Por Ricardo Frascara. Se enfrentaban el Bayer contra el City por la primera ronda de la Champion y este cronista, con su particular mirada extramundana y atemporal, repasa el partido.
Y el payaso de amplia barriga y pantalones a rayas, parado sobre una tarima como un tambor de colores, anunciaba desde la puerta de la gran carpa de las ilusiones, el comienzo del espectáculo. ¡El circo estaba en el pueblo! La invitación era ineludible. Y los chicos con sus padres o tías o abuelas entraban a puñados, agitados, deslumbrados, a la espera de algo fuera del ritmo cansino del pueblo. Eso mismo esperaré cada partido del Bayern Munich, que también parece portar nombre circense. El gran maestro de ceremonias, el mago Josep Guardiola, el Pep para los allegados, presenta su espectáculo, con el brillante lanza cuchillos Thomas Müller; el ilusionista Arjen Robben, el prestigitador Philipp Lahm, el trapecista Manuel Neuer, el domador Xabi Alonso y muchos más…
A los 40 segundos de iniciado el partido de la Champions ante el Manchester City, Müller hacía vibrar las entrañas del reino de la cerveza con una llegada a fondo y la pelota pegando del lado de afuera de la red. El Pep se mesó los cabellos que no tiene por primera vez en la tarde/noche muniquesa. Nadie tenía idea de lo que iba a pasar, por supuesto, pero esa estocada del goleador demostraba que estaba vivo su olfato. ¡Y lo que nos esperaba! A los 13 minutos hubo otro ataque fallido, y a los 18 Müller volvió a la carga con un cabezazo matador, y Joe Hart, el Tarzán rubio de 1,93 metros, salvó la caída de su valla con un vuelo formidable.
A los 20 minutos hubo una mano en el área inglesa que el árbitro español obvió. De cualquier manera el ataque alemán continuó y Hart nos brindó su segunda gran atajada; a los 30 minutos subió David Alaba y disparó de afuera del área apenas desviado; a los 31 Hart se lucía por tercera vez al desviar en otra volada el primer intento de Jérome Boateng y a los 35 Robert Lewandowski repitió la carga inicial de Müller y la pelota volvió a estrellarse en el costado de la red del City. Por suerte se me había ocurrido sentarme frente a la TV con lápiz y papel, porque si no hubiese sido difícil transmitir lo que fue Bayern; el retumbar de sus ataques sostenía el ritmo de Gen Krupa, o del más cercano Charlie Watts, que parecía haber llevado sus tambores al circo de Pep.
¿Para qué les voy a contar el segundo tiempo? Del poco pelo con que entró Guardiola a la cancha, no le quedó nada. Müller volvió a fusilar a Hart a los 70 minutos, que siguió tapando de poste a poste con sus vuelos; antes, a los 65 y a los 67 el fantástico delantero alemán había pateado dos veces por sobre el travesaño; también lo hicieron sin éxito Philipp Lahm y Mario Götze, y Hart siguió y siguió atajando. A los 75, después de haber usado todos sus cuchillos, Thomas M. dejó su lugar a Arjen Robben, en un intento de Pep de romper algo. El DT mágico corría por la línea, saltaba, se retorcía ante cada fallo de su ataque, y continuaba exigiendo, mandando a su equipo al ataque, a todos; rubios y morenos armaron un cerco final con la gente celeste adentro y a los 87 comenzó el fin.
Fue la última volada de Joe Hart, sensacional, de trapecio a trapecio el guardián del City provocaba un córner, y otro más, y a los 89, al caer la pelota del córner bis frente al arco hubo un borbollón, y entonces vi al único hombre que se apartaba, se abría de la hoguera, buscaba un par de metros de distancia: así, gracias a tener la serenidad para realizar esa maniobra, Boateng recibió el último rebote y sacudió de derecha al segundo palo de Hart. El inglés cayó en el intento número 16 del Bayern. El estadio explotó, Pep corría y saltaba y besaba a toda cara que pasara cerca. Como un chico en el circo, después del salto del león a través del aro de fuego.
Hace poco más de un año, Guardiola tomó en sus manos un equipo campeón, asentado, comprometidos sus jugadores con el éxito, respetuosos de su historia y su presente. La dirigencia del club alemán quiso transformar a su excelente team en el mejor de todos, y se juramentaron para firmar con Guardiola. Y ahí está Herr Pep, como tituló su libro el periodista catalán Martí Perarnau, quien convivió este último año con el técnico y sus jugadores y respiró el aire de campos de entrenamiento y vestuarios. Este retrato vívido de la zambullida del ex de Barcelona en el Bayern, tiene la riqueza del pensamiento del hacedor de campeones. Pep, sin peroratas previas, reveló su estilo en el primer entrenamiento que tuvo con el equipo y tomó por sorpresa a directivos y jugadores: no hay carrera continua, ni series de mil metros, ni levantamiento de pesas, ni circuitos de musculación, ni una sesión para atletas… sólo montañas de pelotas. O sea, fútbol.
Guardiola es un pensante perpetuo y, según revela Perarnau, el primer jugador con el que habló fue Toni Kroos, a quien aconsejó “sobre la posición idónea del cuerpo para dar fluidez a la circulación del balón de manera constante. Dar un pase pensando en el siguiente es un axioma básico para Guardiola”.
En cuanto a la manera de jugar, Pep impone dos cambios fundamentales en el equipo que había armado su predecesor, el prestigioso Jupp Heynckes: nada de doble 5, sino jugar con el antiguo estandarte del centro medio único. Y la otra novedad es el “falso 9”, que fue la posición en que colocó a Lionel Messi en Barcelona y ganaron los tres: él, Messi y el equipo catalán. Y Perarnau dice: “Frank Ribery se estrena como falso 9, una posición que Guardiola ama, porque la desarrolló para Leo Messi y convirtió al argentino en el futbolista más letal del mundo.” Y el autor expone su conocimiento histórico: “La posición no fue un invento de Pep, sino que la rescató del baúl de los recuerdos. El falso 9 existe en el fútbol desde los tiempos del argentino Adolfo Pedernera, uno de los líderes de La Máquina de River Plate (1936-1945). Futbolistas como Alfredo Di Stefano, Michael Laudrup o Francesco Totti fueron grandes falsos 9, pero la figura estaba retirada del escenario mundial hasta que el 2 de mayo de 2009 Guardiola la recuperó.”
O sea, Guardiola piensa jugar con el francés Ribery un poco retrasado, entrando como flecha adicional al ataque para el gol, y con Müller y Robben por las puntas desequilibrando defensas… Y el mago promete sacar de la galera a un medio danés de 19 años, que ya está puliendo: Pierre-Emile Hojbjerk, anótenlo, es palabra de Pep. Son detalles, nada más. Pero me animo a decir que Bayern se está preparando para hacer época en el alicaído fútbol mundial.