Sede central del Comando Sur estadounidense en Miami
Por Berenice Anaya. A partir de la inminente apertura de un denominado Centro de Emergencias, construido por el Comando Sur estadounidense en la provincia argentina de Chaco, resulta pertinente preguntarse qué es el Comando Sur y cuál es su rol actual en América Latina y el Caribe.
El Comando Sur, es uno de los diez comandos estadounidenses desplegados por el mundo. El mismo fue creado en 1947 y su órbita de incidencia abarca el área relativa al Sur del continente americano, América Central y el Caribe. Su oficina principal se encuentra en Miami y es el encargado de controlar las acciones militares en la región. Comprende un área total de treinta y un países y abarca un territorio de norte a sur de más de once mil kilómetros y de más de cuatro mil ochocientos de este a oeste.
Tras los inconvenientes sufridos por Estados Unidos en Irak y Afganistán (que motivaron el retiro anticipado de sus tropas), el repliegue hacia América Latina parece haberse transformado en la maniobra a seguir. A esto se le suma el hecho de que el continente vive un nuevo clima de época en el que la preponderancia estadounidense se ve cuestionada y confrontada por un importante número de gobernantes de la región. Esto explica por qué desde hace algunos años el país del norte intenta rearmar una estrategia para recuperar su poder y dominación en su histórico “patio trasero”, una de las regiones más ricas en recursos naturales y estratégicos del mundo. Por su parte, el restablecimiento en 2008 de la IV Flota estadounidense después de cincuenta y ocho años de su disolución (tras las II Guerra Mundial) parece ser una muestra de su avanzada. Con esta flota de navíos que patrulla aguas del mar del Caribe y el sur de América, se establece una frontera al continente desde el mar, una especie de envoltorio que, a diferencia de las bases militares, no actúa en ningún país en particular sino en el continente en general.
El Comando Sur se divide en cuatro regiones: Centroamérica, Caribe, Sistema Andino y Cono Sur.
La primera va desde el sur de México hasta Panamá y cuenta con cuatro bases militares ubicadas en Soto Cano (Honduras), Panamá, Comalapa (El Salvador) y Liberia (Costa Rica). Esta es una de las zonas más militarizadas del continente, donde además se encuentra el Canal de Panamá, paso estratégico entre los océanos Pacífico y Atlántico.
La región del Caribe comprende todas las islas del mar que lleva el mismo nombre, Aruba, Curazao y las Antillas Holandesas. En esta zona se encuentra, hace más de cien años, la ilegal ocupación del suelo cubano, en la base naval de Guantánamo. La misma es una de las más importantes no solo por encontrarse en un área de importancia para los fines de control y espionaje sino porque desde allí se han producido innumerables agresiones a la revolución y al pueblo cubano, tanto de las tropas del enclave como de contrarrevolucionarios que allí encontraron refugio. Asimismo, se ha convertido desde 2002 en un campo de detención y tortura sin ningún tipo de cargo formal o juicio justo para más de cuatrocientos prisioneros considerados como “combatientes enemigos”, capturados por las fuerzas estadounidenses durante las ocupaciones de Afganistán e Iraq.
Por otro lado, los centros de operaciones que se encuentran en Aruba y Curazao, islas que forman parte del Reino de Holanda, han sido y son utilizados para realizar tareas de intimidación y espionaje a la República Bolivariana de Venezuela, que ha pasado a ser blanco de las acciones norteamericanas en vistas de su postura antiimperialista.
Mientras tanto, Sistema Andino incluye a Ecuador, Perú, Colombia, Venezuela y Bolivia. Este es el área que, con la “elocuente excusa” de la lucha contra el narcotráfico, mayores presiones recibe para fortalecer la presencia militar.
Luego del Plan Colombia, que ha dejado sobradas muestras de fracaso en su lucha contra las drogas y el terrorismo, Washington intenta consolidar y seguir expandiéndose en la zona. Así es que en 2009, después de que el presidente Rafael Correa no le renovara el tratado que permitía la existencia de la base militar en la zona de Manta (Ecuador), Estados Unidos no demoró en reacomodarse, mudando esta base a un nuevo centro de coordinación en una zona estratégica, nada menos que en el área de la Amazonía peruana. Estratégicamente equidistante respecto de los tres núcleos de política alternativa que hay en este momento en el continente: Caracas, Quito y La Paz. Además sumó siete nuevo centros de operaciones a los ya existentes en Colombia.
Por último, la región del Cono Sur comprende a Paraguay, Brasil, Argentina, Uruguay y Chile. Estas dos últimas regiones son mucho más grandes y con mayor cantidad de población que la de Centroamérica y el Caribe, lo que dificulta la consolidación del control militar. Pero también es la zona en la que se encuentran las reservas más grandes de recursos hidrocarburiferos y acuíferos del continente.
Si bien es una de las zonas menos desarrolladas del Comando Sur, sus intenciones y avances son claros. El nuevo Centro Estratégico de la provincia de Chaco así lo demuestra, teniendo en cuenta que el mismo no solo se encontrará cercano a la triple frontera (Argentina-Paraguay-Brasil) y a las tropas instaladas en las bases de Paraguay -para realizar trabajos articulados- sino que además estará ubicado en el acuífero Guaraní, uno de los reservorios de agua dulce más grandes del mundo.
En teoría, el Comando y sus bases desplegadas por América no solo tienen como objetivo proteger los intereses de Estados Unidos en la región sino que supone además la pretensión y el compromiso de lucha contra el narcotráfico y el terrorismo. También “la asistencia humanitaria y operaciones de socorro con el fin de promover la democracia, contribuir al desarrollo socioeconómico, al adiestramiento militar, a la estabilidad y los enfoques colectivos a la seguridad regional”. Sin embargo, existen sobradas muestras de que el creciente proceso de militarización en el continente tiene como objetivo contrarrestar la política antiestadounidense que en los últimos años crece en la región a partir de la instalación de sistemas de vigilancia y espionaje. Así como asegurar el control de los recursos naturales y mantener la dependencia económica de los países latinoamericanos.