La historia de Valentina, otro relato de una piba que “no se calla más” y que decide, junto a sus compañeras y por otras, denunciar los delitos de su violador y luchar evidenciando la complicidad institucional con los privilegios y el machismo.
El pasado 24 de marzo, Valentina, una joven del conurbano bonaerense tomó la decisión de denunciar a su ex pareja Joaquín Tenembaun por violencia sexual, en la comisaría 43 de Floresta. Desde su militancia y trabajo en la economía popular conocía bien que las denuncias por violación tienen más de revictimización y maltratos que de triunfos y condenas, sin embargo desde su coherencia con el feminismo supo que era necesario.
Para Valentina, como era de esperar a la hora de denunciar, “cuestionaron su moral, dudaron de su testimonio y le tomaron la denuncia de sólo una de las más de cinco violaciones, por ser la única que no ocurrió durante el noviazgo”, explican sus compañeras, con quien organiza los Encuentros de Feminismos Populares, integrado por activistas independientes y la organización social, política y cutural Simón Bolívar.
Sin embargo, para Joaquín Tenembaum, quien estudia en la Escuela de Bellas Artes “Rogelio Yrurtia” para ser profesor y, el marco fue de complicidad institucional con los violentos: gran parte de la comunidad educativa apoya al joven, accionar que es encabezado por su padre que enseña allí desde hace años. Y si bien, gran parte del estudiantado parece no preocuparse por compartir su cotidianidad con un violador, sólo el Centro de Estudiantes lo supo advertir y ha decidido evidenciarlo.
En este contexto, Joaquín, protegido por las instituciones y privilegiado por su condición de género y clase pagó una abogada quién envió cartas documento a las y los jóvenes del Centro de Estudiantes acusándolos por “daños y perjuicios más hostigamiento”.
Pero esta historia no termina, y el violador le exige también recompensa a la víctima, pareciera no haber remate. A menos de un mes de haber hecho la denuncia, Valentina recibió en su domicilio una carta documento de su violador. Allí se entera que la jueza Graciela Sarada Ángulo de Quin, del Juzgado en lo Correccional N°51 (ex Juzgado N° 2), había dictaminado el sobreseimiento de Joaquín y que, en esa línea, el mismo la intimaba al pago de 100 mil pesos en concepto de “daños y perjuicios provocados bajo el apercibimiento de iniciar acción judicial tanto penal como civilmente, por haber perdido un mes de clase y/o haber afectado públicamente mi buen nombre y honor”.
Valentina nunca fue informada del sobreseimiento y tomó conocimiento de la causa cuando la notifican. Lo mismo les ocurrió en los días posteriores a las y los estudiantes del colegio a donde él asiste, fueron citados a una audiencia el pasado 13 de junio donde el acusado exigió el pago de 700 mil pesos en total. Organizados y organizadas ante las múltiples violencias, las y los estudiantes asistieron a la audiencia con carteles y un megáfono para denunciarlo, y allí nuevamente el violento volvió a ser protegido y la jornada finalizó con policías de la Ciudad rodeando a quienes exigían justicia y llevándose a Joaquín en un patrullero “por su seguridad”.
Al tratarse de violencia machista la juventud organizada no se calla más, por eso deciden poner el cuerpo y la voz en situaciones que se creían podían ser impunes. En este marco, la misma Valentina, con el Centro de Estudiantes y las compañeras del Encuentro de Feminismo Popular que la contienen y acompañan se encuentran realizando diversas acciones de denuncia y escrache al violador y a su estructura de privilegios y complicidades.
Son y construyen, al paso de sus acciones, feminismos jóvenes con conciencia de clase, sedientos de justicia y en permanente movimiento que no dejan pasar por alto historias que aparecen como pequeñas e insignificantes, pero que son parte de un proceso para todas. Por eso, Marcha dialogó con Valentina y los diversos actores que asumen esta voz colectiva, y que deciden llevar adelante esta lucha para que el “ni una menos” se convierta en verdaderas prácticas liberadoras.
“No podemos dejar impunes a nuestros abusadores”
– Valentina, ¿por qué elegís denunciar y dar esta lucha?
Elijo denunciar porque después de mucho tiempo tuve la posibilidad de hacerlo y creo que darle un nombre a las violencias que sufrimos, hacerlas de alguna forma “publicas”, relatarlas y denunciarlas ayuda no solo a poder superarlas, si no a entender también que lo que pasa puertas para adentro en nuestras casas no tiene que ver exclusivamente con nosotras y con quien ejerce el abuso si no con toda una construcción social que nos quiere y nos hace victimas por nuestra condición de mujer (cis, trans, travestis y lesbianas).
Elijo también, y sobre todo, denunciar a el estado y la justicia por abandonar a toda victima de violencia de genero, reproducir y perpetuar a través de sus representantes actitudes patriarcales y machistas que siempre terminan favoreciendo al agresor. En mi caso me encuentro enfrentando a alguien de clase media-alta que tuvo la suerte de poder gastar casi cinco mil pesos en cartas documento y en dos abogadas sin siquiera trabajar, pidiéndome 100.000 (cien mil pesos) cuando soy trabajadora de una cooperativa de la economía popular en un contexto de emergencia social donde nuestro trabajo es remunerado con planes sociales de cuatro mil pesos y encontrar un trabajo estable se hace cada día más dificil. Es una lucha también para que ninguna mujer que no tenga el dinero para acceder a las herramientas mas eficazes se quede afuera mirando como cierran su denuncia y la descalifican sin poder hacer nada más que sentir impotencia.
-En ese marco, ¿cuál es tu objetivo y cómo te acompañan?
Entre los objetivos, a parte el de obtener algo de justicia, esta el hacer que más pibas, más mujeres (cis, trans, travestis y lesbianas) puedan salir a contar su historia, porque si tantos obstaculos nos ponen en el camino que tenemos para llegar a denunciar es porque algo de eso debe importar ¿no?, algo debe hacerles ruido y algo debe molestar al sistema. No podemos dejar impunes a nuestros abusadores, no podemos permitir que violenten a alguien más, que se repita el calvario y que la justicia siga posicionandose del lado del opresor. Me acompañan mis compañeras, mi espacio de militancia, el Centro de Estudiantes del profesorado donde él estudia. Pero también diversos medios que muy amablemente me están ahora ayudando a difundir mi testimonio.
Las pibas ya volvieron
Belen Rozas es parte del grupo de compañeras que militan en los Encuentros de Feminismo Popular junto a Valentina, desde donde se la está acompañando “desde el primer día porque su lucha es nuestra también y es la de todas las que día a día desde las escuelas, los barrios y los sindicatos construimos feminismo popular para torcerle el brazo al patriarcado y a sus jueces y fiscales”. Comentó que, “junto a su abogada, Nvard Nazaryan (abogada de Ariel y Mailén, denunciantes de Cristian Aldana y Miguel del Popolo), y a todas las organizaciones sociales y políticas, colectivos feministas y compañeras a pie”, manifiesta Rozas, “vamos a dar esta batalla contra la justicia patriarcal en todos los campos hasta que no haya más Valentinas, ni más Higuis, ni más Belén”.
Por su parte desde el Centro de Estudiantes del profesorado “Rogelio Yurtia”, en la Av. Juan B. Alberdi 4754, en CABA, y quienes comparten desde hace unos meses su vida educativa con el agresor, se organizaron para hacer visibles las denuncias sobre Joaquín Tenenbaum para advertir al resto de sus compañeras. Junto con la Comisión de géneros armaron jornadas como “conversatorios feministas” y “conversatorios de géneros” tanto para nivel superior como para estudiantes de media y así dejar ver, a través de este tipo de medidas, las faltas de políticas del Estado para proteger a las compañeras en estos casos, la no respuesta del ministerio ante la preocupación de que el victimario se forme como docente y la no implementación de la ESI (ley de educación sexual integral).