Por Lucrecia Fernández. El joven fue torturado, asesinado e incinerado en 2011 por Santiago Mont y Claudio Mena. Tres años después, los dos imputados por el crimen fueron condenados a perpetua. La Justicia ordenó investigar a la esposa de Mena.
El 8 de julio el Tribunal Oral en los Criminal Nº 9 de Lomas de Zamora condenó a cadena perpetua a los únicos dos imputados por el asesinato de Carlos Gabriel Fretes, de 22 años, que el 11 de diciembre de 2011 fue torturado hasta morir. Su cuerpo fue incinerado y abandonado en un descampado en la localidad de Longchamps, partido de Almirante Brown.
Recibieron la pena de prisión perpetua Santiago Mont y Claudio Américo Mena, pero el tribunal también ordenó investigar a la esposa de Mena y a otra mujer para determinar si tuvieron alguna participación en el crimen. La familia y las organizaciones que llevaron adelante esta lucha por justicia, si bien están conformes con la condena saben que hubo más involucrados, no solo materiales, sino políticos e intelectuales. Por este motivo en un comunicado emitido por el Centro de Participación Popular Monseñor Angelelli (CPPMA) afirman: “Hoy, a casi tres años sabemos quiénes fueron los autores materiales del hecho, nos falta saber quiénes fueron los policías responsables de encubrir la venta de drogas y quiénes los protegieron políticamente para que durante seis años arruinaran la vida de cientos de jóvenes de nuestros barrios”.
El asesinato de Fretes es otro de los tantos casos que sacó a la luz la complicidad de la policía –en este hecho, la Bonaerense- con el narcotráfico, a partir de la relación que mantenían agentes de la seccional segunda con Mena en la venta de droga. Esto último fue motivo para que el Centro Monseñor Angelelli , a través de su representante José Luis Calegari, plantee la necesidad de averiguar las conexiones policiales y políticas del caso.
En estos años, integrantes del CPPMA han sufrido detenciones ilegales, amenazas y diferentes hechos de violencia, que se vinculan con las denuncias y el trabajo que vienen realizando por la situación de narcotráfico que vienen sufriendo en Florencio Varela, a punto tal que en octubre del año pasado “una banda armada ingresó a la sede del Centro Angelelli y tomaron de rehenes a dos compañeras. Los atacantes habían estado en la Unidad 24, eran barrabravas de Quilmes y, uno de ellos, hijo de un policía en actividad en Remedios de Escalada, causalmente la zona de influencia de la familia de Mena”, comentó Calegari a un medio local.
El horror de Gabriel y el calvario de una comunidad
Carlos Gabriel “El Pelado” Fretes fue torturado hasta la muerte el 11 de diciembre de 2011 en una vivienda cercana a su casa en el barrio Agustín Ramírez, desde donde lo trasladaron hacia un descampado de Longchamps, allí fue asesinado de un golpe en la cabeza con un fragmento de concreto y luego fue prendido fuego.
En principio por el hecho hubo pedido de captura de cinco personas de las cuales el señalado como principal responsable era Claudio Mena, quién se desempeñaba en el barrio como presidente de la Comisión Vecinos Unidos, pero a quien los vecinos señalaban como “el narco” del barrio.
La familia de Fretes denunció que Mena lo mandó a matar por un supuesto robo ocurrido en su casa. Mena tenía que dar una señal y eligió al “Pelado” para escarmentar el acto.
Posterior al asesinato, José Luis Calegari, que es también abogado de la familia Fretes y militante social de Florencio Varela, relató, en aquel entonces, que “todo el barrio conocía que este personaje era quién se encargaba de la distribución y comercialización de drogas, era habitual la presencia policial en la casa de Mena (..) Incluso llegó a instalar una cocina de droga a una cuadra del CIC – Centro de Integración Comunitaria- que funcionó durante varios meses”.
Las vinculaciones políticas y la presencia policial constante en la casa de Mena, donde se vendía droga, hacían que la comisaría segunda no fuese un lugar “confiable” para denunciar “nada”. Mena era incluso quien reclutaba jóvenes del barrio para que trabajen con él en el negocio de la droga y también se lo relacionaba con la trata de menores.
Todas estas vinculaciones y denuncias a la vista y el terrible asesinato del Joven Fretes, calentó la situación en el barrio que se levantó en repudio por el crimen, y en ese marco la policía y el GAD (Grupo de Apoyo Departamental) reprimió a los vecinos que reclamaban en las calles.
Hubo incendio de vehículos, casas quemadas, roturas, y mucha represión. Extrañó esa tarde la situación de que muchas personas ajenas al barrio que decían conocer a Fretes llegaron e intentaron quemar la casa donde supuestamente había sido torturado Gabriel. En este hecho, que amenazaba con la destrucción de las pruebas si la casa era quemada, la policía no intervino.
“En el momento que se inicia la pueblada, los chicos – hermanos y amigos del “Pelado” – hicieron un esfuerzo muy grande por mantener la casa de Santiago Mont – donde había sido torturado Fretes- sin que nadie entre”, relataba en aquel entonces el abogado del caso. Y continúa: “La policía finalmente se hace presente en el lugar pero para permitir que la esposa y familiares de Mena, con custodia policial logran sacar de la casa varias cosas, las cuáles desconocemos qué contenían y qué se llevaron. Se le permite a la mujer, sin ningún tipo de dificultad sacar bolsos, algunos electrodomésticos, todo”.
Por la noche, la casa de Mena fue incendiada. No hubo custodia policial.
Luego de ese episodio, la presión de vecinos, familiares y organizaciones sociales de la zona lograron que sea relevado de su cargo el comisario Rudackoff, quien al día siguiente de la pueblada anunciaba en un diario local que los incidentes habían sido producto de una “narco batalla” entre familias que se disputaban territorio.
La justicia pego fuerte, sin embargo se quedó corta
“Para nosotros es impresionante e inimaginable que hayan condenado a los asesinos”, dijo Lisandro, el hermano de Juan Gabriel Fretes al salir del Tribunal que acababa de darles cadena perpetua a Mena y a Mont.
Es una condena muy importante, por el tipo de asesinato y la crueldad con la que fue efectuado, Sin embargo, en el dictamen, no se leyó la sentencia ni los fundamentos de la misma. Los familiares de la víctima, el abogado del caso, Juan Calegari, si bien agradecieron el apoyo recibido por el vicegobernador Gabriel Mariotto y por organizaciones como el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) y el Centro de Participación Popular Monseñor Angelelli (CPPMA), saben que el asesinato de Gabriel, los aprietes a los testigos, las amenazas y persecuciones constantes, no hubiesen sido posibles sin la participación y complicidad de la Policía Bonaerense que es parte en el negocio del narcotráfico tanto en Buenos Aires como en diversos puntos del país.
Una condena correcta que alivia el dolor y deja un halo de justicia de una lucha que hace años se venía llevando adelante, pero con el sabor amargo de que el mecanismo impune de la policía en el negocio de la trata y el narcotráfico sigue intacto.