Redacción Marcha. Los peligros del vaciamiento y la mercantilización de la educación pública en la Ciudad de Buenos Aires de cara a un año electoral. Desde la asociación docente Ademys, realizan un balance y evalúan cuáles son las luchas por venir.
El 15 de diciembre pasado, el ministro de Educación de la Ciudad de Buenos Aires, Esteban Bullrich, y los 17 gremios porteños acordaban un incremento de sueldo para enero y cerraban paritarias para 2015. Así, la perspectiva de un año electoral allanaba el camino al PRO para un inicio de clases “sin paros”. Desde la Asociación de Docentes Ademys, en la voz de Marisábel Grau, quien es su secretaria de prensa, reclaman la reapertura de paritarias y realizan un balance de los avances y retrocesos de 2014 proyectando el año educativo que se viene.
Respecto del año que pasó, la preocupación y la acción de Ademys estuvo enfocada en resistir los avances de las políticas macristas, relacionadas con dos ejes: el vaciamiento de la educación pública y la mercantilización de la educación, esa idea de que, cada vez más, se pague para acceder a mejores contenidos. “La política del PRO continuó planteando una agenda de privatización y vaciamiento de la escuela pública. Un ejemplo de ello es la transferencia récord en subsidios a la educación privada, que para 2015 pretende ser de $3 mil millones, algo así como $16 millones por día de clases. Mientras se consuma este drenaje de fondos hacia las empresas educativas y confesiones religiosas, en la escuela pública se aplican recortes en infraestructura escolar y en diversos programas, se escatiman vacantes y no se construyen aulas ni colegios. Esto tiene consecuencias muy concretas: en las aulas de zona sur se hacinan los pibes y las pibas en escuelas con goteras o que se inundan regularmente, con techos que se caen, como en la 21 DE 14º, 7 DE 13º, 18 DE 21º, 21 DE 7º, Comercial Nº 8”, y sigue la lista.
Pero además de no construir escuelas públicas y de girar fondos a las privadas, el gobierno de la ciudad le regala predios públicos a empresas educativas como la cesión de más de una hectárea a la Universidad del Salvador y el Instituto Tecnológico de la Ciudad de Buenos Aires en las calles Zabaleta y Pedro Chutro en Parque Patricios.
Esta política de vaciamiento de la educación pública se combina con su mercantilización. En el pasado año el gobierno promovió la implementación del ‘Programa del Diploma’ que vende la empresa Bachillerato Internacional. Luego de que docentes, madres y padres y estudiantes manifestaran durante todo este tiempo su rechazo, se logró frenar por ejemplo en el Normal 8. Lo mismo ocurrió con las Escuelas de Innovación Pedagógica, ampliamente rechazadas por la docencia.
En la educación Media, la reforma de la Nueva Escuela Secundaria (NES), a contramano de las propuestas del conjunto de la comunidad educativa, implicarán un empobrecimiento de contenidos y reducción de materias que conllevarán la degradación del título y la educación secundaria. Además, la NES implicará pérdida de horas de trabajo para los docentes, inestabilidad y precarización laboral”, cuenta Marisábel.
– ¿El cierre anticipado de paritarias fue asumido como un paso adelante o como una estrategia macrista para evitar el inicio de clases en un año de elecciones?
Sin dudas la intención del macrismo, al igual que la del sciolismo en la provincia de Buenos Aires, es descomprimir cualquier tipo de conflicto en un año electoral y presentarse como gobiernos que garantizan el inicio ordenado de clases. Nosotros venimos reclamando la reapertura de las paritarias 2014, cuya pauta “acordada” por la mayoría de los sindicatos pero rechazada por la docencia y por Ademys, fue totalmente insuficiente. En este sentido, es un avance que se inicie la discusión, pero de ninguna manera lo sería que se cierre en enero sin posibilitar la discusión de la propuesta por la base docente. Nuestro método es que se defina en asamblea la aceptación o no de la propuesta salarial.
– ¿Cuáles son los puntos para trabajar durante este año y que pretenden incluir en la reapertura de paritarias por la que luchan?
Nuestro pliego de reivindicaciones no se limita a lo salarial, sino que incluye un conjunto de demandas vinculadas a condiciones laborales, sistema educativo, infraestructura. Seguimos exigiendo como hace años el blanqueo de todas las cifras en negro, que se respete la escala salarial según lo establece el estatuto docente, y que ningún cargo quede por debajo del mínimo necesario según la canasta básica. Además, exigimos se termine con las formas de precarización laboral, que incluyen contrataciones en programas, inestabilidad, pagos en negro, etc.
Por otro lado, este año se buscará implementar la NES, que generó muchísimos problemas en las 21 escuelas “piloto” en las que se desarrolló en 2014. Además, seguimos exigiendo la restitución de las juntas de Clasificación, órgano que garantiza la transparencia y participación democrática y representativa de las trabajadoras y trabajadores en la organización de concursos y asignación de cargos, y que fueran eliminadas con la Ley Abrevaya –sancionada en 2011 entre gases lacrimógenos y balas de goma–. Por otra parte continuaremos desarrollando como en 2014 la campaña por la construcción de escuelas, fundamentalmente en la zona sur de la ciudad.
–Con la perspectiva de que haya una continuidad del macrismo en la Ciudad, ¿cómo proyectan los años venideros? ¿Por qué consideran que a pesar del vaciamiento producido en educación y salud pública se proyecta una continuidad de la gestión?
Entendemos que lo que pasa en CABA no es exclusivo. Existe una profundización de los rasgos conservadores en el plano nacional desde el propio kirchnerismo, Scioli, Massa & Cía. En la ciudad la forma particular que esto asume es la continuidad del PRO. Pero insistimos: esto no es algo distintivo de la ciudad.
Si bien la gestión PRO es particularmente reaccionaria, hay profundas continuidades entre esta gestión y las llamadas “progresistas” que la precedieron: la política de cierre de cursos no la inventó Bullrich, sino que se basa en aplicar el Decreto 1990 (del año 1997, gestión De la Rúa); los subsidios a la enseñanza privada alcanzaron su máximo histórico con el macrismo, pero datan de hace décadas y se aplican como política de estado en todo el país por el PRO, FpV o Binner indistintamente; la precarización laboral y contratos basura en la que el PRO se especializa había crecido exponencialmente en la gestión Ibarra; los problemas de la reforma en Media derivan de la aplicación de resoluciones del Consejo Federal de Educación hegemonizado por el kirchnerismo, y así de seguido.
Esto plantea una dimensión que excede el “pago chico” en la lucha. Por eso los desafíos son mayores y exigen una articulación que, en CABA, sea multisectorial; y en cuanto a la docencia, sea también nacional. En ambos sentidos se han dado pasos importantes en 2014. Esperamos que 2015 nos siga encontrando en cada vez mayor unidad para la lucha.