Por Irupé López / Foto: Marcha
Mientras avanza la convocatoria a un paro nacional de mujeres mañana, un panorama sobre la desigualdad estructural de las mujeres en el acceso al trabajo. La necesidad de políticas públicas con perspectiva de género para una vida sin violencias.
Las mujeres, trans, lesbianas y travestis, en pie de lucha, han dispuesto un paro y movilización para el miércoles 19 de octubre. La necesidad de visibilizar la cantidad de tareas que realizan, sean remuneradas o no, se presenta porque el escenario en el que se desarrollan es paradójico -por no decir injusto-: en Argentina las mujeres son la mitad de la población y representan el 41,7 por ciento de la población económicamente activa. La fuerza del trabajo realizado no se ve reflejado en derechos políticos, económicos y sociales. La consigna #NosotrasParamos es un llamado de atención, un reclamo a viva voz, que grita y exige equidad, para garantizar una vida libre de violencias.
¿Qué lugar tienen(tenemos) las mujeres en el mercado laboral argentino? En la Encuesta de Indicadores Laborales (EIL) realizada mes a mes a empresas privadas por el Ministerio de Trabajo de la Nación se pueden hallar algunas pistas al respecto, como ser la expectativa de aumentar las dotaciones de personal: en el total de agosto las empresas dijeron tener un 9,6 por ciento de puestos vacantes para mujeres frente a un 44,6 de puestos disponibles para los varones.
Aunque los números varían cada vez, la brecha de género se mantiene en cada región y a lo largo del tiempo. Junto con otra serie de índices como el desempleo, la subocupación y el trabajo no remunerado, es posible dar cuenta de que la falla es estructural y que “la base está en la división sexual del trabajo”. ¿Cómo hacerle frente? Tres mujeres vinculadas con el ámbito del trabajo consultadas por Marcha coinciden: “El Estado es responsable”, porque debe promover políticas públicas que garanticen igual ingreso. ¿Y nosotras? Nosotras no debemos dejar de luchar.
Los números
Cada año, desde 1996, la cartera laboral ha recopilado datos sobre la situación laboral en empresas privadas en los principales aglomerados urbanos del país. Con el tiempo, han incorporado diversas variables con datos segregados por sexo, como ser la expectativa de aumentar o no la cantidad de empleados y empleadas.
La información a nivel macro lo que muestra en su último informe –de agosto sobre 2834 empresas- es que el empleo privado en agosto registró una merma del 0,7 por ciento frente al mismo período del año pasado. En este contexto, en relación a las expectativas de incorporación de personal, el 4,6 por ciento de las empresas tiene previsto disminuir su dotación de personal, mientras que un 10 por ciento prevé aumentarlo.
En tanto, respecto de los puestos vacantes se ve que las plazas disponibles para las mujeres fueron del 9,6 por ciento y para los varones 44,6. En el Gran Buenos Aires la disponibilidad de puestos de trabajo para las mujeres fue de 9,4 y de 43,6 para los varones.
“El mercado laboral no está incorporando gente y, en general, se ve que está dispuesto a tomar más varones que mujeres”, advierte Estefanía Pozzo, periodista del diario El Cronista Comercial y co-conductora de #ALosBotes, en Futurock.
Y, ¿cuál es la situación en el resto de los conglomerados urbanos? A pesar de que existen variables que afectan dependiendo de los meses en que se mida este índice debido a los empleos estacionarios más feminizados o masculinizados según la época (por ejemplo, cuando comienzan las clases habrá más vacantes para mujeres), la brecha siempre estará. Para muestra, basta un botón.
* En Gran Córdoba las vacantes en agosto fueron de 4,2 por ciento para las mujeres y de 50,2 para los varones;
* En Gran Rosario, los puestos disponibles para las mujeres eran de 11,8 y 51,7 para varones;
* En Gran Mendoza, 3,3 de vacantes para las mujeres y 34,6 para los varones;
* En Gran Tucumán, 14,7 para mujeres 37,9 para varones.
* En Gran Santa Fe, 3,2 y para varones 31,3.
* En Gran Resistencia los números son 17,8 y 46,9
* En Gran Paraná, 11,4 mujeres, y 72,2 varones.
* En Bahía Blanca, contaban con 19, 0 por ciento de vacantes para mujeres y el 43,2 para varones.
* En Jujuy el porcentaje de puestos vacantes para mujeres en agosto fue de 0,0; mientras que los varones contaban con una disponibilidad del 36,6 por ciento.
Magalí Brosio, coeditora del blog Economía Femini(s)ta e integrante del colectivo Economistas de BASE, explica que estos números “expresan que existe segregación horizontal (es decir, la posibilidad de acceder a determinadas profesiones), ya que hay muchos más sectores que se asumen para varones que para mujeres. Eso es uno de los tantos problemas a los que nos enfrentamos nosotras”.
Y expone uno de los principales obstáculos que aparecen, que tiene que ver con lxs hijxs: “las mujeres que no somos madres tenemos complicaciones similares a las que sí lo son cuando vamos a una entrevista, por ejemplo, porque el empleador siempre se pregunta cuánto falta para que tengas un hijx. Eso siempre nos atraviesa, esté en nuestros planes o no”.
Además, unos días antes, el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) dio a conocer los datos sobre desempleo en el segundo trimestre del 2016 basados en la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) sobre los 31 aglomerados urbanos. Allí, a diferencia de otros años, también se muestra la segregación según sexo, por lo que, pese a que el número general del desempleo es de 9,3 por ciento, al momento de hilar fino, se descubre que para las mujeres es del 10,5 por ciento contra un 8,5.
Para este año, la tasa de actividad –personas en edad de trabajar, cuenten con uno o lo estén buscando- fue de 47,2 y 69,6, respectivamente. Y, en cuanto a subocupación, en 2016, las mujeres pierden la pulseada con un 13,9 frente a un 9,9. Respecto de la tasa de actividad, vale intentar figurarse de qué manera cabe ese universo de mujeres en un mercado que, como vimos en las expectativas de las empresas privadas, prácticamente no las tiene en cuenta como mano de obra.
“La base de la desigualdad se asienta en la división sexual del trabajo”
“En un contexto de condiciones recesivas, las mujeres son las primeras en salir del mercado laboral. Nos enfrentamos con situaciones más hostiles, donde tenemos mayor probabilidad de precarización laboral, porque, por ejemplo, quienes son madres valoran más los horarios más flexibles”, analiza Brosio sobre los dos dígitos que acechan.
Estela Díaz, secretaria de Género e Igualdad de Oportunidades de Central de Trabajadores Argentinos (CTA), coincide y suma: “la base de la desigualdad se asienta en la división sexual del trabajo que tiene que ver con que las mujeres estamos presentes en el mercado laboral pero lo acompañamos haciendo las tareas de cuidado doméstico e incluso las tareas sociales no remuneradas”.
Es que sin dudas, tener o no hijxs para una mujer constituye un problema. Brosio, cita estadísticas sobre la tasa de actividad económica cuando hay hijx en un hogar. “El 54 por ciento de las mujeres que no tienen hijos participan del mercado. Cuando tiene un menor de seis años el número cae al 46 por ciento y si hay más de uno cae a un 39 por ciento. Por otro lado, en los varones cuando no hay menores en la casa la tasa es del 68 por ciento, cuando hay uno sube al 70 y cuando hay más de uno supera el 72 por ciento”.
El sistema patriarcal se expande como una red y ata a las mujeres de pies y manos en el universo laboral. No sólo existe una brecha salarial del 27 por ciento según el sexo, sino que las mujeres que son madres ganan 17 por ciento que las mujeres no lo son.
“La maternidad es un condicionante, pero no por una cuestión natural, sino porque no están garantizadas las condiciones como para que estas mujeres puedan tener la posibilidad de trabajar. Las diferencias que se dan cuando hay niñxs en la casa tienen que ver también con que el varón puede llevar un ingreso mucho mayor”, dijo Brosio e insistió en que “no es por una cuestión natural”.
Políticas públicas con perspectiva de género
Al ser consultadas, tanto Brosio como Pozzo y Díaz coincidieron: aplicar la perspectiva de género en las políticas públicas es la clave para romper techos y paredes de cristal.
“Nada garantiza que dejar librado a que se arregle naturalmente vayan a equipararse las condiciones frente a los varones”, indica Pozzo. Y, por eso, resalta como positivo el acceso de las mujeres a espacios de poder, tal como se está debatiendo en el Congreso Nacional, respecto del uno y una que se propone en la reforma política para que haya más presencia femenina en las listas.
Además, marca otro eje relevante que hace a la posibilidad de vivir a una vida libre de violencias: “tener garantizado un ingreso para la independencia económica es central y, sobre todo, se hace evidente en el caso de las situaciones de violencia en la casa cuando una mujer tiene miedo de terminar la relación, muchas veces es porque no cuenta con un acceso monetario que le permita desarrollase por fuera de la pareja”.
“Que el Estado se haga cargo de proveer los servicios de cuidado, todo lo relacionado con la maternidad, así como emparejar el tema de las licencias es clave, porque efectivamente podría mejorar esto”, sostiene Brosio. Mientras que Díaz suma que “es necesario reformar la ley de contrato de trabajo y los convenios colectivos y avanzar en las responsabilidades compartidas”.
En ese sentido, manifiesta que “tener trabajo de calidad no es sólo tener salario digno o condiciones buenas en el medio ambiente de trabajo -que es muy importante- sino que se trata de promover una interrelación familia-trabajo que contemple todas las necesidades que ese trabajador o trabajadora tiene”.
Para Díaz, en tanto, el debate sobre el acceso de las mujeres a las listas “tiene que ser una gran oportunidad para el sindicalismo para poner en discusión como estamos en la implementación de la ley de cupo sancionada en 2002, y pegar saltos de calidad. Es un debate que se deben dar los gremios para que se pueda traducir en nuevas legislaciones”.
Ahora, ¿es posible avanzar en un contexto en que todos los indicadores enmarcan al país dentro de condiciones de crisis económica? Brosio se encarga de llamar a que no nos quedemos calladas ni quietas: “eso no es motivo para no dar esta lucha, todo lo que hacemos es extremadamente político. No hay que tenerle miedo a llamarse feminista, la lucha no la dan unas locas y hay mucho por hacer. Aunque avanzamos un montón, tenemos que estar más unidas y más alerta que nunca”.
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