Por Darío Cavacini
Octava entrega de “Poetas Internados, poesía libre”. Trabajo documental que surge de la pregunta acerca del valor que adquiere la poesía en contextos de encierro tales como los manicomios, donde la creatividad se confronta diariamente con el exceso de psicofármacos y la inspiración parece brotar como respuesta al abandono y la desidia propios de este tipo de lugares.
Hija de un poeta bohemio que dividía su tiempo entre los trabajos de oficina y la poesía y un ama de casa enamorada de las obras Helénicas, María Angelina Lamanna comenzaría a muy temprana edad su relación con los grandes escritores. Habiendo crecido en una casa rodeada por enormes bibliotecas, desde donde asomaban Ernest Hemminway, Leopoldo Lugones, Charles Baudelere y Alfonsina Storni, la pasión por el mundo literario sería inevitablemente su destino. A pesar de que han pasado varias décadas desde aquellas noches en las que se desvelaba leyendo y escribiendo en sus “libros diarios”, esas experiencias iniciáticas permitieron germinar a la poeta en la que se convirtió.
Con calidez rememora dos de los primeros y más significativos escritos que realizó por esos años. Uno era un párrafo en forma de poesía, en el que agradecía a su papá por haberle dado la vida, por ser escritor y por heredarle la pasión por la lectura. El otro, un cuento dedicado a su mamá llamado “Manos feas” en el que narraba la historia de una madre a la que por salvar a su bebe de un incendio, se le quemaban las manos. Estos dos homenajes marcarían no solo su inicio como escritora, sino también su actitud frente a las dificultades cotidianas. Los recuerdos de esa infancia que atesora en su memoria han funcionado como un paracaídas cuando el salto al vacío de la vida solo auguraba estrellarse contra un suelo rocoso, duro y solitario.
Aunque tuvo épocas en las que dejó de escribir para ocuparse de las urgencias de la vida moderna, nunca se desentendió de su destino y constantemente buscó volver a él. Con la convicción de que el mundo literario era su mundo, reencontrarse con él siempre fue reencontrarse con ella misma y su historia. Entre pausas escribió y experimentó con cuentos, canciones y poemas con música basadas en las obras de Miguel Hernández, Joaquín Sabina, Víctor Jara, Atahualpa Yupanqui y otros autores de habla hispana: “Siempre me gustó ponerle música a mis poesías, como estudié piano podía copiar melodías con bastante facilidad y después les ponía mis propias letras” agrega orgullosa de los mecanismos creativos que se inventó para desplegar todo su potencial artístico y encontrar así una razón que le hiciera contrapeso a sus dificultades para adaptarse a la insensatez descarnada de nuestros tiempos.
Sin embargo todo ese material quedó sepultado en el olvido cuando fue ingresada al hospital neuropsiquiátrico Estéves de la ciudad de Temperley, al sur del Gran Buenos Aires: “Cuando me internaron, mi casa quedó vacía y me la usurparon, ahí me robaron todo lo que había escrito, no sé donde fue a parar todo eso, en mi casa quedaron las paredes nomás”. A pesar de lo doloroso que fue haber estado internada por el derrumbamiento que significó esa experiencia para su vida, no se dejó vencer por la desazón que sentía sino que por el contrario, a partir de ese dolor encontró la entereza suficiente para reescribir toda su obra y rehacerse ella misma como persona libre y liberada del monstruo de alas gigantes y pabellones inundados de psicofármacos.
Su posterior acercamiento al café literario del centro de salud comunitaria “Libremente”, coordinado por Néstor Costa, la ayudó a reconectarse con su oficio de poeta. Aquella experiencia de internación cambio su visión del mundo y por añadidura también modificó su manera de escribirle a ese mundo: “Ahora tiene más que ver con el hospital, con el dolor humano, antes mis poesías estaban más ligadas a lo individual o a algo que podía pasar en un momento especifico. Hoy lo que escribo son cuestiones más imperecederas, que se instalan en la vida de cada uno”. Como decía Pichon Riviére en sus charlas con Vicente Zito Lema: “toda creación estética es indivisible de la realidad de quien la realiza y funciona como emergente social que denuncia las condiciones de supervivencia de ese artista”.
Algunos poetas que han transitado por situaciones de vida similares a la suya consideran que la poesía es “el silencio roto con un martillo”, otros “el incendio del alma”, mientras que los más escépticos creen es “un gran manicomio sin puertas del que nadie se atreve a salir”. Sin embargo para esta apasionada por la lectura que intenta abrazar cada día más fuerte el vasto mundo literario a su alrededor, la poesía es “vivir respirando libertad. En cada palabra, en cada gesto, en cada pensamiento, hay matices de poesía”. Dejarse expresar a través de sus poemas ha sido una cuestión indispensable para su cotidiano andar, cada verso que escribe está invariablemente atravesado por las circunstancias que la rodearon y moldearon, con sus miserias y colores, pero siempre sincera y escribiendo desde lo más profundo de su propio ser.
Su nueva experimentación literaria está relacionada con “microcuentos en forma de poesía” que realiza junto a su compañera, amiga y también poeta Lucía Fontan. Entre ambas sueñan publicar un libro con las creaciones que realizan conjuntamente desde hace varios meses. Los más de cincuenta microcuentos que tienen hechos, compilados bajo el nombre “Pequeño poemario donde abrevian los poetas”, le dan vida a este viaje que han emprendido de a dos. Con la esperanza intacta y buscando la belleza en cualquier resquicio de sus vidas, intentarán sobrevolar la ciudad con sus obras, pretendiendo sonreír a pesar de vivir en semejante mundo.
Maestra (21/01/07)
Cantan al alba
las angustiosas horas
que dejaste olvidadas
en el bolsillo de mi delantal de niña
y el cuaderno y la birome
se mantuvieron ocultos
por largos años
en la cartuchera
del portafolios viejo
que ya no existe
supiste entregar entre besos níveos
tu alma pura de mansa santa
del pizarrón y la tiza
con la pluma de los poetas ocultos
y los próceres que hicieron Patria.
Me mostraste los números más lindos
que sumaban canciones
al requiebro del pobre
y restaban tristezas
cuando tu mano bondadosa
nos acercaba caramelos
para las fiestas patrias
Hoy acomodo en un rinconcito
de mi alma bohemia
tu figura presente
acunando nostalgias
en mi frente cansada
y todo me florece
el mástil de la gloria
me recuerda sus caras
reaparecen sus nombres
y la tiza me ubica
en el centro del globo
y soy hoy ciudadana e intento ser poeta
y suspiro de ganas
de tenerte a mi lado
como cuando era niña
ya grande
hoy
te llamo
y te beso en la frente
y desde el cielo bajan
pedacitos de estrellas
que forman mil palabras que vos me enseñaste
para darte las gracias
Hoy maestra
Cada día…
Cada día levanto y acuesto
mis nostalgias de tí
amor que eres
ido está tu corazón lejano
pero no olvides que el pasado
prendido está a tu frente
y aunque pretendas colgarle un lienzo
y no verle
caducará tu osadía
ante la más leve
caricia
(Diciembre de 1978)
Sin título
Con las manos muy juntas
compartiendo los sueños, realizan los quehaceres
de la casita nuestra
y la ropa se lava y la comida es rica
y las noches alumbran
con su farol plateado
los sueños que ellas tienen:
Dorita y Gracielita.
La música las une y jntan sus caritas,
y son dos corzones latiendo apresurado
consuelan su quebranto
como grandes hermanas
y el mate las encuentra
jugando con el gato…
historias de Santiago,
memorias de Mercedes,
y entre los cuentos tienen
anécdotas pintonas
de sus años pasados en Htal Esteves…
salieron con nosotras , hace seis años ya,
y lucen muy bonitas con sus ropas galantes,
las hojas de los patios sucumben a sus pasos
y la escoba se encuentra trabajando en sus manos.
Sus ojos tienen brillo, que muestran su cariño,
Dorita tiene un hijo, que intenta conocerlo
y tiene tres nietitos, retoños de Corrientes…
Graciela cuenta siempre que Luciana es su madre
y tiene tres hermanos que quiere con el alma.
Así crean en la casa, arrullos de ilusiones
mientras se mecen juntas al son de una canción
y estudian en la escuela
las cuentas de dos cifras,
y juegan con palabras formando la oración.
Concurren con nosotras al Café literario,
y Néstor las saluda, con un beso de miel
y sus caras se encienden saludando a la gente
los domingos: ¡presentes!
entre poesías y cantos
en la cuna del arte
sobre Meeks, Libremente.
¡Qué nunca los problemas
consigan separarlas
que siempre triunfe el sino, que las tiene hilvanadas
y junten florecillas
de la vida que hoy canta
y el alma que añorando
cobijan en las manos
enrreden en mil sones
de pájaros volando!…
(14/4/06) Dedicada a Gracielita y Dori compañeras de casa durante más de quince años en la casa de adrogué del P.R.E.A
Por una foto que les tomaron que fue la primera de una serie de folletos que dieron origen al PREA.
Huesos de humo
(Prólogo en forma de poesía realizado para el libro “Latigazos de luna” de Lucía Fontan en 2006)
Huesos de huma fuma,
dentro de una nube, densa y blanquecina
¡huesos de humo, fuma!
Está espeso el aire cargado de ausencias,
roto el encanto,
de antiguos amores.
¡huesos de humo, fuma!
Recuerdan los labios
néctar de quimeras,
latigazos de luna
soles de media noche,
huesos de humo, fuma, fuma.
Odios advenedizos,
recuerdos entre brumas,
literas desoladas,
plantas de amaranto.
¡huesos de humo, fuma!
Ensaya sus sonrisas,
devasta uno y mil cantos,
cubre de negro el cielo,
entre golonterías,
¡huesos de humo, fuma!
Risotadas de antaño
antes de que llegara la opacidad del día,
el manicomio, la cárcel de las almas,
¡huesos de humo, fumaba!
y afuera, ya salida…
Huesos de humo, fuma
y… fuma aún más!.
Todavía, mientras su flor tenue
se trasforma en trémulo pimpollo
en planta soñadora que derrama versos,
y en lo alto detrás del horizonte
mirando tras las nubes: el Señor sonríe.