Por César Saravia
Escrita por Analía Mayta, y con dirección de Leticia Tómaz, Piso 35 es una obra que presenta una realidad cotidiana en donde los trabajadores y trabajadoras son parte de un proceso de enajenación laboral, sometidos a la presión y bajo el absurdo de llevar a cabo un trabajo del que no se sienten parte, con la promesa de crecimiento y superación.
El número 35 aparece en la obra como la representación de lo estándar y homogéneo, una característica del mundo laboral. Es alrededor de este número donde los sucesos de la obra giran. De manera creativa y cómica, con un ritmo constante y con diálogos que se sostienen durante toda la obra, el espectador o la espectadora se encontrará con un ir y venir de situaciones graciosas que llenarán la sala de risas la mayor parte del tiempo, y en algunos casos, enfrentarse a cierta incomodidad al ver reflejadas situaciones que vivimos en el día a día.
En la obra nos encontramos con un grupo de 4 oficinistas del piso 35 que competirán por un puesto de gerente que está por quedar vacante. Esta competencia pondrá en juego los sentidos y las personalidades de cada oficinista. Las actuaciones, a cargo de Daniel Grbec, Analia Mayta, Maria Ema Mirés, Ezequiel Olazar y Federico Torres, son intensas y variables, desplegando un código común expresivo armonioso. Los actores y actrices muestran las distintas facetas de los personajes que van desde sus obsesiones hasta sus lados más sensibles, tiernos y humanos.
Vistas desde afuera, las oficinas parecen algo homogéneo, pero son lugares en donde se encuentran distintas personalidades. Es algo que la obra deja claro porque es al final de cuenta es en esa amalgama donde se constituye eso que llamamos lugar de trabajo. La puesta en escena recurre mucho a elementos que le dan un toque de futurista, con un vestuario que despliega colores puros, plenos, con estilos pop art, que hace imaginar una oficina de un futuro no tan lejano, como las que hemos visto en famosas series de internet al estilo de Black Mirror.
La figura de Rogelio, encargado de la limpieza, también pondrá en tensión esa separación y hasta clasismo que se da al separar los trabajos tradicionales, más manuales, con aquellos que son más “especializados”, trabajos VIP, en palabras de la directora, o funcionales a los sectores dominantes de la economía.
La temática planteada recuerda un poco el debate que hace unos años pondría sobre la mesa el filósofo coreano Byung-Chul Han, en un artículo donde argumentaba el por qué no era posible la revolución en nuestra época. El principal argumento es que los trabajadores y las trabajadoras habían asumido la cultura competitiva, la meritocracia, y la llevaban hacia el interior de las empresas. Además, su actitud hacia esta era la del conformismo más que la del rechazo, la serena aceptación. No obstante, un giro inesperado en la trama de la obra pondrá un matiz a esta afirmación y nos mostrará que algo de rebeldía y de ternura queda en aquellos lugares que se piensan se ha perdido.
La obra puede ser vista en el Teatro Belisario, en Av. Corrientes 1624, los viernes a las 23 horas. Las entradas pueden ser compradas a través de Alternativa Teatral.
Ficha técnica-artística
Dramaturgia:
Analia Mayta
Actúan:
Daniel Grbec, Analia Mayta, Maria Ema Mirés, Ezequiel Olazar, Federico Torres
Participación:
Miriam Castañeda, Sebastián De Marco
Diseño de maquillaje:
Lis Iun
Diseño de vestuario:
Anita
Concepción espacial:
Leticia Tómaz
Audiovisuales:
Nicolás Isasi
Fotografía:
Evann Violeta
Diseño gráfico:
Pablo Pérez Rey
Asesoramiento de iluminación:
Mariano Arrigoni
Producción:
Grupo Subsuelo Teatro
Dirección:
Leticia Tómaz