Por Facundo Merlán Rey. El fútbol se convertía en obra de arte cada vez que los once representantes del Club Atlético Huracán, con Menotti en el banco, pisaban el verde césped. El 16 de septiembre de 1973, un conjunto de intérpretes de lujo alcanzaba la cima.
“… porque hay un grito en los corazones, arriba Globo, dale Huracán” cantaba Rodolfo Zapata por aquellos tiempos. Y el verso no falta a la verdad. Por folklore, seguramente hinchas ajenos al Globo no gritaban los goles en Parque Patricios. Pero las emociones que despertaba el juego del equipo dirigido por un joven César Luis Menotti, generaban un grito unificado en los corazones de los amantes del “buen fútbol”. Sobrados son los ejemplos que demuestran esto. En la primera fecha de aquel Torneo Metropolitano del ‘73, Huracán derrotaba 6-1 a Argentinos Juniors en el Tomás Adolfo Ducó. En el entretiempo, baile local y 4-0 de por medio, el técnico del Bicho Victorio Spinetto golpeó la puerta del vestuario del Globo y felicitó uno por uno a los jugadores y su entrenador por la belleza del juego desplegado.
Meses más tarde, con 19 partidos ganados, 8 empatados y solo 5 caídas en la espalda, el Globo de Parque Patricios alcanzaba el merecido logro palpable e imprimía una estrella en el escudo de la institución. Sin embargo, la combinación de todos estos factores le darían a los integrantes de esta memorable orquesta y a su director el galardón inolvidable de ser reconocido, en cada charla futbolera de café porteño, como uno de los mejores equipos de la historia del fútbol nacional.
Toquen los cinco
El Flaco Menotti llegó a Parque Patricios en mayo de 1971. Después de una corta experiencia en el banco de Newell’s junto al “Gitano” Juárez, aceptó la propuesta del presidente quemero, Luis Seijo, y debutó en la derrota 0-3 frente a Boca Juniors. Aquel primer año, a pesar de no haber sido el mejor si se miran los resultados, se afianzaron los jóvenes de las inferiores Miguel Ángel Brindisi y Carlos Babington, y Menotti comenzó a devolverle al Globo la identidad que había perdido durante una década carente de emociones como la de 1960.
Al año siguiente, pudo empezar a delinear la base del equipo campeón. Tras la partida de jugadores importantes como Veira, Rendo y Doval, llegaron futuros estandartes como Omar Larrosa, Francisco “Fatiga” Russo y el arquero Héctor Roganti, estos dos últimos desde las inferiores del Club. Con Basile (campeón mundial con Racing en 1967) como sostén firme en defensa, Brindisi y Babington manejando los hilos ofensivos a gusto y piacere, y la presencia goleadora en ataque de Roque Avallay y Larrosa, Huracán terminó el Metropolitano ‘72 en la tercera posición. Fue el único equipo en derrotar al campeón, ni más ni menos que San Lorenzo, y el equipo más goleador del torneo, con 66 tantos en 34 partidos.
Pero aún faltaba lo mejor. En 1973 se incorporó al equipo otro campeón del mundo con Racing, el lateral derecho Nelson Chabay, y Jorge Carrascosa, para ocupar la misma posición pero por la banda izquierda. Sin embargo, la incorporación más rutilante se daría en el ataque. Cuentan los integrantes de aquel plantel que cuando escucharon su apellido imaginaron la llegada de un delantero alto, robusto, con gran porte físico. Sin embargo, en aquella pretemporada en Mar del Plata causó gran sorpresa la aparición de un joven de 19 años, bajito, flaco, encorvado, y chueco cuya apariencia poco se condecía con un jugador profesional de fútbol. Se trataba de quien para muchos es considerado el mejor wing derecho de la historia del fútbol argentino: René Orlando Houseman.
“El Loco” había sido visto por Menotti cuando jugaba en Defensores de Belgrano. Ante la habilidad, la gambeta pícara, la velocidad y todo el potrero que formaban parte del juego de Houseman, no dudó en sumarlo. Era la pieza que le faltaba para conformar el quinteto perfecto. Aquel que conformó con Brindisi, Babington, Avallay y Larrosa desplegó de forma exacta la ideología futbolística del joven entrenador. El dato estadístico dirá que entre todos hicieron 57 goles de los 62 que alcanzó el Globo aquel campeonato. Una cifra clara, concreta de la potencia ofensiva de aquel equipo. Estos números no hacen más que reflejar el gran funcionamiento de una idea de juego vistosa y efectiva, basada en la participación colectiva, la circulación del balón, la precisión y la inteligencia en los pases, la presión en mitad de cancha y la solidaridad a la hora de recuperar la pelota. Valores inculcados por Menotti que tuvieron gran implicancia humana en los jugadores, según ellos mismos expresaron. Características de juego que explotaron al máximo las virtudes de estos cinco grandes jugadores del fútbol argentino.
Conciencia Nacional
La calidad ofensiva de aquel Huracán del ’73 instaló a este equipo en la historia grande del fútbol argentino. Sin embargo, esta tuvo su momento de esplendor en la primera mitad del campeonato. Es que César Luis Menotti no tuvo reparos a la hora de ceder alternadamente a los mejores intérpretes de su obra maestra a la Selección Nacional en reiteradas oportunidades durante la competición. Esto afectaba seriamente al funcionamiento exquisito que desplegaba el conjunto de Parque Patricios. Aquí es donde se vio la cara solidaria y la jerarquía defensiva de un equipo completo.
La línea de fondo que estaba conformada por Chabay, Buglione, Basile y Carrascosa salía de memoria. Sumado a Roganti bajo los tres palos, logró defender con solidez todo lo que sus compañeros habían logrado en la faz ofensiva. Sin embargo la marca y la recuperación no era la única virtud de estos cuatro protectores del buen fútbol. La proyección de los marcadores de punta era la garantía en la salida del equipo, sobre todo por izquierda donde la fórmula Roganti-Carrascosa-Babington era la que más se repetía.
De esta forma, que la defensa quemera haya sido la menos goleada del campeonato, con 30 goles en contra, muestra implicancia directa en las posibilidades de ataque que con brillantez aprovechaban mediocampistas y delanteros. La solidaridad se evidenciaba tanto en ataque como en defensa. Lo mismo ocurría con el toque del que todos participaban.
Así como este logro futbolístico catapultó a Menotti a dirigir la Selección con la que luego ganaría el primer mundial para la Argentina, también instaló definitivamente a este equipo del Club A. Huracán en la historia grande del fútbol nacional.