Por Vivian Palmbaum – @vivi_pal
En los Altos de Longchamps se organizó una salita de salud a la par de un barrio asentado en una toma de tierras donde intentan vivir con dignidad 8.500 personas que cotidianamente son alcanzadas por prácticas de salud basadas en la solidaridad de profesionales y colaboradores. Una tarea necesaria frente a la ausencia del Estado.
Barrio privado del acceso a los derechos
La salita se fue construyendo en el medio de la precariedad, desde que la toma de tierras fue un hecho, creciendo al ritmo del barrio. Dos ambientes, techo de chapa y una voluntad y empeño que la solidaridad han cimentado. Allí adentro un día de verano se sienten como mil grados que solo mitigan el agua fresca o un ventilador, como un oasis en un desierto, constituye un insignificante alivio que acompaña a Carla, la médica de los lunes, mientras atiende a los pacientes, que se van abarrotando la sala de espera. Un hombre joven, de unos 35 años, se acerca para tomarse la presión, le duele la cabeza, ¿cuánto hace que no tomás la medicación? pregunta la médica con tono gentil, “y…no sé, unos días…¿pero dos días, diez días o tres meses?” Inquiere con tono firme, sin perder la dulzura. El joven relata que tiene presión alta, que se le terminaron los remedios y que para ir a buscarlos tiene que dejar de trabajar. El tensiómetro indica que su presión está alta, Carla busca entre los remedios que tiene a disposición. Una mujer con una pierna en estado de ulceración avanzada, en el hospital el médico que la atendía ya no está, “si no te atendés ponés en riesgo tu pierna” le expresa la médica mientras le pregunta: “¿Cuándo fuiste al médico por última vez?” la señora dice: “agosto”, es decir 8 meses desde la última vez que la vió un médico. Un niño con fiebre alta, otro niño con los mocos colgando, un pibe con un afección de piel, una señora mayor con un pico de diabetes y la lista sigue. Lunes y jueves hay atención médica, miércoles atienden los psicólogos y los sábados hay un grupo de jóvenes estudiantes que dan apoyo escolar y actividades de recreación. Distintos profesionales convocados por las ansias de justicia y la solidaridad que permita recuperar la vida digna. También hay colaboradores y colaboradoras del mismo barrio que se comprometen para sostener el trabajo que allí se realiza y sin los cuales la salita no podría funcionar.
Gino Straforini es quien tiene el mérito de haber motorizado esta iniciativa que se sostiene con el trabajo de profesionales y colaboradores del barrio. El nos cuenta que las salitas de salud pública más cercanas, Unidades de Pronta Atención UPA, solo dan diez números para un turno para el día siguiente, lo que vuelve casi inaccesible la salud para los sectores populares. Esperar parece un destino frecuente para los sectores menos favorecidos, esperar un poco de justicia que haga este mundo menos desigual.
En el extremo donde Longchamps limita con Florencio Varela se encuentra el Barrio 14 de Febrero, nombrado en alusión a la fecha en que unas tierras ociosas e inutilizadas fueron tomadas hace cinco años por familias que buscaban un lugar donde vivir. La salita de salud Dr. Miguel Enriquez está en el lugar acompañando desde el minuto cero del barrio. Hoy se transformó en un barrio popular que alberga 8.500 personas que lograron encontrar algo de dignidad para vivir. Casas de madera, de material, de una planta, de dos plantas, con piso de cemento, de cerámica o de tierra. Casas variadas que dan cuenta que las diferencias de clases sociales se organizan en cualquier parte. Los vecinos lograron gestionar un acceso de agua común, que antes tomaban del caño maestro que llegaba a un club de lindero.
Desde la estación ferroviaria de Constitución el tren eléctrico debe recorrer diez estaciones para llegar a Longchamps, donde hay que tomarse el colectivo y atravesar calles de tierra seca que parecen haber sido poseídas por un espíritu maligno que ha introducido unos surcos enormes que hacen que llegar sea muy difícil, lo que empeora y se vuelve literalmente imposible los días de lluvia.
Gino relata cómo nace la iniciativa Propuesta Tatu, cuyo nombre Tatú homenajea al Che Guevara, bautizándola con su nombre de guerra en Angola. El proyecto lo inicia una agrupación de padres de jóvenes argentinos que estudiaban becados en la Escuela Latinoamericana de Medicina de Cuba.
Solidaridad a la cubana
La Escuela Latinoamericana de Ciencias Médicas que funciona en Cuba fue creada por Fidel Castro impulsado por las ideas internacionalistas en que se apoyaba la revolución, y por la necesidad de los paises centroamericanos frente a las catástrofes naturales, en las cuales Cuba prestaba asistencia con sus médicos. Fidel pensó que estos paises tenían la necesidad de contar con médicos propios para intervenir frente a las catástrofes que se repetían, como los huracanes. Por allí pasaron 26.000 jóvenes latinoamericanos, en el caso de Argentina un universo diverso tuvo acceso a la formación: cartoneros, wichis, mapuches, collas, entre otros. Una escuela de medicina en donde los jóvenes latinoamericanos tenían la posibilidad de estudiar con un sistema de becas que cubría la educación, el alojamiento, los apuntes y su manutención.
“Propuesta Tatú nace como una iniciativa de una agrupación de padres que había en la Argentina que se ocupaba de sus hijos que estaban becados en Cuba para estudiar: unos 900 jóvenes. Primero fue la lucha por la convalidación de los títulos obtenidos en Cuba, que se ganó en la Argentina, lo que les permite ejercer su profesión médica. Por otro lado la preocupación era como reinsertar a esos jóvenes en la salud pública con el compromiso social. Significó el ingreso a la salud pública, con trabajo voluntario en los barrios más humildes y así nació Tatu que ya alcanzó a 45.000 pacientes atendidos gratis, 41.000 medicamentos entregados, con cirugías de labio leporino, cirugías de cataratas, entre otras, con escuelas de oficios, con colonias de vacaciones. Las cirugías las hacen nuestros médicos en el hospital Eva Perón de San Martin. El seguimiento de Chagas también lo hacemos nosotros, las operaciones de cataratas e ictericia nosotros las detectamos y hacemos la derivación a una fundación cubana que hace la operación de manera gratuita. Tiene que ver con la cultura y con la política y con la forma de pensar, nosotros creemos que la política es la ciencia del ejemplo. Como somos ejemplo para construir un proyecto de país de abajo para arriba y no solo de salud”, relata Gino con gran entusiasmo.
Propuesta Tatú tiene 8 años de vida en los que también estuvieron trabajando en Claypole, Florencio Varela, Lugano, Villa Cartón, Burzaco, Puente La Noria, Alejandro Korn. La iniciativa en la actualidad también ha traspasado las fronteras, y está funcionando en Chile y en Perú con gran éxito.
El éxito consiste en hacer llegar una iniciativa colectiva de asistencia a aquellos que lo necesitan porque el estado está ausente de su función social. Aún después de 40 años del inicio de la noche negra de nuestra historia, con la dictadura cívico militar, continúa sin saldarse la deuda con los derechos humanos: salud, educación, vivienda, trabajo, igualdad de oportunidades para todos los habitantes. Una iniciativa por la que lucharon aquellos 30.000 compañeros detenidos desaparecidos que se comprometieron por un mundo mejor.