Por Agustín Bontempo* / @agusbontempo – Foto por Fuentes2Fernández
Reseña de la obra de teatro Porno Gaucho, de Cristian Morales, que se atreve a combinar la historia, la política, lo obsceno y el erotismo, alcanzando una síntesis precisa. Todo en el Teatro Código Montesco.
Leer el nombre en cartelera es motivo suficiente para despertar algo de curiosidad en cualquier espectador. Porno por un lado, gaucho por el otro. Ya in situ, a la espera de ingresar a la sala las cosas se vuelven algo extrañas, inesperadas y divertidas.
Cristian Morales, director de la obra, habló con Marcha y explicó cómo nació esta idea hace algo más de un año: “Me pidieron una performance en Milion, donde se hace un ciclo de teatro con varios directores y me llamaron. Era una performance con 30 actores y lo arme con folclore, porque quería hacer un cabaret folclórico, y le puse Porno gaucho. Se me ocurrió porque nunca vi un cabaret porno y gaucho menos, entonces era algo poco convencional. Por eso tiene este formato”.
Morales asume algunos desafíos. Como nos contaba, crear un cabaret folclórico. Pero también habla de política, de historia y farándula. Todo en un mismo coctel. Para eso puso en escena casi treinta actrices y actores, una sala espaciosa. Las y los personajes son fuertes por su imagen, pero también por lo que dicen. Al respecto, nos cuenta que “Esta mezclado el erotismo y tiene muchas cuestiones políticas, pero básicamente no tiene ideología. Está todo tocado desde el humor, lo bizarro y desde la historia más que desde lo político. Son acontecimientos que todos tienen información. Está mezclado con el ámbito televisivo y otros también. Por eso no es político aunque claro, todo es política.”
En este sentido, la obra atraviesa diferentes etapas de la historia argentina, con personajes diversos, con posiciones encontradas. Una primera impresión despista al espectador pero lo mantiene allí por lo entretenido, por lo extraño y por lo provocante que es la obra. Y con el paso de los minutos, todo adquiere un sentido que puede ser identificado en sus respectivos carriles pero también como una conjunción.
Más allá de que cada personaje tiene su presencia y estilo y, por lo tanto, genera más o menos empatía en el público, sería difícil destacar a un protagonista, a alguien muy por encima de los demás. Al respecto, Morales asegura que “Con los actores voy viendo y mechando lo que cada uno aporte. A mi no me interesa el virtuosismo en esta obra, me interesa que el actor esté puesto ahí y entienda la totalidad, para que de la totalidad se enmarque lo político, lo social. Tuve que hacer clases de historia con cada uno. No hay nada improvisado”.
El valor de lo erótico
La obra en si misma está fuera de las convenciones. Es bizarra, fuerte, impactante. Es inesperada. Más allá del texto, hay una puesta en escena muy provocante, muy física y también poco común. Hombres y mujeres que llaman la atención con la diversidad de sus cuerpos expuestos sin pudor.
En una primera aproximación, es simplemente el erotismo de revista. Pero no. Hasta en este punto la obra de Morales es atrevida. Porque no solo exhibe, sino que redobla el desafío y muestra algunos tabues que la sociedad del marketing y el consumo no muestran. Al respecto, el director asegura con acierto que “No hay estereotipos. Hay una intención de ironizar la cosificación. Lo contrapongo y cosifico a los varones. Hay un momento donde expongo a los varones sexualmente y es muy fuerte exponer al hombre en la cosa más íntima. Además, los actores que tengo son muy valientes de enfrentar eso. Al principio fue difícil porque aparecen los prejuicios y los tabues, pero por suerte se animaron, jugaron. Ponen la carne al asador. Y básicamente hay que poner la carne al asador porque es un gran asado, eso sintetiza la obra, es el ser nacional. Vienen a comer el asado, pero se encuentran con otras cosas”.
Además, Morales agrega que “Es fuerte para los chicos, porque el varón que lo está mirando genera incomodidad sexual. Se sabe y está trabajado desde ahí, que sabíamos que sería fuerte”.
Para este cronista, es en este aspecto donde reside lo más valioso de la obra. Es porno, es gaucho y es, esencialmente, erótico. Pero este erotismo alcanza, con avidez, a toda la diversidad sexual que esta sociedad demanda para vivir en plena libertad.
Una síntesis de amplitud
La obra, que se inicia, desarrolla y culmina con una clara intencionalidad de descontrol que se va encausando, abre debates todo el tiempo pero concluye con un mensaje claro. Esto se debe al empeño de Cristian Morales, a la interpretación de las y los actores y al rol, tal vez no tan pasivo, del público.
“Los espectadores hacen la síntesis. Algunos no saben quién es Norma Kennedy (militante peronista identificada con la masacre de Ezeiza, en 1973) y no importa eso. Se habla de La Cámpora pero desde un lugar muy raro. Y de repente, eso se sintetiza con lo que el espectador ve ahí. Se ve una señora que va por el conurbano, con un aplique y bueno, uno dice que esta es una piba peronista. Lo puede ir sintetizando el espectador sin necesidad de contenido histórico”, afirma Morales.
En relación al grupo, hace una destacada valoración y es acertado. Son casi 30 personas que no se chocan, no se pisan. Exponen, unen y explican. “Me encanta trabajar con estas y estos actores. Es muy difícil porque son todos diferentes. Yo estoy en todo y controlando todo porque cada uno tiene su idea, su idiosincrasia, su nacionalidad y hay que ir por un solo lugar”.
La obra que ya tiene un año, que primero se presentó en Milion y luego en Konex, tiene un arrebato escénico que, se evidencia, es complejo de organizar. Al respecto, Morales cuenta que “Está la dinámica del grupo que es difícil porque son un montón y cada uno hace lo que quiere. Pero básicamente son dóciles y lo que me gusta de los actores es que tienen una gran ingenuidad y a pesar de que son personajes violentos, obscenos, son muy ingenuos y eso está bueno. Trabajar con esa ingenuidad, es la verdad que acerca al espectador. Tienen esa cosa de docilidad, que también es el ser argentino, a pesar de que hay personas de diferentes nacionalidades”.
Ficha Técnica
Actúan: Luciana Bongianino, Marcela Capece, Francisco Cerbino, Roger De Souza, Lucas Stasio, Milagros Durán, Jonatan Gimenez, Liborio Luculano, Camila Kyu, Lina Lasso, Emmanuel Martinez, Juan Manuel Martino, Alejandro Méndez, Mar Morales, Helga Lís Ramos, Leo Raff, Susana Rómbola, Mailén Sassone, Ivan Novikov, Juan Sayes, David Scansetti, Frederick Sunga Romero y Camila Tremul; Iluminación: Alejandro Molinari; Asistente de iluminación: Francisco Cerbino; Maquillaje: Juan ayes; Vestuario y utilería: Luciana Bongianino, Alejandro Méndez y Elektra Trash; Sonido: Gustavo Eguina; Fotografías: Fuentes2Fernandez Fotografías, Horacio Pablo Annecca y Victor Pane; Diseño Gráfico: Francisco Cerbino y Estudio Prisma BA; Producción: Producción Porno G.; Dirección General: Cristian Morales
La obra se presenta los sábados a las 21.30 hs en Teatro Código Montesco, Gorriti 3956. Para más información, se puede ingresar aquí.
*Otras reseñas del autor:
“La realidad supera un montón lo que podamos contar en el escenario”
“Conozco una manera de que te olvides de tu muerte. Acordate de la mía”
Terrenal, ícono de nuestro tiempo