Por Juan Manuel De Estefano. Ledesma encendió la mecha, Orión la apagó a las trompadas y Riquelme y Bianchi pelean por ver quién tiene el ego más grande. Boca se desangra.
Festejan, se abrazan y parecen todos amigos. Es un espejismo, sólo eso. Boca le ganó a Racing por 2 a 1 y el- deslucido- triunfo parece tapar todo lo anterior. Riquelme está feliz. Luego del encuentro, habló para la televisión y hasta se animo a sonreír. El objetivo estaba cumplido: desviar la atención luego del escándalo y que su equipo gane.
Pero la historia es otra. De lo contrario parecería el Diario de Yrigoyen. O de Román.
Volvamos a la realidad.
Un club de barrio. Eso parece Boca en la actualidad. Disputas, peleas, desmentidas y-como siempre- la culpa es del periodismo. Buscar un enemigo afuera es mucho más fácil que mirar para adentro y arreglar un tema que a esta altura, y después de tantos años, parece no tener solución. En esta oportunidad la puerta la abrió Pablo Ledesma. Luego del triunfo por 2 a 0 ante Olimpo, las aguas parecían estar calmas por la Bombonera. Pero el volante (de pésimo rendimiento), pidió una conferencia de prensa para “preguntarle” a los periodistas allí presentes, qué jugador del plantel les pasaba información. Además, sugirió que Orión era el “alcahuete” que ventilaba información y criticaba el trabajo del entrenador. En fin, abrió las puertas del vestuario de par en par y prendió el famoso ventilador.
Lo que debió ser una reunión entre el plantel para arreglar una interna feroz, fue el disparador para que en todos los medios se hable del conjunto de Bianchi. Orión volvió de la Selección hecho una tromba y lo fue a encarar a Ledesma apenas el volante pisó el vestuario. “Acá se pudrió todo. Se terminaron los amigos y la buena onda”, aseguró el arquero al arribar al club. Y así fue, de amistad ni hablar, la cara de Ledesma – comentan- da fe de ello. Pero lo peor estaba por venir. Luego de una reunión del plantel para decidir qué camino tomar se decidió que Riquelme diera la cara por todos. Y es así como (acompañado por Bianchi) leyó el asombroso comunicado. “Es necesario hablar con ustedes. Entendemos que hay mucha gente que quiere confundir a nuestros hinchas y vengo a hablar de parte del plantel. Hace dos o tres semanas en un diario pusieron un mensaje de un jugador de Boca sin decir quién fue. Ayer (por el jueves) hubo una conferencia de prensa normal y se dijeron muchas cosas más. Es hora de parar la pelota. Estaremos encantados de recibir a la gente que pone los mensajes en los diarios y que muestren las pruebas. Esto así se aclararía y no pasa más nada. Si no aparece ninguno de acá al domingo, el plantel de Boca tomó la decisión de que no se habla más hasta el fin del campeonato”, aseguró sin hacerse cargo de nada. Un discurso pobre, de muy mal gusto y carente de todo sustento. Una extorsión, lisa y llanamente. Bianchi, sentado a su lado, miraba a la nada misma y daba señales de debilidad incontrastables.
El plantel podrá estar contento con la presencia del entrenador junto al capitán de Boca, pero puertas para afuera la señal inequívoca, es de una perdida total del sentido común y de autoridad. Habrá que recordarles a Riquelme, Ledesma y compañía, que el periodista está amparado en la Ley para resguardar su fuente de información. Es la eterna discusión entre el Cuarto Poder y los protagonistas. La realidad es que Bianchi y el plantel desviaron la atención para no hablar de la triste realidad que rodea al equipo.
Para terminar la novela, luego de un asado entre todo el equipo, los Barras aparecieron por la Bombonera. Estuvieron desde la tarde, pero la Policía y Prefectura se hicieron presentes y se disiparon. Angelici, a todo esto, se fue custodiado y sin hacer declaraciones. ¿Qué dirá luego del bochorno? ¿No le temblará el pulso para tomar decisiones?…. Ningún dirigente habló el viernes luego del papelón histórico del entrenador y sus dirigidos. Eso habla de una falta de autoridad evidente. Le dieron las llaves del club a Bianchi y Riquelme y esperan agazapados que el Barco se hunda. Habría que preguntarles a los dirigentes cómo la Doce finalmente ingresó y habló con los jugadores, para interiorizarse de la situación. Probablemente la culpa la tienen los periodistas, que inventan, difunden y propician estas informaciones. Así lo aseguró Grondona hace unos días sin dudar y con cara de acero.
Pero volvamos a Bianchi. Desde que el Virrey volvió a Boca, las cosas fueron de mal en peor; casi último en el primer torneo, 28 puntos en el segundo con muy malas actuaciones y sólo 2 partidos bien jugados (Racing y Vélez) y pobres actuaciones en la Copa Argentina y en la Copa Libertadores (quedó eliminado a manos de Newell´s). Flaquea Bianchi, pero no por los periodistas, por supuesto. No encuentra soluciones. El plantel lo formó él, trajo todos los refuerzos que quiso, eligió a gusto y placer. No hay excusas. ¿Sería una campaña anti-Bianchi marcar estos puntos?… Así piensa el entrenador y sus dirigidos. ¿No será hora de mirar para adentro y tratar de mejorar?. Y de apaciguar los egos de varios que se creen más importantes que la institución. Sería el camino más sano. De esta manera Boca, el glorioso Boca Juniors, no parecería un club de barrio.