Por Leticia Lopresti*
Lxs Invisibles somos una agrupación villera y piquetera compuesta en un 80% por mujeres. Y a menos de un año de inaugurar nuestro “espacio de compañeras” en la 31, reflexionamos sobre la potencia de lo irreversible en la construcción de poder feminista en los barrios.
Quien no vive ahí, quien solo se para de afuera, va a ver gente entrando de a decenas, apresurando el paso. No se detienen, probablemente porque es septiembre y está fresco. Quien no vive ahí tal vez no sabe que son trabajadores y trabajadoras que vuelven después de una larga jornada. Si presta atención, va a poder leer el cansancio de los cuerpos impreso en sus movimientos, en la manera en que pisan el terreno irregular de la calle principal del Barrio San Martín de la Villa 31.
Quienes ya están adentro se mueven en todas direcciones. Eso, quien mira de afuera, probablemente apenas llegue a notarlo. Algunos se detienen en la verdulería, otros en un puesto donde se cocinan tiritas de pollo incrustadas en pinchos de madera. Las mujeres arrastran racimos de niños y niñas, como si fueran vendedoras de globos, ya medio desinflados a esa hora. Hay grupos de dos o tres tomando mate en lo que funciona como vereda. Suenan cumbias, ladran perros, ruedan carros tirados por trabajadores y trabajadoras de cooperativas de recolección y barrido.
Pero lo que seguro se pierde quien no vive ahí, lo que seguro no ve, es que a las seis de la tarde, en la Casa Invisible, un grupo de quince mujeres sentadas en una ronda, medio desprolija, nos hacemos chistes entre nosotras, hablamos a los gritos, nos pisamos olvidando que un principio de nuestras asambleas es pedir la palabra y escuchar a la compañera. Pero no estamos en una asamblea. Estamos tomando mate o tereré. Algunas sostenemos conversaciones paralelas en guaraní. Otras, intentamos que dejen de llorar los dos o tres bebés que hay en la ronda. Charlamos sobre cosas que no solemos charlar:
– Mataron a una piba en Mendoza.
– ¿En serio? ¿Dónde lo viste?
– En la tele.
– Ayer mataron una acá en el barrio también.
– No sabía. Sobre eso no dijeron nada.
Lxs Invisibles somos una agrupación villera y piquetera que acaba de celebrar su décimo aniversario. Peleamos por la urbanización de nuestro barrio. Soñamos con tener viviendas dignas, acceso a la cultura, a la educación, a un sistema de salud pública de calidad. Queremos gozar de todos los servicios y pagar por ellos, sin que nadie nos regale nada. Por eso nos organizamos en la lucha por trabajo, y trabajamos para organizarnos. Transitamos este camino como protagonistas de nuestra historia. Creemos que podemos alcanzar una sociedad igualitaria y justa, y militamos para construirla. Pero Lxs Invisibles somos una agrupación villera y piquetera que, además, está compuesta en un 80% de mujeres. En septiembre de 2016, al calor de una merienda, estas mujeres comenzamos algo distinto a lo que veníamos haciendo, y ese algo rápidamente se hizo de un nombre: “el espacio de compañeras”.
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Ese mismo mes mataron a una piba en nuestro barrio. Unos días antes ella publicó en Facebook que le habían roto el alma. El 29 de septiembre a Daiana Belén Colque, de 19 años, no sólo le rompieron el alma: también le quitaron la vida. La mató su pareja dándole 17 puñaladas en la casa que alquilaban debajo de la autopista. Al lado del destacamento de la Policía Federal.
Menos de un mes después, el Miércoles Negro nos encontró unidas bajo la lluvia. Estábamos empapadas, nosotras y todas las mujeres que inundaban la calle. Pero marchábamos con convicción, y con nosotras marchaba Irma, la tía de Daiana. Entonces nos llegó la noticia de que habían atrapado al asesino, hasta ese momento prófugo. En medio del frío nació un abrazo espontáneo, enorme y colectivo. Sobre todo colectivo.
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A menos de un año de haber conformado el espacio de compañeras de Lxs Invisibles el balance que realizamos nos enorgullece. En él contamos decenas de encuentros, varias marchas, dos paros (en casa y en el lugar de trabajo) y un acampe en el Consejo Nacional de las Mujeres desde el Frente Social y Político La Brecha en el marco de la Campaña Nacional Contra las Violencias hacia las Mujeres. Así, en este tiempo, aprendimos a pensarnos en un sistema violento y machista que nos oprime. Cuestionamos el rol que interpretamos en nuestras casas, en nuestra organización, en nuestro barrio. Ese mismo abrazo que nos dimos el Miércoles Negro se multiplicó en nuevas marchas, se amplió a más compañeras, se extendió a otras organizaciones y se resignificó en momentos compartidos con mujeres que se organizan en otros barrios.
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Hoy es martes 30 de mayo y volvemos a encontrarnos en una ronda más organizada. Esta vez nos convoca una marcha multitudinaria: en unos días vamos a gritar: ¡Ni una menos! ¡Vivas y libres nos queremos!
– Compas, ¿Por qué marchamos?
– Porque queremos un mundo mejor para nuestrxs hijxs.
– Por iguales condiciones de trabajo.
– Porque queremos vivir libremente y sin violencia, salir a la calle sin miedo.
– ¡Para que dejen de matarnos!
– Porque mataron a Daiana Colque y sobre eso no dijeron nada.
*Militante de Lxs Invisiblxs