Por Laura Cabrera @LauCab
El miércoles por la noche, el teatro Colón se vistió de rock en lo que fue el primero de los dos recitales (repite el domingo) a modo de cierre de la gira “Resonancia”, donde Pedro Aznar celebró sus 35 años como solista. En un concierto para guardar en el corazón, el músico estuvo acompañado por dos grandes del rock nacional: Charly García y David Lebón.
Las luces de la sala se apagaron, una luz azul invadió el escenario. En la inmensidad del hermosísimo teatro Colón estaba él. Lejos de inhibirse por tremendo monstruo, Pedro Aznar salió con una encantadora versión de “Because”, de The Beatles, para dar inicio a un show que sin lugar a dudas quedará guardado en la memoria y el corazón de quienes esa noche estuvieron (estuvimos) allí.
La velada fue íntima. Solo él y sus instrumentos, ellos y las palmas del público, de a ratos las voces. Y de golpe el ambiente se volvió pequeño, amigable, cálido entre ese viaje por distintas épocas. Sonaron así temas como “Fotos de Tokio”, “Traición”, “Buenos Aires”, “Panteras de polvo”, “Perdón” y tantos otros clásicos que en esta oportunidad se presentaron dentro de una acústica increíble y en un ambiente donde no hubo segundo en el que no se respirara emoción.
35 años de música llegaron al Colón entre el rock y otros estilos, pero sobre todo llegaron con la fuerte impronta de la música popular y latinoamericana (que en esta oportunidad incluyó la encantadora voz de Lila Downs en “Por la vuelta”), con un estilo propio que además marca una identidad compartida. En ese sentido, el músico explicó que “la resonancia tiene que ver con sonar en consonancia con otros para aportar lo propio”, haciendo referencia a que a esa celebración de su trabajo se le suma el de quienes lo precedieron y en donde además incluyó al público que siempre acompañó y acompaña.
Tal como lo mencionó Aznar ante una silenciosa sala, el Colón puede parecer un lugar que necesita ser “desacartonado”, porque es allí donde el silencio del público reina por una cuestión protocolar y en donde los sonidos salen solo del escenario. Y el rock es otra cosa. “Sé que da cosita”, lanzó el músico desde arriba, sin entender quizá que ese silencio se debía a otro motivo: a las emociones que vivían (vivíamos) quienes estaban (o estábamos) frente a él, frente a todo ese talento y a toda esa música que se metía en el cuerpo y llegaba al corazón, esa que es bueno escuchar.
El día que Serú Girán tocó en el Colón
El Festival de Conciertos Únicos ofrecía además un amplio abanico de artistas para todos los gustos: Lila Downs, Café Tacvba, Juanes, Luciano Pereyra, Gustavo Santaolalla, La Trova Rosarina, Katherine Jenkins y Tango y Flamenco. Nada se sabía de sorpresas o detalles del show. Pero el simple hecho de saber que Pedro tocaría, entusiasmaba por el lugar, por su música y por un show tan especial como el de cierre de gira por sus 35 años de solista, final de un camino que lo llevó a su ciudad y sin más que él y los instrumentos.
Pasado mitad de Show, Aznar se remontó a cuando era un niño y escuchaba la radio, cuando se quedaba hasta muy tarde y al otro día no podía despertarse. Contó que en ese entonces escuchó a un gran músico y que la vida le regaló la posibilidad de compartir con él una banda. Lo contó como si fuese un sueño cumplido, quizá sin saber que le estaba anticipando a su público que le cumpliría un sueño esa noche. Así subió entre aplausos interminables David Lebón, con quien tocó “Dos edificios dorados”, dejando al público con ganas de más.
El recital continuó. Pero otro momento de esos para guardar en la memoria llegó. Otro de esos músicos a los que el mismo Pedro seguía desde chico se había convertido en compañero de banda y estaba allí, a segundos de abrir el telón sorpresivamente. Y de entre las telas rojas, sin necesitar presentación, Charly García se llevaba los aplausos y las lágrimas del público. Fue allí cuando el Colón terminó de “desacartonarse”, cuando todos y todas se sintieron en una ronda con guitarra incluida, escuchando a ese músico que siempre está bien escuchar. Una tierna y por momentos graciosa (por el humor de García) versión de “Confesiones de invierno” dejaba a los presentes una vez más sin aliento.
Y así como el joven Pedro un buen día cumplió el sueño de tocar con esos a quienes escuchaba en la radio, el 13 de febrero de 2019 el gigante Aznar nos cumplía un sueño (y me incluyo como espectadora), nos daba la posibilidad de escuchar al trío Aznar-García-Lebón una vez más y revivir la música de Serú Girán con “A cada hombre, a cada mujer”. El sueño llegó de a poco, por partes, y culminó de la mejor manera. Difícil será que alguna de las personas que compartieron esa noche olviden ese mágico momento.
Músico todo terreno
No es novedad el talento de Pedro Aznar, pero si se puede decir que esa noche aprovechó al máximo todos los recursos, incluido la acústica del teatro Colón, que le permitió cantar “Quebrado” y “Tan alta que está la luna”, esta segunda acompañada por el coro conformado por el público.
Fue un show que tuvo todo lo necesario para coronar una gira que abarca 35 años de historia. Calidad musical, cercanía con el público, la ruptura de la estructura, la música popular en el imponente Colón, la música como principio de la vida.