Por Francisco Parra
Puerto Rico vive una profunda crisis económica: en recesión desde 2005, hace algunas semanas entró en default por primera vez en su historia mientras su gobierno continúa implementando políticas en consonancia con los acreedores de Wall Street: despido masivo de empleados públicos, reforma de pensiones, impuesto de ventas y uso, etc. Nada nuevo: neoliberalismo puro, que demuestra fracasar en donde se aplica, en este caso potenciado por su estatus colonial.
La deuda soberana es una de las formas que tienen los países imperialistas –aliados con el capital internacional- para extraer las riquezas de los países pobres. Grecia no es el único país que hoy está al flagelo de los especuladores. Puerto Rico, esa isla caribeña que es una semicolonia de Estados Unidos (su estatus legal es “Estado Libre Asociado”) tiene una deuda que asciende a los 72 mil millones de dólares. Monto impagable para una nación que se encuentra en recesión desde 2005.
Puerto Rico era una colonia española y después de la guerra de 1898 pasó a la subordinación de EEUU. Actualmente tiene 3,6 millones de habitantes, pero debido al desempleo y la recesión de la economía tiene una emigración anual de 50 mil personas y cerca de cinco millones de puertorriqueños viviendo en EEUU. Se trata de una nación que no tiene real soberanía y que además es excluido de las políticas sociales que reciben los otros estados norteamericanos.
Históricamente, las empresas norteamericanas han tenido importantes beneficios fiscales por instalarse en la isla. Por eso son líderes en la producción de farmacéuticos, por ejemplo. En 1996, hubo una fuga masiva de las corporaciones norteamericanas, pues Clinton eliminó el tax loophole (laguna fiscal) con Puerto Rico, con el objetivo de aumentar el salario mínimo federal, lo cual provocó el endeudamiento de la isla para pagar esa deuda. Las empresas norteamericanas, al encontrar mano de obra más barata y mejores beneficios tributarios, han emigrado. Desde 2005 que Puerto Rico se encuentra en banca rota y se ha visto obligado a endeudarse.
La actual deuda de 72 mil millones se la reparten los Hedge Funds norteamericanos o fondos buitre con 22 mil millones, inversores locales en 20 mil millones y el resto repartido en fondos mutuos estadounidenses. Las tarifas cobradas a Puerto Rico llegan a ser 30% mayores a las de otras ciudades y estados norteamericanos.
Aquí se demuestra el absurdo del neoliberalismo. Los puertorriqueños deben pagar la deuda contraída por empresas norteamericanas, que se han ido del país. Luego, dicha deuda ha sido comprada por los fondos buitre norteamericanos, entre los que se destaca Paulson & Co., quienes cobran el total de la deuda al Estado de Puerto Rico con tasas de intereses usurarias por dinero que nunca gozó el pueblo boricua.
Debido a su carácter colonial, Puerto Rico no puede suscribir tratados y acuerdos comerciales con otros países, además de la falta de control en aduanas, espacios aéreos, comunicaciones, etc. Todos son controlados por empresas estadounidenses, impidiendo así una proyección de la industria local. Además, para recuperarse de la recesión, Puerto Rico ha extendido los beneficios tributarios, los cuales principalmente han beneficiado a multimillonarios norteamericanos, siendo imposible para Puerto Rico aumentar su recaudación fiscal.
Recientemente se conoció el Informe Kruger, elaborado por ex economistas del FMI, que propone como solución a la deuda la baja del salario mínimo, de 7,50 dólares la hora, fin a bonos de navidad y año nuevo, reducción de vacaciones de 30 a 15 días, reducción de profesores y cierre de escuelas, recorte de fondos a la Universidad de Puerto Rico, privatización de la energía y otros organismos estatales y “reducir los requisitos onerosos para demostrar causa justificada de despidos”.
Aun cuando los puertorriqueños son ciudadanos norteamericanos, estos no gozan de los beneficios del resto de la población. El PIB per cápita de Puerto Rico es la mitad del PIB per cápita de Massachussets, estado más pobre de Estados Unidos.
Wall Street tiene a Puerto Rico contra la pared. La deuda es impagable y al ser una colonia, no puede declararse en quiebra ni enfrentar la deuda con una política soberana. Esto impide acogerse a los beneficios de las leyes de quiebra –a la que han acudido otros estados norteamericanos en situación similar- y le exigen pagar cada uno de los dólares que adeudan por la imprudencia y saqueo de las corporaciones norteamericanas.
En septiembre se presentará una propuesta de reestructuración a los acreedores, aunque difícilmente sea una salida distinta a la austeridad. Increíblemente, la Casa Blanca anunció que no hará nada por ayudar a la isla caribeño porque la deuda de Puerto Rico no significa ningún riesgo para Estados Unidos.
La única solución para Puerto Rico sería declarar su independencia y reclamar la soberanía que a su pueblo pertenece.