Por Matías L. Marra. A 40 años del Golpe Militar en Chile, repasamos el último documental de Patricio Guzmán, Nostalgia de la luz. Una compleja reflexión sobre la memoria.
El Desierto de Atacama, en el norte de Chile, es un lugar único en el mundo. Los niveles de humedad son muy bajos, lo que lo hace un espacio óptimo para la observación del cielo. A su vez, estas condiciones naturales del Desierto han preservado el paso del hombre: momias, dibujos en las piedras, objetos de mineras abandonadas.
Científicos que estudian distintas ramas de las ciencias, investigan el pasado en el Desierto. Por un lado, los astrónomos que intentan explicar lo que somos (por ejemplo, nuestra composición ósea) a partir del estudio de los cuerpos celestes (y la cantidad de calcio en las estrellas). Y por el otro, los arqueólogos que estudian los restos de los pueblos originarios. Pero hay un tercer grupo de personas que buscan el pasado en Atacama.
Son las mujeres de Calama, que recorren el Desierto removiendo la tierra y la sal. Levantan piedras, las corren de lugar. Buscan intensamente día a día. Buscan a sus familiares.
Durante la Dictadura de Pinochet, en lo que habían sido las minas de Chacabuco, en el Desierto, funcionó uno de los campos de concentración más grandes de Chile. Muchos de los allí detenidos fueron también desaparecidos sistemáticamente. Una gran parte de los cuerpos de los desaparecidos fueron arrojados al mar, pero otros tantos, dispersos a lo largo del Desierto.
De toda esta información se hace Nostalgia de la luz, del realizador chileno Patricio Guzmán (Batalla de Chile, La memoria obstinada, Salvador Allende). Vista en Buenos Aires en 2011 en el BAFICI, la película reflexiona sobre la memoria hablando del pasado en esos niveles.
Guzmán busca dar cuenta a través de su lenguaje poético sobre cómo un mismo espacio geográfico es una puerta hacia el pasado: el remoto, el anterior a lo que somos, y el propio. Los avances tecnológicos han podido empezar a resolver ciertos enigmas sobre la generación del universo. La momificación de los que murieron en el Desierto ha hecho lo suyo para entender a los pueblos originarios. Y sin embargo, el propio pasado reciente aparece como un laberinto, al que pocos quieren entrar.
Uno de los científicos hace una reflexión complejísima sobre el tiempo: en realidad el presente puro no existe. Todo lo que vemos lo hacemos a partir de cómo la luz refleja en el cuerpo observado. Por lo tanto, lo que vemos es lo que la luz reflejó de ese cuerpo, de su pasado.
Como gran parte de la filmografía de Guzmán, Nostalgia de la luz intenta complejizar la visión del pasado. Guzmán quiere que la sociedad chilena, la de la memoria obstinada, se inquiete ya no solo por el pasado de los millones de años anteriores, sino el de hace cuarenta nomás.
Nostalgia de la luz se hace de un deseo de las mujeres que buscan a sus familiares. Ojalá esos telescopios gigantes sirvieran para, además, poder encontrar a los amigos, a los compañeros, a los hermanos, a los amantes, a los padres, a los hijos. La búsqueda incesante ha dado algunos resultados: aparecen ocasionalmente huesos, pies, ropa. Fragmentos incompletos de lo que alguien fue.
Guzmán cree que la sociedad chilena vive en un presente continuo. Teóricamente, como afirma el científico, el presente no existe. Nostalgia de la luz es un apasionante llamado a que ese presente irreflexivo, esa ensoñación en la que está sumergida Chile, sea cortado con una navaja, bien filosa, para que no quede ni un hilo, ni nada. Hagamos que el pasado pase, y de ese modo que el pasado se piense.
Nostalgia de la luz se puede ver ocasionalmente en el canal de cable Isat (próxima exhibición sábado 1.15 am -viernes a la noche-), y en internet.