Por Facundo Nívolo*. El domingo falleció uno de los científicos más importantes del país. Queda en la historia el investigador que comprobó que el glifosato con el que se rocía la soja y el maíz de la mayoría de los campos argentinos, producía un enorme peligro para la salud humana.
Allá por 2009 Carrasco divulgó la investigación que sacudió el mundo científico nacional y dio un golpe más para cuestionar la rentabilidad del modelo agrícola.
El famoso agro negocio que expulsaba a las comunidades del campo hacia los centros urbanos; que deformaba la economía agudizando el poder de la oligarquía terrateniente para planes cada vez más extranjeros; ese monocultivo de sobrados cuestionamientos ambientales; resultaba que también tenía consecuencias duras, aún irrefutables: El ex presidente del CONICET, científico de 30 años de carrera había probado que el veneno más usado del agro producía cáncer, malformaciones y desnutrición en los embriones humanos, es decir, en los bebes de los pueblos del interior.
Carrasco le puso finalmente nombre y apellido a ese cáncer: Glifosato y lo producía la empresa norteamericana Monsanto.
Dicha empresa fue expulsada de Europa y una treintena de gobiernos del mundo la rechazan. Lo que había probado el doctor de CONICET en 2009, ya tenía antecedentes desde 2002. Algunos países de América Latina lo prohibieron recientemente, pero el caso de Argentina y Paraguay -no casualmente dos de los países con las tierras más fértiles del mundo- lamentablemente no es igual.
Acusaron el recibo funcionarios del gobierno Nacional, la comunidad científica, empresarios sojeros y sus voceros como el grupo Clarín y La Nación, produciendo una serie de atentados, amenazas, persecuciones y una campaña de desprestigio mediática nunca antes vista.
Las palabras justas
“El día en que el Estado empiece a verificar las variables de suelo, a monitorear los cursos de agua y empiece a realizar estudios serios, se terminó el modelo” Supo decir en la Universidad Nacional de San Martín en Agosto de 2013, frente a estudiantes de ciencia y tecnología, y agronomía.
“No existe razón de Estado ni intereses económicos de las corporaciones que justifiquen el silencio cuando se trata de la salud pública”, manifestó también.
La batalla contra el silencio, la dio paseando por infinidad de universidades, centros de estudiantes y asambleas de todas las provincias. Al saber científico y su práctica, le sumó la participación política, el vínculo con los pueblos que padecían lo que muchas veces la intelectualidad discute cómodamente puertas adentro.
Ciencia política y humana
Carolina Pedelacq es Licenciada en análisis ambiental de la Universidad de San Martín. Cuando se le pregunta por el doctor no duda.
-Carrasco es un ejemplo, porque fue más allá de lo que se conoce como científico. Mas allá de encerrarse en un laboratorio, entre papers y revistas científicas. Si el tipo tenía que participar del corte de ruta lo hacía, es decir que ponía el cuerpo junto con las organizaciones que luchaban contra el monocultivo, humanizando la figura del científico. Nos quieren hacer creer que la ciencia no tiene ideología. Si te está financiando una multinacional, claramente estás trabajando para esos objetivos y eso tiene sus consecuencias. Hay gente que es ingenua que o no lo sabe, pero hay gente que sabe bien para qué y para quién trabaja.
El pueblo, el suelo y el futuro
“Nosotros somos co-responsables del futuro de nuestro territorio y del uso de nuestros recursos”.
Esa frase de Andrés Carrasco nos compromete a todos y a todas: al país que no puede demorar más la discusión sobre cuál es el modelo económico –insostenible- que sustenta pero carcome su estructura y ¿Cómo y con cual lo sustituimos?
A un pueblo que para re direccionar su economía y su forma de vivir, tiene que re direccionar como mínimo, lo que discute.
Y finalmente la vida de este hombre acorrala a una comunidad de funcionarios públicos, empresarios y científicos para preguntarles una vez cuál es la función que deben cumplir para el pueblo que los hizo nacer. Y como respuesta dejamos este humilde homenaje al Dr. Andrés Carrasco.
*Periodista y fotógrafo de Caminando Juntxs, colaborador de Marcha.