Por Ezequiel Arauz. Repetidos incumplimientos salariales, vaciamiento y peligro de quiebra: 130 trabajadores de Acetatos Argentinos decidieron tomar la planta. Buscan hacerse cargo de la producción.
La hilandera está ubicada dentro de un predio más amplio de la zona este de Quilmes en el que funcionó la química Rhodia, rodeada de un lujoso emprendimiento inmobiliario muy cuestionado en la zona, conocido como Plaza Verde y relacionado con un político quilmeño de incidencia nacional. Por su cercanía con una de las bajadas de la Autopista Buenos Aires – La Plata y su ubicación céntrica esas tierras han adquirido un valor extraordinario.
Ariel, Sergio y Ángel, los tres hermanos Abramovich, heredaron la fábrica fundada por su padre en 1950. Nunca se mostraron demasiado interesados en continuar con el emprendimiento paterno. Por su estilo, su situación económica y su apego al trabajo, en las asambleas, los trabajadores los llaman “los mauricios”.
Convocada desde 2001, la deuda impositiva de la firma, que está embargada por la AFIP, asciende a más de 35 millones de pesos. Desde hace más de un año los trabajadores advierten públicamente respecto de la intención de los dueños de ponerle cierre a la fábrica. Marcha entrevistó a Carlos Vergara, miembro de la comisión interna de delegados de la fábrica.
¿Cuál es hoy la situación en Acetatos y qué decisión tomaron ustedes como trabajadores?
– El conflicto lleva 20 meses, es una especie de lock – out patronal: merma enorme de la producción; desinversión creciente y un paulatino vaciamiento de la empresa, por supuesto que con continuos atrasos e incumplimientos salariales. En todo este tiempo hubo débiles acuerdos salariales y repetidos incumplimientos de la patronal. Están buscando su propia quiebra. Lo que decidimos ahora en realidad es dar a conocer la ocupación que es de hecho, porque de un tiempo a esta parte prácticamente nosotros tenemos el control de la planta. Sabemos que con esta patronal no vamos a ningún lado, son pseudo delincuentes que engañan a todo el mundo, inclusive hay clientes a los que les cobraron y no les mandan la tela.
Las tierras donde está emplazada la fábrica adquirieron mucho valor en los últimos años. ¿Influye esa situación en el conflicto?
– Los dueños ya vendieron una lonja de terreno, que a nosotros productivamente no nos afectaba, para la construcción de un barrio privado. En esa ocasión, nosotros nos presentamos ante el juez del concurso, porque esta empresa está convocada, y dijimos que no nos oponíamos a que vendan esas tierras, siempre y cuando ese dinero fuera reinvertido en producción, cosa que pasó a medias, porque con toda la que se robaron, esa suma no alcanzó para poner la cosa en marcha nuevamente. La idea de la patronal no es la producción sino aprovechar los terrenos en un negocio inmobiliario. Nosotros en cambio aspiramos a mantener las fuentes de trabajo.
¿Cuántos trabajadores son?
– Ahora somos 130 familias las afectadas, aunque durante los 20 meses que llevamos en conflicto, ya sea porque tenían otra oportunidad de laburo o porque estaban cerca de la edad jubilatoria, algunos compañeros arreglaron retiros voluntarios, que nosotros mismos fogoneamos como forma de descomprimir la situación para aquellos a los que les conviniera. Si la planta se pusiera como corresponde habría lugar para mucha más gente.
¿Qué le planteaban ustedes a la patronal antes de tomar la planta?
– La última vez que nos reunimos le planteamos básicamente tres puntos: un plan serio de inversión para la producción. El segundo punto hacia referencia a cuestiones medioambientales, ya que recientemente la fábrica corrió riesgos de ser clausurada por ese motivo y como tercer punto, la deuda salarial, que en este momento asciende a dos millones y medio de pesos, pero que accedimos a cobrar a través de un plan de pago de mil pesos semanales para achicar los montos. Uno de los dueños manifestó su intención de cumplir con esos puntos. A los dos días, tenían que pagarnos los mil pesos y no lo hicieron. Demuestran no tener ninguna intención de cumplir.
¿Ustedes buscaron la intervención del Ministerio de Trabajo?
– Sí hay presentaciones hechas. Lo que pasa es que esto lleva tanto tiempo, que ya excede lo burocrático. Con estos tipos no hay manera de negociar y no hay conciliación posible. Ahora buscamos destrabar una decisión política en otros ámbitos.
¿Qué actitud tomo la conducción del sindicato? ¿Jorge Lobais, el secretario general de AOT (Asociación Obrera Textil), es de la zona?
– Nos manejamos con cierta independencia del gremio. Hay una relación de mutuo respeto. Lo que le pedimos en general lo cumplen, no hay problemas. Con Lobais hay buen dialogo pero lo vemos metido tratando de resolver sus posicionamientos en la interna de la CGT.
¿Específicamente, que se produce en Acetatos Argentinos y cuál es el mercado de esa producción?
– Hasta enero de 2011 cuando arrancó la desinversión patronal y se paró la hilandería, esta era la única fabrica en Latinoamérica en producir hilado de acetato. Aun así, sigue siendo la única que puede tejer y teñir esos hilados ya que cuenta con las máquinas adecuadas y el personal capacitado para eso. En términos estructurales la planta forma parte del proceso de sustitución de importaciones: el mercado local depende de esta planta y si no tiene que comprar afuera. Funcionando bien, esta planta abastecía también al mercado brasileño. Todavía después de pasar por todos los avatares que pasó, los clientes siguen pateando la puerta pidiendo que por favor les mandes tela. Por eso se entiende menos que estos tipos la quieran dejar caer.
Como trabajadores, ¿qué salida visualizan?
– Evaluamos pedir nosotros la quiebra o hacernos cargo de la planta, con incidencia del Estado. Aspiramos a recibir alguna línea de crédito, tipo préstamo del Bicentenario, como se le otorga a algunos industriales. Estamos golpeando algunas puertas del gobierno nacional, cuesta, hay que pasar filtros. Sería bueno pasar de lo discursivo a la práctica, sabemos que no es fácil, pero tampoco imposible.