. “A su vez se habló con el sistema de monitoreo del penal y ya tiene la autorización de salir en situaciones de emergencia en salud”. “Aun así”, reafirmó la médica, “de más está decir que Reina sigue sistemáticamente sufriendo una vulneración de derechos constante”.
Por la libertad de Reina Maraz
Mientras Reina sigue encarcelada al aire libre, se espera que el poder judicial revise la condena que la sentencia a la pena de prisión perpetua tras haber sido acusada por la muerte de su marido. Se sostiene que hubo una múltiple vulneración de derechos en el hecho de desconocer las perspectivas de género e intercultural que hicieron no se respeten los principios de igualdad ante la ley y derecho a un justo proceso. Para ella, el Estado estuvo presente –solo- para encerrarla.
Ver el especial: Munani Justiciata. ¡Libertad para Reina Maraz!