Por Red Cetroca. El fútbol como campo de experimentación para pensar la vida. La canchita como laboratorio de pensamiento. ¿Cuántas variables entran en juego en este juego?
Cuando miramos un partido de fútbol, y “solo miramos un partido de fútbol” dejamos de observar un sinfín de cosas que son del fútbol y que, sin embargo, no son el partido de fútbol. La sola descripción de estas cosas es mucho más importante, reconociendo que finalmente toda importancia se define subjetivamente, que el mismo partido de fútbol aunque a los que miran el partido esto le importa menos que una cabeza de alfiler.
Un partido de fútbol es mucho más que veintidós jugadores, tres árbitros, una pelota y los árbitros suplentes. Digo que es mucho más porque en ese partido de fútbol intervienen múltiples variables, por decir así, que definen y “hacen” que ese partido de fútbol sea. La enumeración de los múltiples factores que concurren para que ese partido pueda desarrollarse puede remontarse, como mínimo, al día de nacimiento de cada uno de los jugadores, al momento exacto en que el fútbol se “inventa”, el día que se diseñó, se construyó, se vendió, se instaló y se puso en funcionamiento las máquinas de fabricar pelotas, las máquinas de fabricar camisetas, los vehículos que las transportaron, las luces del estadio, el cemento de las tribunas, etc.
Como se puede apreciar, cuando enfocamos la mirada, orientada por la ciencia social a cualquier evento social, el cúmulo de datos a observar o a tener en cuenta para que esa mirada culmine en un punto que pretenda tener cierta validez, es de tal magnitud que nos hace prácticamente imposible su manipulación. Por eso reducimos el fenómeno a instancias manejables sabiendo, aunque a veces no lo percibimos, que esa reducción tiende a la simplificación. Deberíamos, en consecuencia, ser mucho más humildes en nuestros asertos y en nuestras conclusiones y abandonar cierta pedantería intelectual a las que nos obliga, a veces, quienes nos contratan. Y esto está directamente dirigido a aquellos que quieren hacernos creer que “saben” de fútbol porque ¿qué es saber de fútbol?
Como acabo de argumentar, enmarcar al fútbol como un fenómeno social lo trasciende como espectáculo, como negocio, como juego y como comentario. Todo lo que podamos decir de él, nunca lo completará, siempre quedarán afuera del análisis, conceptos y fenómenos que se “escapan” al analista que está obligado a circunscribir y a simplificar este complejo fenómeno para poder analizarlo. Y lo que es aplicable al fútbol, lo es para todo fenómeno social.
Un partido de fútbol involucra, como sostengo, más que a los actores propiamente dichos. Los camarógrafos, los sonidistas, los productores, los locutores, los comentaristas, los vendedores de hamburguesas, de panchos, la policía, los bomberos, los dirigentes, los masajistas, los cancheros, los que venden gorros, etc. son todos, de alguna manera,actores involucrados en “eso” que llamamos partido de fútbol, sin embargo rara vez los tomamos en cuenta a excepción de que “pase algo” en la tribuna, y los comentaristas lo aprovechen para decir “algo” que si bien está en las posibilidades, no suele suceder con frecuencia. Si el fútbol solo fuera trifulca, no sería fútbol y si bien las hay, su frecuencia no posee tal magnitud para que el fútbol desaparezca. La pregunta que me hago es ¿Qué conocimiento sobre el partido de fútbol y sobre el fútbol mismo nos puede traer el análisis y la comprensión de todos los eventos y fenómenos a los que me estoy refiriendo? Obviamente nos quedaríamos sorprendidos de esos hallazgos y mucho más cuando ellos de alguna manera “licúan” el evento mismo qué es el fútbol. Porque cuando más conocemos de algo, al contrario de lo que creemos, lo transformamos. El conocimiento tiene la virtud de modificar el objeto de conocimiento. Cuando Ptolomeo hablaba del universo con las categorías de por aquél entonces, el universo no era lo que fue cuando Galileo inventó el telescopio, y este invento impactó de tal manera el campo del conocimiento astronómico que lo modificó y, cómo podemos imaginar, el universo de Galileo es radicalmente diferente al universo de Hubbles o de Hawking. A medida que nuestro saber se profundiza, modifica el objeto de nuestro saber. Y el fútbol no puede ser ajeno a este proceso.
Quizás por ello, a muchos no les interese profundizar el saber por qué esa profundización es una especie de incomodidad a la comodidad cómodamente lograda. Obviamente, lo que quiero decir, es que el saber produce incomodidad porque entraña una especie de responsabilidad. No recuerdo ahora que investigador dijo que, una vez que se sabe lo que se sabe, debemos hacer algo con ese saber y este es el escozor que debe producir el conocimiento.
Por ello, creo, a muchos no les interesa el conocimiento porque temen hacer el esfuerzo y temen no estar a la altura de él, entonces perduran en la comodidad de la ignorancia y la mejor forma de permanecer en ella es la crítica simple, no la crítica al estilo de Frankfurt, sino esa crítica malintencionada, esa crítica que no aporta nada, en fin, una crítica de morondanga.
Lamentablemente, la mayor parte del dispositivo comunicacional deportivo o no, no es ajeno a esta “intencionalidad astuta” –dirían los pensadores de la Escuela de Frankfurt- que se ha hecho “carne” en el periodismo de todo tipo. A los periodistas que solo se quedan con el sencillo hecho del partido de fútbol sin analizar las múltiples imbricaciones que tiene este evento con el gran hecho social, no les importa, en realidad, el fútbol sino vivir de él. Por eso no se preocupan en aprender más de este bello juego y se quedan en las miserias de su espantosa ignorancia, y cuando queres ir un poco “más allá” de la jugada o de la decisión del árbitro, no podes porque no encontras el plafond o un substrato desde donde comenzar. De esta manera, ese dispositivo contribuye al fortalecimiento de la Industria Cultural, quizás uno de los mayores conceptos que los teóricos de Frankfurt trajeron a las ciencias sociales.
Pero lo bello del navegar por las aguas del conocimiento es que se configura como la gran aventura. Es ese escozor que nos molesta el que nos lleva a estudiar, a escribir, a analizar y cualquier evento complejo sirve. En este caso es el fútbol que, como metáfora de la vida, nos sirve para decir muchas cosas aplicables a “lo” social.
Y para situarse en un lugar con cierta pretensión de certeza, no podemos hacerlo sin considerar alguna forma más o menos metódica porque, finalmente, cualquier corolario lo es debido a un método. Los asertos siempre lo son desde un campo configuracional, desde un contexto que lo dota de sentido. No hay asertos anclados en el vacío como no hay datos sin teoría. Todo lo que decimos, y que no sea poesía, lo decimos desde un “lugar” ideológico y no debemos tenerle miedo a esta palabra porque la ideología no se circunscribe solamente al campo político. El campo ideológico es también el campo de lo imaginario, donde confluyen lo subjetivo y lo objetivo, lo individual y lo colectivo y en estas tensiones, radica mucho de su efectividad y atractivo.
Un partido de fútbol, entonces, no es solamente un partido de fútbol y, sin dejar de serlo, es mucho más. Es un evento social complejo y su análisis nos dice mucho más de lo que suponemos por ello, nos es tan seductor hablar y escribir sobre fútbol porque con cada palabra hablada, escuchada, escrita y leída, sabemos un poco más de nosotros mismos.